Cuáles son las recetas exitosas para ganarle la guerra a la inflación

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La inflación se transformó, con el tiempo, en la madre de las conversaciones sobre economía en las mesas de los argentinos. El foco ahora es la carne y las tarifas de la luz, en otro momento, los medicamentos, la obra social o la cuota del colegio. En una década marcada por suba de precios de dos dígitos anual, la discusión se recalienta en los primeros meses de cada año, cuando las paritarias entran en la escena política con la ecuación que enfrenta a los gremios con los empresarios y el Gobierno: precios nuevos y salarios viejos.

Los gremios miran hacia atrás resaltando la pérdida del salario real del último año. El Gobierno mira hacia adelante, en la búsqueda de poner un tope de entre 20 y 25% en los reclamos. Y la tensión se reaviva.

Los últimos dos meses, el período desde que Mauricio Macri asumió la presidencia, son la antesala de estas discusiones. Aún sin datos oficiales del Indec (el IPC recién se publicaría en septiembre), las consultoras privadas estimaron un índice de inflación de un 4% en diciembre del año pasado, y del 3% para enero. Una proyección más o menos conservadora no da menos de 30% en el año.

En 2015, la Argentina se ubicó en el top 3 de los países con más inflación del mundo. El aumento de precios del 26,9% en 2015 sólo fue superado por Ucrania (43,3%) y Venezuela (273,7%), de acuerdo a un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que utilizó el índice de precios de la ciudad de Buenos Aires para hacer la comparación mundial.

Macri reconoció que la lucha es de largo plazo. "Nos llevará dos o tres años llegar a una inflación como los demás países de Latinoamérica y del mundo", aseguró esta semana al lado del empresario Alfredo Coto, el mismo que recibió un reto del ex mandatario Néstor Kirchner en 2005 por hablar de inflación, con el famoso latiguillo "yo te conozco". Las metas que presentó el ministro de Finanzas, Alfonso Prat Gay, siguen esa línea. El Gobierno pretende terminar el año con una inflación entre 20 y 25%, para bajarla a un nivel de 12 a 17% en 2017.

El programa de metas del Gobierno ubica la inflación entre un 8 y 12% en 2018, para finalmente llegar en el último año de gestión a un dígito, en torno al 5 por ciento anual. Para Fausto Spotorno, economista jefe de Ferreres & Asociados, la meta para el primer año es "muy optimista", y desde la consultora proyectan una inflación del 33% para 2015. "Terminaría en 29% si son muy duros con la política monetaria", anticipó, en diálogo con Infobae.

Entre el control y la emisión monetaria

La fórmula efectiva para bajar la inflación no sólo es la más buscada, sino que también divide a los economistas. El kirchnerismo aplicó el control de precios. En 2011, el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, aseguró que el kilo de pan debía salir $2,5, y ese control se replicó a otros sectores. Esa política que también aplicó Diocelsiano hace más de 4.000 años en la antigua Roma con un edicto de precios máximos no solucionó el problema, y sólo exacerbó la crítica a los productores y comerciantes por los aumentos

Esas críticas hoy continúan. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, llamó a la población a no comer carne bovina por los aumentos de precios, y el Gobierno anticipó que tomará medidas con los empresarios que especulen con subas. La Comisión Nacional de Defensa para la Competencia (CNDC) será el nuevo caballito de batalla, con multas por aumentos "injustificados". En búsqueda del término medio, Prat-Gay ya lo había anticipado cuando anunció el fin de cepo: "No somos Moreno, pero esto tampoco es la ley de la selva".

Más allá del control o seguimiento de los precios, según quien lo mire, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, se refiere a la inflación como un fenómeno monetario, citando sin citar al economista Milton Friedman. "¿Inflación? Es un tema de (Federico) Sturzenegger", responde en reuniones privadas en referencia a la política monetaria del Banco Central (BCRA), a quien le pregunta sobre la suba sostenida y generalizada de precios.

"Los anuncios son ibuprofenos microeconómicos para sincronizar expectativas, pero el problema de fondo es la política monetaria y la pata fiscal", resumió Spotorno.

Los excesos de emisión monetaria para cubrir déficit fiscal fue un rasgo común de los años con alta inflación que, en el fondo, se utilizó para darle plata a un consumidor enorme: el Estado. La emisión se generó para pagar gastos altos sin poseer los recursos para hacerlo. La reducción del déficit fiscal desde un 6,1% del PBI en 2016 a un 0,3% en 2019 también está en las metas del Gobierno.

En diálogo con Infobae, Spotorno aseguró que el BCRA está reduciendo la emisión monetaria, pero el Gobierno debería llegar a un acuerdo con los holdouts a más tardar en el segundo trimestre, ya que en algún momento se deberá reemplazar la emisión monetaria con entrada de capital para financiar al gasto público por otra vía. "Si el Central logra dejar de emitir, se podrán contener las presiones inflacionarias".

El economista Javier Milei coincidió en que una inflación en torno al 22,5% es una tarea "difícil de cumplir", porque la política monetaria posee un rezago de 18 meses entre que se emite y genera inflación. "Un tercio de la inflación de 2016 estará determinada por lo que hizo Alejandro Vanoli", dijo a Infobae. Entre 2007 y 2015, estimó una emisión del 498%, y una inflación del 483% en el mismo período, por lo que en su opinión, la relación entre emisión monetaria e inflación es directa.

La experiencia en el mundo

"La inflación es un fantasma en América Latina, que va y se viene, va y se viene". La frase pertenece a Alejandro Foxley, ex ministro de Finanzas de Chile, que en la década del 90 logró bajar la tasa de inflación del 30% al 12,2% en cuatro años, en la transición democrática tras la dictadura de Augusto Pinochet. Pero, ¿cómo lo hizo?

Foxley aseguró que el equilibrio fiscal es uno de los puntos más importantes, y se debe obtener "a cualquier costo". Pero también es importante tener un Banco Central autónomo, con una meta de control de la inflación, y con un ministerio de Economía que ayude con ese objetivo.

Colombia es otro de los países de la región que a principios de los 90 comenzó con las metas de inflación, aunque de una manera menos explícita que en el caso chileno. En 1992, el país tenía una inflación del 25,1% anual, y en una década logró bajarla hasta un 5,5% anual en 2014, con un impacto positivo sobre el Producto Bruto Interno (PBI).

"No hay gran magia para bajar la inflación", sintetizó el economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso. En diálogo con InfobaeTV, explicó que los países que lograron salir de largos períodos de inflación lo hicieron "devolviéndole la independencia al Banco Central para que pueda defender la moneda de su país", luego de que emitiera para financiar el impuesto inflacionario.

Aunque no todos los economistas creen que es importante, un acuerdo entre el Gobierno, los sindicatos y los empresarios no se quedó atrás en Chile. Se organizaba una mesa tripartita dos veces por año (en abril y noviembre), y el Gobierno consiguió que los aumentos salariales se pacten con la inflación futura y no la pasada. Para lograr ese objetivo, ante todo, se necesita confianza.