Qué hay detrás de la renuncia del jefe de la Policía Federal

El traspaso de 17 mil efectivos a la Ciudad, la puja de poder con el jefe de la nueva fuerza, el caso Nisman y varias intrigas políticas formaron el cocktail que hizo dimitir al comisario general Román di Santo. Fue citado a la Quinta de Olivos

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El jefe de la Policía
El jefe de la Policía Federal, el comisario general Román Di Santo, continuará en su cargo Télam 162

La entrevista que dio Elisa Carrió a "Animales Sueltos" no le cayó demasiado bien al comisario general Román di Santo, que siempre se entendió a sí mismo como un hombre lejano a la prensa. Es cierto, en el fondo. Hasta este jueves, el jefe de la Policía Federal fue un funcionario poco acostumbrado a las polémicas públicas. Sin embargo, el martes por la noche tuvo que escuchar como una aliada táctica del nuevo gobierno de Cambiemos lo señalaba como un hombre de la mesa chica presidencial.

Di Santo sabía bien que esto no le convenía. La PFA es una institución apolítica desde su ley orgánica. Su ex número tres, Sebastián Seggio, fue separado de su cargo por hacer campaña vía Whatsapp a favor de Daniel Scioli tras las últimas elecciones. Y ser miembro del círculo de confianza de Mauricio Macri no es lo único que sabría la diputada, por otra parte: en privado, fuentes del entorno de Carrió hablan de supuesta información de que Di Santo sería parte de la mesa de seguridad de Boca Juniors.

Así, según afirmaron fuentes de su entorno, el jefe de la PFA levantó su teléfono y le anunció a la ministra Patricia Bullrich: "Renuncio". "Motivos personales", fue la excusa que trascendió. "Fue un arranque que tuvo", dicen cerca del comisario.

Sin embargo, el factor Carrió y las intrigas políticas fueron solo un elemento en el cocktail: la puja de poder con el comisario Guillermo Calviño, jefe de la fuerza que resultará del traspaso de 17 mil hombres al área de la Ciudad y el calor que generan las sospechas sobre el caso Nisman y su aparición en Le Parc junto a Sergio Berni la madrugada en que apareció el cadáver del fiscal pesan también en la balanza.

La intempestiva salida fue un shock decididamente inesperado: si hubo un funcionario que hizo su parte para permanecer en el cargo de cara al cambio de signo político, ese fue Román di Santo. Los rumores en su contra al asumir Mauricio Macri eran fuertes; una salida parecía inmediata. Desde dentro de la cúpula de la PFA hasta se hablaba de "alguien con rango de comisario mayor, más moderno", para sucederlo. "Se queda hasta el fin de traspaso o hasta mediados de año" fue otro rumor reciente.

Se habló en los últimos días incluso de una desconfianza básica de las cabezas de Cambiemos con Di Santo. Partidarios del comisario general, en cambio, afirmaban a mediados de esta semana que "tiene el visto bueno de la ministra Bullrich y el presidente, los comentarios vienen de gente que se quedó afuera por hacer las cosas mal y quiere operar".

Di Santo ya había presentado su renuncia en diciembre, un mero formalismo ante el cambio de gobierno, reconoce una alta fuente en la PFA. El nuevo Ministerio no la aceptó. Lo cierto es que el comisario se esmeró por quedarse. "Buena letra" sería un término ajustado a la situación. Entre otras presentaciones, se puso a la cabeza del operativo de seguridad de la asunción de Macri en el Congreso y se mostró junto a la ministra Bullrich en los resultados del megaoperativo narco Quinta Fest y la creación de la primera Unidad de Lucha contra el Narcotráfico de la PFA en Tucumán a fines de febrero. El nuevo Gobierno tuvo un diálogo fluído con las divisiones de la fuerza. Pero el proyecto del nuevo Gobierno de traspasar 17 mil hombres de las 54 comisarías de la PFA y divisiones como Homicidios y Robos y Hurtos a la esfera de la Ciudad cambió las cosas.

Cuando Horacio Rodríguez Larreta -de quien dependería la nueva fuerza, que se uniría a la Metropolitana- y Mauricio Macri firmaron el traspaso el 5 de enero hubo un ausente notable en la Casa Rosada: Di Santo mismo. Muchos dentro de la fuerza vieron su falta como algo al menos negativo; lo percibieron como un mensaje de desunión e inestabilidad institucional desde el mayor mando de la PFA. "No hay mala onda entre Román y el Gobierno", relativizaba una voz cercana al comisario general. El problema era quien sería el nuevo jefe de la nueva fuerza: el comisario mayor Guillermo Calviño, hoy llamado a indagatoria por el juez Sebastián Casanello, cabeza de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, bajo la sospecha de encubrir policías coimeros.

La relación entre ambos no era buena de por sí. El nuevo esquema agravó las cosas al nivel de que la disputa de poder entre ambos se volvió vox populi entre los conocedores de las internas policiales. Recursos económicos, la cantidad de efectivos y los inmuebles son puntos de pelea, así como a quién le corresponden las nuevas promociones de las escuela de cadetes Juan Ángel Pirker. "Se pelean, se miden y esto no cae bien en el Gobierno", dice un alto comisario. Otro oficial jerárquico apunta: "Calviño ahora tiene la calle. Y el que tiene la calle, tiene el poder". El proceso ya comenzó: hombres y mujeres de la Federal ya se reentrenan en el Instituto de Seguridad Pública de la Metropolitana. Calviño está por debajo del Ministerio de Seguridad porteño, a cargo de Martín Ocampo. Esta pelea, por su parte, no ocurre en un vacío. Fuentes en el Gobierno hablan de una clara tensión por el traspaso entre Ciudad y Nación.

Por lo pronto, la jueza Sandra Arroyo Salgado apunta su dedo no contra Sergio Berni, sino contra Di Santo mismo. El supuesto mal manejo de la escena del crimen no fue el único punto. La filtración de fotos íntimas de los aparatos personales de Nisman en poder de la división Apoyo Tecnológico, a cargo de pericias, derivó en una denuncia de la jueza Palmaghini y una causa contra la PFA a cargo del juez Diego Slupski. El expediente tiene avances: recientemente, el juez ordenó peritar las llamadas entrantes y salientes de Apoyo Tecnológico de forma pormenorizada. Alguien que conoce la causa asegura: "Pudo haber habido una filtración adrede. Y la tendencia pudo haber sido ensuciar a Di Santo".

En sus últimas apariciones mediáticas, Arroyo Salgado no fue explícita en sus críticas contra Román di Santo. Sin embargo, su querella lo es. Sus peritos presentaron 40 puntos de prueba ante la jueza Fabiana Palmaghini. Entre ellos, pidieron rehacer los análisis sobre la vaina y los fragmentos de bala encontrados dentro del cráneo de Alberto Nisman, no por ningún motivo explícitamente científico, sino porque esas pericias las había hecho previamente la Federal. Es, en sí, un frente de desgaste. "Si hay para voltearlo, para pasar a Román por Asuntos Internos o denunciarlo penalmente por el tema Nisman, no. Pero Di Santo es un oficial jerárquico. Bajo esta perspectiva, el tema Nisman no es una gansada".

Por otra parte, el desconcierto con respecto al tema fue notable en el Gobierno a lo largo de esta tarde. Voces autorizadas en el Ministerio de Seguridad en Paseo Colón y su equivalente en la Ciudad no podían brindar información sobre la renuncia del jefe de la PFA. "Confirmen esto", dijo al verlo en la televisión un alto jefe.

Muchos jefes dentro de la PFA ven su alejamiento como un desmedro a la fuerza. El cambio de Gobierno destrabó múltiples ascensos de rango de comisarios este verano, algo difícil durante la era Berni. Di Santo hizo importantes cambios tácticos en áreas como la Unidad de Prevención Barrial, a cargo de trabajar en las villas porteñas, una de las zonas más sensibles de la PFA. Indices críticos como los asesinatos en la Ciudad bajaron en su gestión.

El abogado penalista Gabriel Iezzi, del estudio Iezzi & Varone, experto en segurad ciudadana, apunta: "Desde una mirada objetiva de la situación y la gestión de Di Santo, deben destacarse varios puntos de importancia, entre ellos, la instalación del Centro de Monitoreo de Cámaras, el equipamiento visible que la fuerza tuvo, desde uniformes, chalecos, móviles, helicópteros sanitarios y de uso habitual, la descentralización de servicios del Hospital Churruca, etcétera".

"El año 2015 marco en las estadísticas una clara y concreta disminución en la tasa de homicidios en CABA; de 6,83 homicidios cada 100 mil habitantes en 2014 a 5,43 en 2015, con mas un 20% de baja en los robos de vehículos, según estadísticas del CESVI y aseguradoras del mercado local. También se puede hablar de las mejoras salariales para el personal en actividad y en retiro, la interacción con las demás fuerzas federales y el Ministerio. Marcó una alta vara en gestión operativa", concluye el abogado.

A comienzos de la noche del jueves, se supieron dos novedades. El Ministerio de Seguridad no solo oficializó el documento de su renuncia, sino también la dimisión del segundo de la fuerza, Héctor Tebes, un hombre leal al jefe de la PFA y comisario general tal como él. "Manifestamos nuestro agradecimiento por la dificultosa tarea que supo afrontar el comisario Di Santo durante el traspaso de la superintendencia de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires", dijo el comunicado oficial.

Di Santo, por su parte, se dirigió a la Quinta de Olivos. "Fue citado", indican voces cercanas al comisario general.

Anoche tras visitar Olivos, el ya ex jefe de la Federal prefirió el silencio. No trascendió, por ejemplo, con qué funcionarios conversó. Unos pocos íntimos con los que conversó lo notaron golpeado: Di Santo apenas les confirmó su salida de la fuerza. La reacción post-Olivos no fue una sorpresa; para el comisario general, que Carrió, una aliada táctica de Macri para el esquema electoral, hablase en su contra en televisión abierta equivalía en cierta forma a que el Gobierno le suelte la mano.

Por lo pronto, ayer al comienzo de la noche comenzaron los rumores sobre quiénes serían los sucesores de Di Santo y Tébes para reconformar la cúpula de una Policía Federal acéfala. Varias versiones circularon. Todos coincidieron en la principal candidata a la nueva número uno: Mabel Franco, la primer oficial femenina en ascender a comisario general, anterior cabeza de Asuntos Internos y titular de Violencia Sexual. Para subjefe, un nombre con altas posibilidades es Néstor Roncaglia, Superintendente de Drogas Peligrosas, una división clave para la política del Gobierno con respecto al narcotráfico.

Altos funcionarios policiales se dirigían esta mañana al Ministerio de Seguridad, según pudo saber Infobae. En el curso de esta mañana se sabrá quiénes son los nuevos jefes de la Federal. El comisario Néstor Roncaglia, a cargo de Drogas Peligrosas, y la jefa de personal de la PFA, Liliana Velázquez, son algunos de los nombres en danza.



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