La calidad de vida influye directamente sobre los factores de reproducción. En fertilidad, estas variables reciben el nombre de "factores no fecundantes" que, sin duda, pueden tener un rol decisivo en que se logre, o no, el tan ansiado "positivo".
De ahí que conocer cuáles son estos factores y qué sucede con cada uno de ellos cuando se está buscando un hijo es sumamente útil para modificar ciertas costumbres que pueden conspirar contra la concepción y un embarazo exitoso.
"El estrés, los ambientes tóxicos, el alcohol, las drogas, el tabaco, la cafeína y la mala nutrición son algunos de los factores no fecundantes", aseguró el doctor Sergio Pasqualini (MN 39.914), director científico de Halitus Instituto Médico, quien enfatizó que "en muchos casos, la solución depende de las circunstancias, pero también de la voluntad y la disposición para modificar la propia realidad".
El autor del libro Cuidar la fertilidad enumeró las principales causas no físicas que perjudican la fertilidad.
El estrés
El estrés ejerce influencias biológicas que a través del tiempo determinan trastornos clínicos definidos. Un posible trastorno derivado del estrés resultó ser la infertilidad. "Junto a otras variables externas puede incidir en la fertilidad, si bien, a diferencia de otras alteraciones, puede controlarse para aumentar las probabilidades de tener un hijo", consideró Pasqualini.
La mente y el cuerpo interactúan constantemente e influyen sobre la salud o la enfermedad de las personas.
El estrés puede aparecer en las personas que quieren ser padres de dos maneras:
• Como factor "preexistente" que afecta o retrasa el logro del embarazo.
• Como elemento derivado del diagnóstico de infertilidad y de la sucesión de tratamientos cuando la búsqueda se complica.
"El hombre, de quien poco se habla, puede sufrir tanto como la mujer, o incluso más. Dado que existe el mito que asocia los problemas de fertilidad con la virilidad, a veces resulta difícil enfrentar la conmoción en los varones", destacó el especialista, quien resaltó que "cuando la llegada de un hijo se demora, el estrés aumenta, y ese aumento puede disminuir las posibilidades de lograr un embarazo".
Hoy se sabe que, en las mujeres, el estrés es capaz de modificar el ciclo ovulatorio e incluso la calidad de sus óvulos. También, podría afectar la implantación de los embriones.
En cambio, en el hombre las tensiones inciden sobre la calidad espermática y en ocasiones generan disfunciones sexuales, como la eréctil y la aneyaculación.
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