Las míticas partidas entre Gary Kasparov y Deep Blue acaban de reeditarse, pero esta vez empleando el Go, milenario juego oriental algo más complejo que el ajedrez.
Hasta la fecha, los programas informáticos de Go más exitosos llegaron a jugar al nivel de aficionados, pero nunca le habían ganado a un profesional.
El juego requiere constantemente evaluar posiciones y movimientos sobre un tablero más grande que el del ajedrez. Pero el nuevo programa desarrollado por DeepMind, bautizado como AlphaGo, derrotó en una partida a cinco juegos al profesional chino Fan Hui -tres veces campeón de Europa de Go-, quien no logró anotarse una sola manga en este choque contra la máquina.
En 2015, un sistema de DeppMind ya era capaz de aprender solo y derrotar a humanos en diversos juegos, incluido iSpace Invaders/i.
La aparición de AlphaGo, destacan sus creadores, podría permitir importantes avances en dominios de la inteligencia artificial que, de momento, parecen inaccesibles para los investigadores.
Según explican los expertos de DeepMind, comprada por Google en 2014, AlphaGo usa "redes de valor" para evaluar posiciones sobre el tablero y "redes de táctica" para seleccionar los movimientos de las fichas.
Las redes neuronales artificiales de AlphaGo "se adiestran en este juego a través de un proceso de enseñanza supervisado por un ser humano que, a su vez, se ve reforzado por el aprendizaje que obtiene la máquina al jugar contra sí misma.
En partidas contra otros programas de Go, AlphaGo ganó el 99,8% de los choques, incluido el mantenido contra el profesional Fan Hui, destacan los investigadores, según la revista Nature.
La Asociación Británica de Go emitió un comunicado para felicitar a DeepMind por este logro, al tiempo que espera la revancha en una partida que se celebrará en marzo en Seúl contra el número uno mundial durante los últimos diez años, el surcoreano Lee Sedol.
Cómo se juega al Go
El popular juego de Go enfrenta sobre un tablero a dos oponentes que deben colocar alternativamente piedras negras y blancas en las intersecciones libres de una cuadrícula de 19×19 líneas.
El objetivo es dominar la mayor superficie del tablero, para lo que los jugadores deben elegir entre ubicar la fichas juntas y protegerlas entre sí para evitar que sean capturadas, o separarlas de manera que puedan ganar terreno en la cuadrícula.
Encontrar un equilibrio entre las dos alternativas es la dificultad estratégica del ajedrez oriental, surgido en China hace 3.000 años, y con una clara influencia de los principios espirituales taoístas.