Cuando miembros del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) entraron en la aldea donde vivía Nadia Murad en Irak, mataron a todos los hombres, incluyendo a seis de sus hermanos. Ella es de la minoría religiosa yazidí, considerada infiel por el ISIS.
Nadia y cientos de otras mujeres yazidíes fueron secuestradas, vendidas y pasadas de mano en mano por hombres que las violaron en grupo. Fueron víctimas de lo que ISIS llama "yihad sexual". Ella logró escapar y ahora se encuentra en Londres haciendo campaña para llamar la atención sobre la situación que atraviesa su pueblo.
El drama comenzó el 3 de agosto de 2014, cuando el Estado Islámico atacó a los yazidíes en Sinjar, una región en el norte de Irak. Antes de eso, habían atacado lugares como Tal Afar, Mosul y otras comunidades tanto chiitas como cristianas, forzando a sus habitantes a abandonar sus hogares.
"La vida en nuestra aldea era muy feliz, muy simple. Como en otras, la gente no vivía en palacios; nuestras casas eran simples, hechas de barro, pero llevábamos una vida feliz, no teníamos problemas", explicó Nadia a la cadena británica BBC durante el programa HARDtalk. "No molestábamos a la otra gente y teníamos buenas relaciones con todos. Nuestra vida era muy, muy feliz antes de que esto sucediera".
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Aseguró que ese día 3.000 hombres, ancianos, niños y discapacitados fueron masacrados por el Estado Islámico. Algunos lograron huir y refugiarse en el monte Sinjar, pero su aldea estaba lejos del monte y los yihadistas les cortaron la salida. "Rodearon la aldea por unos días pero no entraron. Intentamos pedir ayuda por teléfono y otros medios. Sabíamos que algo horrible nos iba a pasar. Pero no llegó la ayuda, ni de dentro de Irak ni de otras partes", explicó.
Después de unos días, ISIS los encerró dentro de la escuela de la aldea, a hombres, mujeres y niños. "Nos dieron dos opciones: o convertirnos al islam o morir", explicó Nadia. Luego, separaron a los hombres, unos 700. Los llevaron a las afueras de la aldea y empezaron a acribillarlos. Entre ellos se encontraban nueve de sus hermanos. Mataron a seis de ellos con los otros hombres. Los otros tres resultaron heridos pero lograron escapar.
"Desde las ventanas de la escuela, podíamos ver a los hombres siendo acribillados. Personalmente, no vi a mis hermanos cuando les dispararon. Hasta ahora no he podido regresar a la aldea ni al lugar de las matanzas. No hay noticias de ninguno de los 700 hombres. No tenemos idea de qué pasó con ninguno de ellos", comentó.
"Se llevaron a los niños mayores de cuatro años a campamentos de entrenamiento. Luego, se llevaron las niñas mayores de nueve años. Después se llevaron a unas 80 mujeres, todas mayores de 45, incluyendo mi madre. Unos dicen que las mataron, otros que no. Sin embargo, cuando parte de Sinjar fue liberada, se encontró una fosa común con sus cuerpos".
Hay 18 miembros de la familia de Nadia que están muertos o desaparecidos. Por su parte, a ella se la llevaron con otras mujeres. En el grupo había unas 150 niñas, incluyendo tres de sus sobrinas menores. Las dividieron en grupos y las transportaron en autobús hasta Mosul.
"En el trayecto nos tocaban los senos y frotaban sus barbas en nuestra cara. No sabíamos si nos iban a matar o qué harían con nosotras. Pero nos dimos cuenta de que nada bueno nos iba a pasar porque ya habían matado a los hombres y a las ancianas, y habían secuestrado a los niños".
Al llegar al cuartel general de ISIS en Mosul, encontraron muchas niñas jóvenes, mujeres y menores allí, todas yazidíes. Las habían secuestrado de otras aldeas el día anterior. Se enteró de que, cada hora, los hombres de ISIS llegaban y seleccionaban algunas niñas. Se las llevaban, las violaban y después las devolvían.
Al día siguiente arribó un grupo de terroristas de ISIS. Cuando le llegó su turno, Nadia fue seleccionada por un hombre muy gordo, que la apartó y la llevó a otro piso. Pero cuando otro combatiente pasó por enfrente, le rogó que se la llevara en lugar del hombre gordo. Pero eso no cambió las cosas. "El más delgado me llevo a su lugar, tenía guardaespaldas. Me violó, fue muy doloroso", dijo. "En ese momento me di cuenta de que habría sufrido igual, no importaba quién me hubiera llevado".
Ninguno de los hombres mostró clemencia alguna. Todos las violaron violentamente, de forma "inhumana". "Las cosas que nos hicieron fueron horribles. Nunca nos imaginamos que cosas tan terribles nos sucederían". Las podían retener por más de una semana pero, frecuentemente, las vendían después de un día o inclusive una hora.
Algunas de las esposas de sus hermanos estaban embarazadas cuando las capturaron y dieron a luz mientras estaban prisioneras. También las llevaron ante su tribunal islámico y las forzaron a convertirse.
Nadia estuvo 3 meses con el hombre que se la llevó. Durante ese tiempo pudo hablar con algunos de sus secuestradores. "Les pregunté por qué hacían eso con nosotras, ¿por qué mataron a nuestros hombres?, ¿por qué nos violan violentamente? Me contestaron: 'Los yazidíes son infieles, no son un pueblo de las escrituras. Ahora ustedes son botín de guerra. Se merecen esto, ustedes son infieles. Los yazidíes deben ser destruidos'".
En una ocasión, Nadia pidió hacer una llamada telefónica de un minuto porque quería escuchar una voz familiar. Le dijeron que podía llamar a su sobrino por un minuto pero había una condición: "Que primero le lamiera el dedo del pie que había recubierto con miel", expresó.
Muchas niñas en la misma situación se han suicidado, dijo Nadia, pero esa no fue una opción para ella. "Creo que todos debemos aceptar lo que Dios nos ha dado, sin importar si eres pobre o hayas sufrido una injusticia, todos debemos soportarlo". Tampoco cuestionó su fe. "Dios estaba en mi mente cada minuto, aun cuando estaba siendo violada".
Nadia intentó escapar la primera vez por una ventana, pero un guardia la atrapó inmediatamente y la puso en una habitación.
Bajo sus reglas, dijo Nadia, una mujer capturada se convierte en un botín de guerra si la atrapan intentando escaparse. La ponen en una celda, donde es violada por todos los hombres del complejo. "Me violaron en grupo. A esa práctica la llaman yihad sexual".
Después de eso no pensó intentar escapar otra vez, pero el último hombre con quien estuvo viviendo en Mosul decidió venderla y se fue a conseguirle unas ropas. Cuando le ordenó lavarse y prepararse para la venta, aprovechó para escapar. "Golpeé en una casa, una familia musulmana que no estaba conectada con el ISIS vivía ahí y les pedí ayuda. Les dije que mi hermano les daría lo que quisieran a cambio".
Por suerte la familia no apoyaba a ISIS y la ayudó en lo posible. "Me dieron un abaya (velo) negro y un documento de identidad islámico y me llevaron hasta la frontera".
Ahora libre, Nadia Murad se ha convertido en una activista que viaja por el mundo y hace campaña para llamar la atención sobre la tragedia de los yazidíes. Ha visitado Estados Unidos, Reino Unido, Europa y algunos países árabes. Ha hablado frente a Naciones Unidas y conocido a miembros de Parlamentos y líderes mundiales.
No obstante, la respuesta ha sido lenta. "Todo el mundo sabe lo que es el Estado Islámico. Me escuchan con atención pero no prometen nada", indica. "Dicen que examinarán el caso y verán qué pueden hacer pero nada ha pasado todavía".
Después de año y medio, todavía hay niñas y mujeres secuestradas. La región no ha sido completamente liberada y, en las zonas que sí, todavía hay fosas comunes que no han sido excavadas. Nadia espera volver a su aldea para ver qué es lo que queda y conocer el destino final de todos los desaparecidos.
"Juro por Dios que todos estamos tan cansados. Ya va un año y medio desde que esto nos pasó. Nos sentimos abandonados por el mundo", dijo con lágrimas. "A mi madre la mataron. No tengo padre, ya que él murió hace tiempo. Mi hermano mayor fue como un padre para mí, pero también lo mataron", añadió. "Le pido al mundo que haga algo por nosotros".