La Iglesia en la Argentina intentó hoy explicar el gesto que tuvo el papa Francisco de enviarle un rosario a Milagro Sala, la activista piquetera y jefa de la organización Tupac Amaru, que está detenida en Jujuy por asociación ilícita. Ese regalo fue interpretado por sectores políticos como un respaldo político del sumo pontífice a la dirigente que está acusada de graves delitos y permanece detenida por decisión de la Justicia.
El encargado de expresar la posición fue el rector de la Universidad de Católica Argentina, Víctor Manuel Fernández, una persona de confianza de Francisco, que suele expresar opiniones que están en sintonía con Jorge Begoglio.
Fernández se quejó de "las furiosas reacciones ante el gesto del Papa de mandar un rosario a Milagro Sala" y rechazó la "tendencia desagradablemente chauvinista en muchos argentinos, que consideran el universo entero desde sus propios intereses ideológicos o políticos, mirándose el ombligo, aunque hablen de apertura al mundo".
Cuestionó a los que "suponen que todo lo que dice o hace el Papa tiene un mensaje meticulosamente pensado para la política argentina". Estas declaraciones fueron pronunciadas mientras referentes políticos, como Elisa Carrió, rechazan la intromisión de Francisco en la política interna con gestos como el que tuvo con Sala. Curiosamente, en Estados Unidos también surgió un movimiento en el Partido Republicano que repudió las declaraciones papales contra Donald Trump.
"Pretender prohibirle este gesto al Papa muestra un deseo de tensar la cuerda que no es precisamente una ayuda a la pacificación de la Argentina", interpreta "Tucho" Fernández, rector de la UCA, donde la influencia de Bergoglio fue absoluta durante su gestión como arzobispo de Buenos Aires y primado de la Iglesia Católica.
Según el obispo amigo del sumo pontífice, Milagro Sala "escribió una carta a Francisco y algunos le sugerían que le respondiera, dado que la conoce y la ha tratado personalmente. Pero él optó por mandar sólo un rosario, que es un instrumento para orar, sin decir más palabras que implicaran emitir una opinión o interferir en un proceso judicial que no deja de ser formalmente dudoso en su gestación".
"Es coherente que el Papa haya enviado un rosario a una presa que todavía no está en condiciones de recibir una condena, porque de hecho hizo lo mismo con culpables ya condenados por delitos muy graves. Es más: ha visitado cárceles y ha repartido rosarios en lugares repletos de criminales peligrosos", continúa.
Para Víctor Manuel Fernández "no debería llamar la atención que esto despertara resquemores ideológicos y políticos" y recordó la actitud de Jesús, que "comía y bebía con pecadores públicos, corruptos, gente despreciable, y por ello la gente supuestamente impecable decía con amarga ira: "Ahí tienen un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores"".
"No sabemos si dentro de unos meses una justicia independiente encontrará culpable a Milagro Sala de crímenes más o menos graves. Ni siquiera eso invalidaría el gesto de un pastor que quiere mandar un instrumento de oración que puede ser también un instrumento de conversión", consigna en una carta publicada en La Nación.
"Cuando Francisco interviene en la política internacional, lo hace por dos grandes desvelos: la inclusión de los pobres y la paz social. Por ello hoy es reconocido en el mundo entero como uno de los pocos líderes que orientan a la humanidad. Pero los argentinos nos empeñamos en interpretar cada uno de sus pequeños gestos pastorales y evangélicos de una manera política, y ardemos en insultos y maledicencias", continúa el rector.
Finalmente, concluye que el Papa "no se propone tener a todos contentos ni se obsesiona por preservar su propia imagen. Pero no se deja marcar la cancha y prefiere responder a las intuiciones de su corazón de pastor, les guste o no a algunos argentinos. Es de esperar que al menos quienes se declaran católicos se dejen interpelar por estas actitudes del Papa, en este año dedicado a la misericordia".