Escuchar noticias sobre accidentes de tránsito causados por personas que conducían un vehículo con niveles de alcohol en sangre superiores al permitido se volvió casi moneda corriente.
Es que si bien se sabe que las consecuencias de manejar bajo los efectos del alcohol pueden ser mortales, muchas son las personas que creen poder "dominar" la situación y ponen en peligro su vida y la de terceros.
Para poner blanco sobre negro, según estadísticas de la Dirección General de Seguridad Vial, nueve de cada diez incidentes de tránsito ocurridos durante los fines de semana se deben al consumo excesivo de alcohol por parte de los conductores.
Otro dato relevante de la ONG Luchemos por la Vida es que más de la mitad de los accidentes viales con muertos o heridos registrados en la Argentina, están asociados al consumo de alcohol.
Así es que el consumo de bebidas alcohólicas y los efectos que genera sobre los conductores al volante, ocupa un lugar central en la agenda social y más aún durante el período de vacaciones.
Conducirte, una compañía que busca mejorar los hábitos de conducción a través de la concientización, la innovación y la tecnología, enumeró cuáles son los cambios que produce la ingesta de bebidas alcohólicas y por qué no se debe conducir en tal estado:
1. Disminución del campo perceptual y visión túnel. Genera la pérdida de la visión estereoscópica, profundidad y alteraciones de la percepción de colores, en especial el rojo. Además, aparecen dificultades que ocasionan desatención a las señales de tránsito.
2. Ralentización de la función psicomotora. Prolonga el tiempo de reacción del conductor, que pasa de 0,75 segundos (gráficamente sacar el pie del acelerador y ponerlo en el freno) a 2 o más segundos; y como consecuencia de ello, la distancia de detención de un vehículo a una velocidad de 100 Km/h se prolonga entre 20 y 30 metros. También disminuye la capacidad de atender a situaciones de peligro y la respuesta a las mismas se comienza a lentificar y se hace más confusa.
3. Alteraciones del comportamiento y de la conducta. El alcohol etílico o etanol es un depresor del sistema nervioso central (SNC) y en la intoxicación alcohólica aguda, de acuerdo al nivel de consumo, produce cuatro estadios: inestabilidad emocional, confusión, estupor y coma. El conductor que no presenta síntomas es el más riesgoso porque conduce bajo el "efecto de engaño", que implica la disminución de la visión y de reflejos, más una sensación de euforia que genera que el conductor se guíe por sus impulsos.
Más de la mitad de los accidentes viales con muertos o heridos registrados en la Argentina están asociados al consumo de alcohol
"No se trata sólo de cumplir la ley sino de cuidar nuestra vida y la de las personas que nos rodean. El 60% de nuestra cotidianidad transcurre en la vía pública y cualquier ciudadano se puede ver involucrado en un siniestro vial a raíz de conductores alcoholizados, esto vuelve a la educación y a la concientización vial un punto clave para la sociedad", consideró Pablo Damiani, director ejecutivo y cofundador de Conducirte.
A través de su simulador exclusivo, la compañía lleva a cabo un gran trabajo de concientización ya que utiliza gafas que recrean los efectos del alcohol (con distintas graduaciones de entre 0,4 y 0,6 gramos por litro de sangre) para realizar ejercicios de capacitación y experimentar las sensaciones de un estado de ebriedad al volante.
Luego los ejercicios se repiten sin lentes, para que los usuarios puedan comprobar las diferencias en el tiempo de reacción, frenado, semáforo y señales de tránsito.