Los 6 principales errores gestuales en una entrevista de trabajo

La postura, la sonrisa y el contacto visual son algunos de los gestos que hay que atender para dar una buena impresión. Un especialista analizó para Infobae los fallos más comunes y explicó cómo evitarlos

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Al momento de una entrevista laboral, surgen las dudas sobre cómo presentarse sin dar mensajes equivocados. Claro, la oralidad ayuda a despejar dudas sobre las capacidades y deseos, pero las expresiones no verbales pueden contradecirla y, de esta manera, no queda claro si el mensaje que se intentó transmitir fue efectivo.

Además, sostuvo que aquellos que están buscando trabajo "deben preocuparse por su aspecto y por la manera de comportarse gestualmente", ya que "lo más importante de todo es la decodificación inconsciente que se hace de las intenciones del otro".

Un trabajo realizado por Albert Mehrabian, profesor emérito de psicología de la UCLA y especialista en los mensajes no verbales, reveló cómo se comportan las personas en los intercambios sociales. Las estadísticas refieren a personas anglosajonas, por lo que su comportamiento no verbal puede diferir del regional.

Situación: la persona llega a la entrevista, se sienta a esperar. Otea el panorama, recorre con la vista la oficina y la ansiedad comienza a aumentar. En esos momentos, los nervios pueden jugar una mala pasada y el movimiento de manos aumenta. Si esto sucede, ese constante devenir de los extremos puede trasladarse a la entrevista, con las consecuencias

Para muchos puede parecer un detalle menor. A fin de cuentas, es solo un segundo, una introducción a lo más importante que está por venir: el intercambio. Pero, el saludo es más una formalidad que un trámite. ¿Quién no recuerda a una persona que apretó demasiado fuerte o muy débil?

Un apretón de manos débil puede ser una señal de inseguridad, mientras que uno fuerte puede ser visto como arrogante. Aunque pueda parecer irrelevante, un saludo torpe dejará una impresión duradera en el entrevistador. Lo recomendable es que sea firme.

Llega el momento de sentarse frente al entrevistador. ¿A dónde mirar?, ¿directo a los ojos durante toda la charla?, ¿divagar por la habitación? A muchas personas el cruce de miradas los incomoda. ¿Por qué sucede?

"Lo principal es que debemos mirar en forma directa al rostro de los interlocutores, pero no hacerlo a los ojos, salvo cuando deseamos marcar un punto importante, ya que de otra manera podríamos resultar invasivos".

No se debe ir al otro extremo y evitarlo durante todo el encuentro: "Tener una tasa de contacto ocular demasiado baja puede ser interpretada como introversión e inseguridad, pero habría que pensar que muchos profesionales son excelentes en sus materias a pesar de su introversión o falta de 'soltura social'".

La posición del cuerpo puede dar mucha información, ya que puede decir mucho acerca de la conducta en general. No es lo mismo inclinarse hacia adelante, que para atrás. En ese sentido, "tirarse" hacia atrás puede ser visto como un gesto de pereza, arrogancia o hasta demostrar poco interés por el diálogo. Encorvarse tiene una lectura similar. Por otro lado, inclinarse demasiado hacia adelante puede ser visto como un aspecto invasivo, agresivo.

Lo ideal es sentarse de manera erguida, mantener la espalda recta y no encorvarse, aunque tampoco hay que parecer un robot. En lo posible se debe inclinar levemente hacia adelante, para dar la sensación de interés por la conversación.

No todo el mundo tiene una sonrisa espontánea. De hecho, los nervios pueden producir que sea aún complicado para aquellos que le sale de manera natural. En esos casos, ¿se debe forzar el gesto?

Hay que tener en cuenta que el entrevistador ha realizado decenas, sino cientas, de entrevistas y por ende está acostumbrado a "medir" sonrisas.

"Sin embargo, sería recomendable que todos nos volviéramos genuinamente más sonrientes, más allá de que tenga utilidad en una entrevista de trabajo. Pero esto es algo que requiere una explicación más profunda".

La actitud de permanecer demasiado tiempo con los brazos cruzados, o cruzarlos demasiado a menudo, incluso como señal de atenta escucha, transmite que la persona está cerrada a la interacción y el intercambio de ideas, y puede llegar a ser interpretado como introversión, inseguridad o dominancia agresiva, de acuerdo con los gestos faciales que lo acompañen.

Sin embargo, para el especialista se deben considerar varias cuestiones: "En primer lugar, las diferencias culturales. Por ejemplo, en un entorno anglosajón, cuya comunicación no verbal predominante muestra diferencias de estilo con la que es habitual en los entornos culturales latinos. Cruzarse de brazos está peor visto en el caso anglosajón que en el nuestro. Esto se debe a que los italianos, españoles, argentinos y latinoamericanos en general, movemos mucho más los brazos al hablar que los ingleses, alemanes o norteamericanos".

"Tenemos una regla de regulación del intercambio de los turnos de diálogo, que no existe para ellos, en la que cruzarse de brazos es señal de que se está escuchando activamente y no se pretende interrumpir. En el momento en que descruzamos los brazos es que ya estamos inquietos por querer tomar la palabra", explicó.

Además, especificó que no se deben interpretar "demasiado fácilmente los cruces de brazos ajenos como una señal de oposición", pero para evitar posibles malas lecturas por parte del entrevistador instó a "tratar de reemplazarlos por posturas más abiertas como el apoyar ambas palmas hacia abajo sobre el escritorio, colocando una arriba de la otra".

Para finalizar, el especialista quien además es profesor de la escuela de posgrados en Comunicación de la Universidad Austral, donde dirige la primera Diplomatura en Comunicación No Verbal- sostuvo que "si nos aseguramos de tener las mejores intenciones en términos de cordialidad, responsabilidad y vocación de servicio, eso se va a transmitir y va a ser registrado por los demás, y es sin duda el mejor camino para llegar a un buen lugar, en el mundo laboral y en la vida".

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