Nadie ignora que el instrumento musical representativo del tango es el bandoneón. Nuestro oído asocia de inmediato su sonido con esta música y, por extensión, con la ciudad y la vida urbana. Si bien en la Argentina se lo conocía desde la segunda mitad del siglo XIX, su popularización como instrumento característico del género llegaría recién con la divulgación de la orquesta típica, a la que le otorgó un timbre que, en adelante, sería imposible de excluir. Curioso destino para un aerófono cuyo propósito original, aparentemente, fue acompañar oficios luteranos en la Renania.
El bandoneón nació por la necesidad de perfeccionar un instrumento anterior: la concertina. Existían dos tipos, similares y casi paralelos en cuanto a su historia, uno alemán y otro inglés, cuyo diseño, a su vez, se basaba en aerófonos anteriores más sencillos. La concertina alemana fue creación del luthier Carl Friedrich Uhlig, quien se había propuesto obtener un sustituto del armonio que fuese portátil; su primera presentación fue en 1834 y su forma más desarrollada apareció veinte años más tarde. El tipo inglés, por su parte, se debe al fabricante Charles Wheastone; fue patentado en 1829 y quince años después se presentó mejorado. Tanto la concertina alemana como la inglesa eran instrumentos de lengüeta libre y funcionamiento por fuelle, con botones en ambos extremos que seguían la misma dirección de aquel.
Eso las diferenciaba notablemente del acordeón, cuyas teclas, al oprimirse, toman una dirección perpendicular al fuelle. Los botones estaban dispuestos sobre cajas cuyas formas sufrieron varias modificaciones (octogonal, hexagonal, cuadrada) y la cantidad de tonos solía variar mucho entre distintos modelos de cada una. En el tipo alemán, al estirar o comprimir el fuelle las teclas ofrecían sonidos diferentes (es decir, eran teclas bisonoras), mientras que el tipo inglés tenía un único sonido por cada botón, independientemente de que el fuelle estuviera abriéndose o cerrándose.
La concertina que evolucionó hacia el bandoneón fue la alemana. El profesor de música Heinrich Band comenzó con las reformas hacia 1840. Normalizó la sección cuadrangular y dispuso los botones de modo diferente, dándole a este nuevo instrumento el nombre de bandonion. La cantidad de tonos varió entre cincuenta y seis (veintiocho botones) y ciento treinta (sesenta y cinco botones) según el modelo. Posteriormente, el modelo adoptado por los músicos del tango tenía setenta y un botones y ciento cuarenta y dos tonos, y se convirtió en el bandoneón "estándar" para el género.