El comienzo de esta semana fue, por así decirlo, interesante en materia de detenciones por narcomenudeo. El martes por la noche, a metros de la esquina de San José e Independencia, barrio de Monserrat, una mujer de origen dominicano fue apresada por la División Antidrogas Urbanas de la Policía Federal; tenía 68 papeles de cocaína. La situación que la llevó a la celda de una comisaría para quedar a disposición del juez federal Daniel Rafecas fue un simple pase de manos a un cliente, pero el cliente, al ver a la policía venir, se asustó demasiado. Se tragó el papel que compró, lo que lo llevó no a una celda, sino a la guardia del hospital Ramos Mejía, intoxicado por comer alcaloides.
En la misma noche, varios allanamientos en Barracas a cargo de la misma división, que depende de la Superintendencia de Drogas Peligrosas con el comisario mayor Néstor Roncaglia al mando, terminaron con dos personas presas -un paraguayo y el jubilado argentino que le hacía de portero-, 910 dosis de paco y dos tizas con veinte gramos de cocaína, una redada ordenada por la jueza María Romilda Servini de Cubría tras una larga investigación. En la Villa 31 bis, la gestión del comisario Osvaldo Mato como nuevo jefe de la Unidad de Prevención Barrial -la división de la PFA dedicada a combatir el delito en villas- comienza a dar resultados en esta dirección. El jueves, un menor fue detenido en la manzana 99, una zona de alto nivel de conflictos narco, con 250 gramos de marihuana lista para vender. Fue derivado al instituto Inchausti; un cómplice, también menor, logró escaparse.
Todo esto no es casual. Las detenciones a presuntos dealers y personas involucradas en menudeo de drogas en la vía pública se incrementaron en territorio porteño. Lo demuestran las propias cifras de la Superintendencia de Drogas Peligrosas a las que accedió Infobae. En enero y comienzos de febrero de 2015 hubo 52 arrestos. En el mismo período de este año hubo 74, es decir, un incremento de más del 40 por ciento, con zonas como Once y Constitución -donde la venta y el consumo de drogas ocurren a plena luz del día, una situación denunciada por el fiscal Federico Delgado y que este medio retrató, hoy un foco de preocupación para la PFA- como los puntos más calientes.
Entonces, ¿qué cambió? Lo cierto es que hay un pedido expreso de Patricia Bullrich y Eugenio Burzaco, las nuevas autoridades del Ministerio de Seguridad, a la Policía Federal de intensificar la lucha contra las drogas. Así, el comisario mayor Roncaglia y su equipo cortan el último eslabón de la cadena, la venta de droga que llega a vecinos y sus hijos en los barrios, no solo logrando para establecer un mapa y trazar una situación que está lejos de ser predecible, sino también cortar el nivel final de la cadena.
Una voz de peso en la fuerza explica: "Los efectivos de Brigada observan y esperan el pasamano. Los dealers no suelen tener una gran cantidad de droga encima, vuelven a donde la guardan para recobrar stock. Y lo importante es el regreso del dealer a donde guarda el material. Puede ser un pasillo, incluso un árbol, un locker en una estación de trenes. Muchos de ellos no son miembros de una banda narco per se, de una estructura mayor, sino cuentapropistas que buscan un rédito".
La mayoría de los detenidos son reincidentes con causas previas por drogas. "Recién a la segunda o tercer captura", apunta la misma fuente, "puede llegar una condena, de no menos de 5 años, y pueden ser de cualquier extracción social". La territorialidad, en Constitución por ejemplo, quién domina qué puntos, se vuelve una cuestión de fuerza, de aguante, o de alianzas adecuadas.
Las estadísticas de enero a noviembre de 2015, con un total de 283 procedimientos en ese período trazan el perfil:
. Hubo 381 detenidos en total: 310 masculinos, 43 femeninos y 28 travestis.
. 286 de ellos fueron de nacionalidad argentina, la absoluta mayoría. Luego, 72 peruanos y 7 dominicanos en la lista.
. Los menores de edad son la excepción: el 94 por ciento fueron mayores de edad.
. El paco es la droga mayoritaria: 17380 dosis incautadas. Le sigue la cocaína: 1887 envoltorios para un total de 4 kilos.
Este último ítem no es casual tampoco. A diez años del incómodo slogan callejero "un paco, un peso", la droga se volvió en la auténtica commodity basura del narcotráfico callejero con las villas como epicentro. Hoy, una dosis de la droga vale 30 pesos: esto marca un aumento del 2900%, mucho más que productos de primera necesidad como la carne vacuna, el doble de la tasa de inflación del ciclo kirchnerista. Un veterano investigador admite: "Hoy, el narco prefiere vender paco. Es mucho más fácil de transportar, no requiere precursores químicos. La dosis es de 0,01 gramos. Es, tristemente, un negocio redondo, mucho más económico que la cocaína. Incluso en algunas villas la cocaína está bajando de precio".
Varios de los allanamientos narco más relevantes de este año validan la teoría del nuevo auge de la pasta base. El operativo en la villa 1-11-14 que llevó a la cárcel a Rolando Huaura Antúnez, presunto segundo de "Marcos" Estrada González y que realizó la División Antidrogas Urbanas bajo órdenes del juez Sergio Torres marcó 4,8 kilos de paco, casi 30 mil dosis y un potencial millón de pesos para los bolsillos de los traficantes, además de 8 kilos de cocaína. Cynthia Huamani, presunta mano derecha de "Ruti" Mariños, hoy en pugna por el territorio de la Villa 31 bis y con un pedido de captura en su contra también del juez Torres, fue detenida en su casa de San Martín con una importante cantidad también para luego ser procesada por narcotráfico.
Quizá, el procedimiento más significativo en esta óptica fue el ocurrido el 12 de enero último en la villa Zabaleta, con ocho detenidos, entre ellos su presunta líder, Karina Robles, quien sería una histórica dealer de la zona, con paraguayos como proveedores. La Superintendencia de Drogas halló nueve puntos de venta en apenas cien metros. Se encontraron apenas setenta gramos de cocaína, pero también 3387 envoltorios de paco, más de 5 kilos de material.
Las bandas marcan sus paquetes de cocaína por color. Los envoltorios con cinta roja corresponden a la villa 1-11-14; los de cinta verde, a la Zabaleta. Pero las identificaciones no son, irónicamente, ninguna garantía. El auge del paco acompaña en las villas porteñas otro fenómeno: la caída de la calidad de la cocaína.
El polvo que llega a los consumidores en Buenos Aires, asegura una alta fuente policial, tiene tan solo "un 15 o 20 por ciento de pureza".