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La Boca es un polvorín. ¿Que viene de ganar el Torneo de Primera División y la Copa Argentina? Ya nadie recuerda los buenos momentos. Y los resultados cosechados en la pretemporada de verano y en el inicio de la competencia oficial no solamente pusieron en tela de juicio la continuidad del Vasco Arruabarrena al frente del equipo, sino que terminaron por resquebrajar la unión de los jugadores puertas adentro.
La noche ya había caído el domingo en la Bombonera, con el dolor latente por la caída sorpresiva ante el ascendido Atlético Tucumán. Los protagonistas carecieron de respuestas para bancar al entrenador, los hinchas hicieron bajar su reprobación con silbidos desde los cuatro costados de la cancha y las declaraciones de Carlos Tevez fueron elocuentes: definitivamente le soltó la mano al conductor del grupo. "Es una decisión de él y los dirigentes", se limitó a responder cuando oyó la consulta sobre su continuidad.
La escueta respuesta del ídolo xeneize, con nulo contenido de respaldo hacia Arruabarrena, hizo ruido en los televidentes que seguían la transmisión en vivo y hasta en los propios compañeros, agitando los ánimos de forma inmediata. Pablo Pérez, quien observaba atento su testimonio, habría intentado increparlo en la entrada del túnel. Temperamental como en el verde césped, reprochó la pasividad de su discurso y también el desinterés durante el partido para revertir una historia que parecía cobrarse la cabeza del DT.
Al tiempo que varios futbolistas debieron interceder para que el incidentes no pasara a mayores, en fracción de minutos se produjo un importante careo entre Tevez y los principales referentes del plantel, Agustín Orion, Daniel Díaz y Fernando Gago. Palabras más, palabras menos, el trío de experimentados objetó el compromiso del Apache para apoyar al Vasco y exigió un giro de 180º para moverse ante los micrófonos.
La presión surtió efecto, y dio sus frutos. Un rato más tarde, con otro semblante, Tevez abrió la puerta del camarín y volvió a atender los requerimientos de la prensa, con frases y pensamientos diametralmente opuestos a los compartidos en el terreno de juego. Lejos de desentenderse, calificó de "locura grande pedir la cabeza del técnico que jugó el primer partido en la Bombonera luego de ganar dos títulos".
Entonces, fue ni más ni menos que el '10' quien frenó la decisión tomada por parte de la dirigencia encabezada por Daniel Angelici de mostrarle el camino de salida a Arruabarrena, quien resistía por su fuerza espiritual para modificar el escenario deportivo, más allá del aroma a fin de ciclo que tiñó los pasillos del club tras el batacazo tucumano. Carlitos se encontró con el Presidente y le pidió una chance más para el entrenador. La respuesta, pese al malhumor generalizado, fue afirmativa. Ratificado en su puesto, Arruabarrena no tendrá más alternativa que enderezar la nave en San Juan para evitar el estallido interno.
