"La sombra de Hitler", una visión novedosa de la Guerra Civil Española

Pierpaolo Barbieri, investigador argentino egresado de Harvard, explicó a Infobae por qué y cómo la Alemania nazi intervino en España. El papel del llamado "dictador económico" Hjalmar Schacht

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Pierpaolo Barbieri: \Trato de ver
Pierpaolo Barbieri: \Trato de ver la guerra civil española con un lente europeo\"" Veronica Jacobson 162

En su nuevo libro, La sombra de Hitler (Taurus), el joven historiador argentino Pierpaolo Barbieri se propone ofrece una nueva visión sobre la Guerra Civil Española y la intervención de la Alemania nazi. Es que para Barbieri, quien desarrolló una vasta investigación en seis países, no fueron ideológicos los motivos que llevaron a Hitler a realizar esta jugada, sino económicos. En este sentido, como explicará más adelante a Infobae, para comprender este proyecto y sus consecuencias es fundamental la figura de Hjalmar Schacht, responsable de la economía del Tercer Reich.

—El libro trata de explicar la Guerra Civil Española de una manera novedosa. En vez de considerarlo historia nacional, lo que yo trato de hacer es tratar de ver el conflicto con un lente europeo y tratar de entender las relaciones económicas que llevaron a la intervención alemana e italiana en el conflicto, que fue lo que determinó el curso de la Guerra.

—Empecé esto en la Universidad de Harvard. Fue mi tesis de grado, después fue mi tesis de posgrado y también hice investigación en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, lo que conllevó a hacer seguir en España, Italia, Alemania, Francia, Inglaterra y en los Estados Unidos. Estuve en distintos archivos, tratando de ver los documentos originales para ver si esta idea novedosa se podía probar con los documentos. En ese sentido, es un libro de Historia que trata de apuntar a un público general, pero también, para el que está interesado, tiene citas al final dando fuentes específicas de los distintos argumentos.

—Sí, por supuesto. Crear un libro es como pintar un cuadro: las cosas van cambiando a medida que uno avanza. Creo que los debates que no me esperaba encontrar fueron aquellos que hubo en la Alemania nazi. Algo que yo no esperaba es lo que yo llamo la Guerra Civil dentro del gabinete alemán, entre quienes proponían el imperio informal, como el que se trata de construir en España, y los que querían un imperio formal basado en el control pseudo racial de los pueblos. Como a todos, a mi me habían contado la historia del nazismo como una línea recta que iba desde 1933 a 1945, y eso era algo que no te explicaba estos debates económicos dentro del régimen.

—Trato de presentar a estos actores de una manera nueva, y especialmente en lo que hace al conflicto español, porque era un conflicto en el que los nazis invirtieron muchos recursos y fue, si se quiere, la primera intervención extranjera del nazismo.

—En principio es un tema estratégico, pero muy rápidamente y por la duración de la Guerra se convierte en un proyecto económico. Los españoles nacionalistas, el bando de Francisco Franco, necesitan de los alemanes porque necesitan recursos bélicos que no tienen. Necesitan crédito, pero ¿a cambio de qué? Por muchos años, nos contaron una historia que dice que intervinieron España por temas ideológicos. Lo que yo trato de proponer es que lo hicieron a cambio de un proceso de penetración económica donde las industrias alemanas se hacían de las españolas y proponían que esto continuara en el tiempo mucho más allá de la guerra civil.

—Exactamente. Schacht era como la unión del poder monetario y fiscal en una sola persona. Desde ese lugar, el que llamaban "dictador económico" de la Alemania nazi construía una política en la que apuntaba al control informal de los territorios. Es decir, no conquistarlos sino ejercer la hegemonía económica. Y España fue, de acuerdo con mi investigación, el lugar en el que mejor funcionó el proyecto.

—Técnicamente, Alemania nunca pidió que España entrara a la Guerra y se mantuvo estrictamente neutral, pero en términos económicos no existía la neutralidad, sino que se comerciaba mucho y eso fue lo que realmente produjo el quiebre de Franco con las democracias. Es muy interesante, porque la única reunión que existió entre Hitler y Franco fue un desastre: Hitler famosamente dijo que prefería ir al dentista antes que verlo a Franco en alguna otra oportunidad. Nunca se llegó a una alianza formal, lo que sí quedaba era este tema económico donde el 75 por ciento de todas las exportaciones de España iban al Eje, y eso era una dislocación que se había creado durante la Guerra. En la España de la pre Guerra, la mayoría del flujo comercial externo iba al Reino Unido o a Francia, y eso en el transcurso de la guerra civil se redirecciona a Alemania.

—Exactamente. Franco no solamente entregó sus víctimas sino que también entregó las deudas que tenía con Mussolini o con Hitler, que eran muy distintas: Hitler tenía un proyecto de penetración económica que los italianos nunca tuvieron. En ese contexto, después de la Guerra Franco se intentó desligar de sus espónsores fascistas, porque ellos habían perdido y él no, y él planea quedarse en el poder. Entonces tiene que crear una ideología porque no la tiene: al principio Franco es una persona desprovista de ideología, entonces pivotea y trata de adaptar su relato ideológico para tener una perspectiva no fascista.

—Lo hace desde el conservadurismo, el autoritarismo político y de un alineamiento con los católicos conservadores. Crea lo que se llama un nacionalcatolicismo, que luego sobrevive hasta su muerte. Franco logró estar en el poder 30 años en el medio de una Europa cada vez más integrada. Logra una alianza con los Estados Unidos, basada en la idea del anticomunismo, pero lo que no logra es que Europa lo acepte. Todos los que habían luchado contra él o los que se acordaban de la guerra civil española sabían que había ganado un Franco que no fue exactamente respetuoso de los derechos humanos con los que perdieron.

—Cuando Perón va al exilio, va a la España de Franco, pero es muy importante recordar que la política fascista en la economía española de la guerra lleva a una gran hambruna, porque eran políticas muy poco eficientes. En ese contexto, Argentina va a la ayuda de Franco y hay contactos políticos y económicos donde ayuda con granos, aparte de con apoyo político, a que Franco no esté tan aislado.

—No en el sentido de construcción de liderazgo, porque Perón, a pesar de que venía de una junta, fue elegido popularmente y Franco nunca participó de una elección. Franco tenía un perfil monárquico y muy atado a la Iglesia, que era distinto en el caso de Perón. Lo que sí se ve es que los dos fueron inspirados en su juventud por el fascismo de Mussolini y la estrategia económica corporatista, donde el Estado actúa como mediador entre los sindicatos y el capital. Ambos eran anticomunistas y venían de una tercera vía, que no era capitalista ni comunista.

—Yo creo que en el proceso de la democratización de España se sacrifica saber todos los crímenes y ahondar en el pasado por la estabilidad política. Y así se crea una democracia afianzada, integrada a Europa y exitosa económicamente. España lo ha construido desde ese país poco desarrollado que dejó Franco en 1975. En ese contexto, creo que se sacrificó mucho en el momento de hacer la transición y luego, cuando está afianzado el proyecto democráctico, se ha vuelto a ver cosas que había que sacar de las fosas comunes. Y no solamente me refiero a los cuerpos, sino a dependencias políticas que se tenían y no se pueden ocultar para siempre. Franco cometió muchísimos crímenes de lesa humanidad, así como también hubo crímenes del otro lado de la guerra, porque fue un enfrentamiento fratricida y sin cuartel. En ese contexto, es importante para el futuro de los pueblos entender el pasado. Yo apoyo la iniciativa de entender cuales fueron los crímenes, juzgar a los responsables y tener una memoria que sea respetuosa con el pasado y las víctimas.

—Hay un debate. No se derogó la Ley ni se trató de eliminarla. Todavía está muy vivo el tema, por eso la perspectiva depende del partido al que uno le pregunte. Lo que sí es importante que en España se ha dejado a los jueces actuar sin problemas políticos. En la época de Baltasar Garzón creo que los hubo más que ahora.

—Sí, en ese sentido el libro propone una mirada mucho menos española. Si no, creo que caemos muy fácilmente en las divisiones ideológicas y considero que es muy interesante pensarlo desde lo que era este proyecto de imperialismo alemán para la integración de Europa. Yo lo que siempre digo es que hoy tenemos instituciones que muchos critican, que son proclives a la crisis y han sufrido la crisis de deuda soberana, pero sin embargo son instituciones mucho más plurales y democráticas que las que hubieran hecho los nazis. El proyecto de integración que quería Schacht y sus asociados no era para nada democrático, iba a ser manejado desde Berlín sin la posibilidad de que nadie más pudiera opinar, mientras que desde la Unión Europea se ha construido un proyecto democrático y respetuoso de los derechos humanos.

—Creo que a la larga la ley en sí va a seguir vigente y sin embargo hay ciertos crímenes que igual se van a investigar. La gran ironía es que la ley de Amnistía fue originalmente pensada para proteger a las víctimas del franquismo y no a los líderes. Sin embargo, después fue usada para promover a los otros. Yo apoyo las iniciativas judiciales para tratar de entender cómo murieron las víctimas. Creo que la Historia no está para estar enterrada, si no no hubiera escrito el libro. Pero es importante saber que en 1975, cuando la democracia en España no existía y muchos la creían imposible, era necesaria una ley que permitiera que los que habían sido ministros de Franco pudieran meterse en una elección y crear un partido, y eso ha llevado a una democracia muy exitosa.

—Hubo un bipartidismo donde estaba el PSOE, que eran socialistas, y el PP, fundado por un ministro franquista que hacía una propuesta conservadora pero democrática. Rajoy viene de ese partido, y por eso es que hay mucha gente que critica iniciativas como la Ley de Memoria Histórica, pero yo no creo que Francisco Franco se merezca tener estatuas de él en el medio de Madrid.

—Yo no apoyo eso, creo que para los que fueron sus víctimas es un recordatorio demasiado cruento del pasado. Tampoco quiere decir que vayamos a eliminar todo, porque no se puede borrar la Historia, pero sí ciertas figuras y, dados los crímenes del franquismo, es difícil que siga en ese estado de centralidad como si fuera Don Quijote. Creo que Franco debería estar en los museos, pero quizás no en el centro de la ciudad en una efigie cual Napoleón Bonaparte. Los franceses pueden amar el proyecto político de Napoleón, pero es muy difícil divorciar los crímenes del franquismo con sus políticas, porque Franco no creó un sistema más plural y democrático, sino que fue a un lugar aislado, autoritario y desprovisto de derechos.

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