La ruidosa salida del Indec de la directora técnica Graciela Bevacqua puso esta noche, otra vez, en evidencia la dificultad política que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri para domar el principal problema económico: la inflación. La erosión del poder adquisitivo de los ingresos de las clases menos favorecidas no solo es una anomalía estadística, sino, principalmente, un eficiente triturador de simpatías ciudadanas.
Apurado por las presiones de los gremios y de la oposición, la administración del Pro había decidido acelerar los pasos para, en un plazo máximo de 60 días, poder dar "datos reales" de la inflación. Se trataba de una decisión tomada desde lo más alto de la Casa Rosada para responder a los cuestionamientos planteados por la CGT y la oposición.
Es que la falta de un "termómetro" creíble para medir la fiebre de los precios habilitó a los caciques gremiales –sobre todo los identificados hasta ayer no más con el kirchnerismo– a revolear reclamos de aumentos por 30% o 40%. Y también sirvió de excusa y coartada a los empresarios que vienen aplicando –con mayor o menor intencionalidad– aumentos preventivos desde que ganó el macrismo.
De hecho, Sergio Massa, con quien Mauricio Macri mantiene ocasionales alianzas tácticas, le hizo un favor a medias. Reactivó el IPC Congreso –esa rémora de los tiempos de Guillermo Moreno y sus mordazas–, aunque dio un dato que, si bien es alto, estuvo por debajo de lo que informaron los propios funcionarios nacionales: 9,9 a 10,3 "perdió", a sabiendas, el número renovador.
Hace muy pocas horas, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, había anunciado que en dos meses el Indec daría a conocer "datos reales" de inflación. "Entendemos que en unos 60 días vamos a empezar a dar datos reales del problema inflacionario sin mentir más. Esto (la inflación de los últimos dos meses) es un sinceramiento de los precios", apuntó en declaraciones a un canal de noticias.
El ministro, una de las principales espadas políticas de Macri, reconoció el motivo de la premura: "Estamos haciendo algo que el gobierno (de Cristina Kirchner) no hizo en diez años, empezar a preocuparnos por la inflación. La inflación en cualquier lugar del mundo se baja con política monetaria y política fiscal. La inflación 2003 al 2015 creció exorbitantemente. Acá lo que hubo es un sinceramiento de precios. Le estamos planteando a la sociedad que no se puede mentir mas. Diez años de la inflación de las más altas del mundo no se corrigen en 60 días".
Hubo reunión en Casa Rosada con Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló, la terna que conduce las facciones CGT. Se puso en marcha el control precios vía web y se lo bautizó SEPA, un nombre previsible para un método igual de previsible, aunque habitualmente ineficaz. Se ratificó la banda del 25% al 30% de aumento para los salarios, en dos pagos.
Se anunció la inflación en 60 días.
Se fue Bevacqua.
Previsible.