Cuando llegó a Buenos Aires en mayo de 2003 para hacerse cargo, por pedido de su amigo el entonces presidente Néstor Kirchner, de la Secretaría de Transporte, Ricardo Jaime no tenía dónde vivir.
Lo alojaron en un hotel sindical y a menos de 40 días de haber asumido el cargo un empresario comenzó a pagarle, entre otras cosas, el alquiler de su departamento. En octubre pasado, Jaime admitió ser doble coimero: la empresa Trenes de Buenos Aires le regalaba viajes en avión para pasar fines de semana de descanso y la Terminal de Retiro le abonaba mensualmente el alquiler. Fue condenado por ello. Luego también lo fue por su responsabilidad en la falta de control estatal que derivó en la Tragedia de Once.
Jaime se enriqueció ilícitamente –fue procesado por ello- mientras manejaba a discreción los millonarios subsidios al transporte y a las obras públicas destinadas a ese sector. El patrimonio de sus allegados creció exponencialmente mientras sus propias declaraciones juradas indicaban que se empobrecía con el paso del tiempo.
Su confesión de que recibió coimas de dos empresas muestra cómo funcionaba el "sistema"
Su alianza con los empresarios -demostrada en varias causas judiciales- lo transformó en un socio de éstos antes que en un funcionario que los controlaba. Su confesión de que recibió coimas de dos empresas muestra cómo era el sistema que funcionaba cuando, con la venia de Néstor y Cristina Kirchner y la supervisión de Julio De Vido, Jaime hacía negocios en Transporte. Todos "ponían": algunos lo hacían mediante fajos de billetes que entregaban en bolsas negras de consorcio y otros de una manera pseudo "legal".
Sin conocimientos en el área de Transporte, con una función recaudadora asignada, Jaime necesitó una pata comercial para su organización corrupta. Conoció al español Manuel Vázquez, lobbista de una empresa de transporte a la que debía controlar. Este –por llamarlo de algún modo- "hacedor de negocios" le ofreció a Jaime su pequeña estructura comercial para blanquear los pagos que hacían aquellas empresas que no pasaban coimas en bolsas.
En los años en que Jaime contaba billetes negros, la empresa de Vázquez, Controles y Auditorías Especiales (CAESA), les facturaba servicios jamás prestados a las firmas de transporte y a las constructoras que se beneficiaron con contratos de obra pública decididos por Jaime. Eso quedó demostrado en la investigación por enriquecimiento ilícito del ex funcionario en la que Vázquez fue procesado como uno de sus testaferros. CAESA facturó en 6 años la cifra de 8.600.000 pesos. Todas las empresas pasaban y dejaban el "diezmo" en CAESA, la firma trucha de Vázquez-Jaime.
Pero no le alcanzaba con cobrar "cometas" dentro del país. Jaime fue un coimero extramuros.
La empresa LAN admitió haber pagado una comisión de 1.150.000 dólares a un lobbista de Jaime
Hace días, se reveló en Brasil, como desprendimiento de la mega-investigación por corrupción llamada "Lava-jato", que Jaime también cobró dinero negro de Odebrecht, una de las principales constructoras de aquel país.
La de Brasil no es la única coima cobrada por Jaime-Vázquez que superó las fronteras del país.
Hace unas semanas, la empresa chilena LAN admitió ante la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos haber pagado una comisión de 1.150.000 dólares al lobbista Vázquez -es decir, a Jaime- para que supuestamente le solucionara un problema gremial en Argentina.
Vázquez-Jaime cobraron coimas -documentadas con facturas- por la compra de trenes en desuso a España. Jaime autorizó mediante una carta a que la empresa de su "asesor" cobrara comisiones en la operación que, por supuesto, pagó el Estado argentino. Las facturas por esas coimas superaron los 2.000.000 de euros. La compra del material rodante (buena parte inservible) costó 220 millones de euros.
Se lo investiga por la sospecha de que recibió sobornos para una compra millonaria de aviones de Embraer para AA
En la operación de compra de trenes a España y Portugal, Jaime-Vázquez le cobraron coimas a una empresa de transporte fluvial que trajo hasta el puerto de Buenos Aires los vagones y las locomotoras. En algunos casos, para hacer las facturas, utilizaron una sociedad fantasma con sede en Costa Rica. A una empresa marítima de Portugal le facturaron casi 1.500.000 euros. A la firma Alstom Brasil 350.000 dólares.
Otra empresa que cotiza en la Bolsa de Nueva York, la brasileña Embraer, afronta una investigación por parte de la SEC por el pago de sobornos en algunos países: uno de ellos es Argentina. La justicia de Estados Unidos comunicó oficialmente a un juez argentino que a partir de esa sospecha se investiga a Jaime por la posibilidad de que haya recibido coimas para realizar una millonaria compra por parte de Aerolíneas Argentinas de aviones de Embraer.
Vázquez, que había sido condenado por estafador, armó cuentas en Brasil, Estados Unidos, Uruguay, Islas Caimán y Suiza. Por allí circularon millones de dólares producto de la corrupción en la que los empresarios fueron cómplices.
A Jaime no le alcanzaba con las coimas que recibió de empresas argentinas. No restringió sus negocios oscuros a la geografía local. Extendió sus prácticas corruptas fuera del país. Fue un coimero sin fronteras.