La revolución que promete la megaeditorial Condé Nast

Anna Wintour, flamante directora artística e ícono de la revista Vogue, anunció una serie de cambios rotundos para volver a posicionar las publicaciones del grupo

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Hace unos años, Anna Wintour, David Remnick y Graydon Carter fueron a ver a Samuel Irving Newhouse Jr., el hombre que convirtió la revista Condé Nast en un imperio editorial dorado, para que dirigiera sus revistas emblemáticas. Por ese entonces, la economía se había estrellado y la industria editorial estaba luchando contra una crisis financiera que se convertía, de a poco, en una amenaza existencial. El tema central de la reunión era saber cuál iba a ser el futuro de Condé Nast.

En las claves del éxito, creyeron que el primer cambio necesario era el encontrar un fuerte liderazgo creativo a través de su cartera de revistas dispares (Vogue, Glamour y Gourmet, entre otras) como Alexander Liberman, histórico director artístico y editorial de Vogue en Estados Unidos, lo había dado durante décadas.

Anna Wintour, editora de Vogue y una de las figuras más poderosas de la moda y la edición, fue finalmente designada como heredera de Liberman. Ella y Robert Sauerberg, presidente ejecutivo de Condé Nast, han introducido una ola de cambios, tanto culturales como estructurales, que han dejado algunos trabajadores en la empresa tambaleándose. "Aquellos que quieren las cosas siempre permaneciendo en líneas iguales no viven en el mundo real", dijo Wintour, quien agregó que "es como la perfección: no existe".

Sauerberg, por su parte, confirmó que Condé Nast ganó más de USD 1.000 en ingresos en el 2015. La compañía dijo que, si bien su negocio de impresión se extendió por cerca de 20 revistas, siguió siendo rentable pero que sus ingresos iban en caída desde el 2012. Asimismo, el negocio digital ha crecido un 70 por ciento durante el mismo período, pero ese componente, como con casi todas las demás compañías de medios existentes, representa un porcentaje mucho menor de los ingresos totales, lo que ha disminuido en los últimos años.

El plan de Condé Nast

El plan del Sauerberg y Wintour se centra en el mantenimiento de la cuota de impresión y el aumento de los ingresos digitales a través de un enfoque en el vídeo y la venta de algunas publicaciones para los anunciantes como un paquete, por ejemplo, y al aumentar el tráfico web. En el medio, las carencias suponen la reducción de costos para poder alcanzar el beneficio esperado.

Más de una docena de empleados de Condé Nast hablaron bajo condición de anonimato para discutir asuntos internos sensibles, en donde se lamentó un enfoque en la línea de fondo y una búsqueda incesante de tráfico web. Muchos reconocieron la era del derroche en Condé Nast, en donde las previsiones de ropa y los lujosos autos con los que se movían no podían sostenerse durante mucho tiempo.

Sauerberg defendió la reciente agitación como una reestructuración vital. Su objetivo, dijo, es "asegurarse de que su compañía sigue influyendo en el mundo. Yo soy la parte superior de la lista y estoy increíblemente competitivo. Quiero ganar y ser el mejor". Cathy Horyn, ex crítico de moda en The New York Times, dijo que Condé Nast es "un organismo delicado e históricamente que la empresa ha demostrado que se lleva mejor con un director artístico que exclusivamente financiero".

Las decisiones tomadas en los últimos meses han estado bajo la responsabilidad de Sauerberg. Pero para aquellos que trabajan en Condé Nast, Wintour es quien se cierne detrás de cada cambio. Además de la edición de la revista Vogue, supervisa revistas tan variadas como Golf Digest (Remnick, en The New Yorker, y Carter, en la revista Vanity Fair, quedan en gran medida a su suerte).

Media docena de empleados actuales y anteriores Condé Nast ven positivo trabajar con Wintour como un privilegio de alguna manera -ella tiene acceso a mejores presupuestos, los mejores fotógrafos y celebridades y socialités de llenar páginas- y una experiencia cargada en otros. "Ella gravita hacia su propio estilo visual distintivo y puede ser desdeñoso", explicaron algunos miembros del personal.

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En cierto modo, Wintour y el Sauerberg hacen una extraña pareja. Él es tranquilo y estudiado, y habla con orgullo de los aspectos técnicos de la empresa que ha trabajado durante algunos años, incluyendo un nuevo sistema de gestión de contenidos, el crecimiento en el lado digital de la empresa y las ofertas mejoradas para los anunciantes. Ella, en cambio, afina todos sus objetivos a la moda.

En la entrevista a The New York Times, Wintour habló enérgicamente de Newhouse y Liberman, admitiendo que algo que aprendió de ellos era la personalidad que se necesita para afrontar riesgos. Pero cuando se le preguntó si se ejecuta una empresa editorial en un momento de metas (web de tráfico y reducción de personal), ella reaccióno con firmeza: "No me gusta esa palabra. ¿Por qué la gente quiere quedarse atorado en el pasado? ".