¿Quién no escuchó, alguna vez, la frase: "hay que comer pescado, que ayuda a la memoria"? Ahora, ese lugar común tan repetido por madres y abuelas tuvo su comprobación científica.
Un estudio del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona reveló que el consumo regular de pescado durante el embarazo ayuda a mejorar el desarrollo cerebral de los bebés.
La investigación -publicada en American Journal of Epidemiology- siguió la evolución de 1600 mujeres embarazadas y luego la de sus niños durante cinco años. Evaluaron cómo fueron sus hábitos de consumo de pescado de varios tipos clasificados en "azul grande" (bonito y atún), "azul pequeño" (caballa, sardinas o salmón) y blancos (merluza o lenguado), además de marisco. Luego, realizaron pruebas cognitivas a los niños a los 14 meses y a los cinco años y test de rasgos de síndrome de Asperger también a los cinco.
"Hemos observado que el patrón es parecido pero la relación entre ingesta de pescado y el desarrollo cognitivo es más potente cuando el consumo se produce en el primer trimestre del embarazo, que coincide con el momento en que se desarrolla el tubo neuronal y el sistema nervioso básico", explicó Jordi Júlvez, investigador del CREAL y líder de la investigación.
Las mayoría de las mujeres embarazadas consumieron unos 500 gramos o tres porciones de pescado a la semana durante el embarazo. Luego, otras fueron sumando diez gramos adicionales por vez y, como resultado, las pruebas de los niños mejoraron hasta llegar a los 600 gramos de consumo. Así, concluyeron que en esta cantidad -600 gr- se produce una saturación de los beneficios del animal. O sea: comer tres o cuatro raciones semanales aporta los mismos beneficios que ingerir cinco o diez.
"El vínculo entre un mayor consumo materno de pescado y el mejor desarrollo del cerebro en los niños era especialmente evidente cuando los niños tenían cinco años, y también observamos que los hijos cuyas madres comieron más pescado estando embarazadas presentaron menos síntomas en la escala del espectro autista", agregó Júlvez.
Además, el estudio, al ser el primero que se hace sobre una población con un consumo tan frecuente y variado, permitió valorar los efectos según cada especie.
De esta manera, los científicos comprobaron que el mayor beneficio para el desarrollo cognitivo de los niños se dio con el pescado azul grande, luego blanco y, en tercer lugar, el azul pequeño.
"Los resultados nos sorprendieron porque esperábamos que el mayor beneficio se obtendría con el pescado azul pequeño, que tiene omega 3 y menos mercurio y metales pesados que los peces grandes; pero los datos indican que son los pescados azules grandes, como el bonito y el atún, que tienen mucho DHA (uno de los ácidos grasos de la serie omega 3), los que tienen más efectos beneficiosos sin las consecuencias neurotóxicas del mercurio", agregó Júlvez.
Los investigadores analizaron la presencia del DHA y mercurio en la sangre del cordón umbilical, como de otros dos micronutrientes abundantes en el pescado: vitamina D y yodo.
"El mercurio aparece como indicador de consumo de pescado, pero no se detecta efecto neurotóxico. Por otra parte, el único componente que parece determinante para explicar la relación entre el consumo de pescado y el mayor desarrollo neuropsicológico de los niños es el DHA", finalizó Júlvez.