Lo que resulta muy difícil discernir en la Argentina es cuándo la torpeza se transforma en complicidad. O cuando la complicidad se disfraza de torpeza. O si en verdad, torpezas y complicidades navegan juntas en beneficio de la impunidad y la protección de lo que se ha dado en llamar "el criptoestado", el poder enquistado en el poder, encargado de los trabajos sucios y muy sucios.
Más allá del viaje del presidente Macri al Foro Económico Mundial de Davos, un camino circundado de rosas y de cardos, por encima de las escaramuzas entre el PJ y el kirchnerismo, escaramuzas que presagian una batalla campal a corto plazo (y, como decía el gran humorista Landrú, cuando dos elefantes se pelean en un jardín, las que pierden son las flores) más allá de logros y tropiezos en un gobierno todavía flamante que enfrenta una serie de zancadillas y resistencias que en tiempos no tan lejanos hubiesen sido "golpistas y destituyentes" según la visión de quienes hoy las practican, la semana estuvo dominada por el primer aniversario de la muerte del fiscal Alberto Nisman y por lo que esa dudosa muerte implica: la enorme duda que envuelve al gobierno de Cristina Kirchner, denunciada por el fiscal de encubrir a los autores del atentado a la AMIA de 1994; a parte de su gabinete, que ensució la memoria del fiscal muerto y la enorme vergüenza de un Poder Judicial que, a un año de que Nisman apareciera muerto en su departamento con una bala en la cabeza, no acierta todavía a dilucidar cuándo murió el fiscal y de qué forma. Al menos sí determinó que Nisman murió, una conclusión si se quiera absurda por lo evidente. Además, el Poder Judicial, cuyo prestigio está en juego en esta causa, ni siquiera investigó la denuncia del fiscal, que iba a ratificarla ante el Congreso cuando lo sorprendió la muerte.
¿Torpeza o complicidad? La ya legendaria imagen de la fiscal Viviana Fein chapoteando con sus zapatos bajos en la sangre del fiscal, parece torpeza; la presencia del entonces secretario de Seguridad, de un juez y, entre mucha otra gente, de la plana mayor de la Policía Federal en la escena del crimen que, se supone, debió ser preservada, parece complicidad. Que la fiscal Fein haya expuesto su carrera judicial de largos años, que algunas fuentes calificaban de intachable, en este escándalo de frustración y denegación de justicia, puede que sea torpeza: tal vez la fiscal se vio desbordada por un caso que le quedaba holgado. Que la procuradora general de la Nació, Alejandra Gils Carbó, ligada con estrechos lazos al anterior gobierno, haya premiado con ascensos a los miembros de la fiscalía de Fein por su éxito en conseguir nada asemeja más un mensaje de perfil delincuencial que un reconocimiento al deber cumplido.
Tal vez la fiscal Viviana Fein se vio desbordada por un caso que le quedaba holgado
La decisión de la jueza Fabiana Palmaghini de desplazar a Fein y hacerse cargo del crimen de Nisman fue tomada cuando empezaron a soplar nuevos vientos tras el cambio de gobierno. ¿Hubo que esperar un año para avanzar con una medida que debió ser tomada apenas ocurrida la muerte del fiscal? ¿Se mueve el Poder Judicial según los humores del huésped de la Casa de Gobierno? Y si es así, ¿qué es eso? ¿Torpeza o complicidad?
Para dejar de lado el caso Nisman, el prófugo más buscado en la causa que investiga el tráfico de efedrina, Ibar Pérez Corradi, acusado por sus cómplices de ser el instigador del triple crimen de General Rodríguez, anunció a través de su abogado, su inminente entrega a las autoridades: todavía lo están esperando. El ex Secretario de Seguridad, Sergio Berni, el mismo que invadió la escena del crimen Nisman, está sospechado por un fiscal de haber tenido al prófugo a su disposición y poco menos que haberlo dejado que siguiera su sinuoso camino. ¿Torpeza o complicidad?
El ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández fue sindicado por Martín Lanatta, uno de los protagonistas de la fuga del penal de máxima seguridad de General Alvear, como otro de los instigadores del triple crimen y cuasi cerebro del tráfico de efedrina, organización que aportó dinero en la campaña electoral de 2007 de Cristina Kirchner. Lanatta ratificó sus declaraciones periodísticas al colega Jorge Lanata, ante la jueza María Servini de Cubría. ¿Cómo es que Aníbal Fernández no fue llamado a declarar para que esa acusación se vea ratificada, o el sospechado deje a salvo su buen nombre y honor, si es el caso? Ese andar tortuguesco del Poder Judicial ¿es torpeza o complicidad?
Todavía no está esclarecida la cadena de torpezas o complicidades, o de torpezas y complicidades, que habilitaron la fuga de los tres condenados a perpetua por el triple crimen: Martín y Cristan Lanatta y Víctor Schillaci. "Los dejaron ir", dijo esta semana la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. ¿Quiénes, cómo, por qué "los dejaron ir"? Eso, todavía es un misterio. Los dos funcionarios responsables del Servicio Penitenciario y de la cárcel de General Alvear, fueron relevados de inmediato. De inmediato también fueron designados por el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires en un tribunal de Justicia ¿Torpeza, complicidad?, nombramientos que bajó de un plumazo la gobernadora María Eugenia Vidal. ¿Fueron los únicos responsables de la fuga? ¿Despertaron ambos una mañana y, por azar, por empatía, decidieron lo mismo, vamos a dejar fugar a estos tres? ¿No hay por sobre ellos una cadena de mando, responsables políticos, estrategas del disturbio, que debería ser investigada?
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