Las esquirlas del cruce copero entre Boca y River, presentes en Mar del Plata. ¿Partido amistoso? ¿Fútbol bien jugado? ¿Goles y maniobras exquisitas? Lejos de eso. Los dos equipos más representativos del país se encargaron de protagonizar otro bochornoso partido y estuvieron cerca de terminar a las trompadas dentro del campo, rodeados de más de 30 mil personas que llenaron las tribunas del José María Minella.
Si bien el Xeneize y el Millonario se habían visto las caras por el campeonato local tras la recordada serie de Copa Libertadores, interrumpida por el fatídico gas pimienta, los jugadores de ambos planteles mostraron abiertamente que quedaron cuentas pendientes. Por eso, desde principio a fin, se repartieron patadas, golpes, Patricio Loustau expulsó a cinco futbolistas y propiciaron una trifulca multitudinaria con suplentes, técnicos y colaboradores incluidos.
La actividad futbolística culminó con el triunfo 1 a 0 del conjunto de Marcelo Gallardo, gracias a un penal convertido por Leonardo Pisculichi a los 18 minutos del primer tiempo, después de una insólita desconcentración de Carlos Tevez, que puso la mano tras un remate de Rodrigo Mora y obligó a la sanción de la pena máxima.
Tanto el campeón de América como el monarca argentino jugaron muy pero muy poquito. Seguramente el Muñeco se habrá llevado buenas conclusiones con el nivel de Ignacio Fernández, el refuerzo debutante que asimiló las presiones de un estreno complicado y se transformó en figura con su seguridad para mover el balón en la mitad de la cancha.
Influyó demasiado en el trámite la roja de Jonathan Silva, una de las incorporaciones top del combinado del Vasco Arruabarrena, cuando apenas iban 10' de la etapa inicial. De ahí en más limitó la intención de su equipo de presionar en terreno adversario, cedió la posesión de la pelota y prácticamente fue nula la conexión de sus líneas medias con los delanteros para inquietar a Marcelo Barovero.
Al margen de las dificultades para hallar el gol tan buscado, Daniel Osvaldo redondeó una labor aceptable, generándose solito y solo las dos opciones más peligrosas para el ganador del último campeonato local: una media vuelta desviada en los primeros 45' y un disparo a las manos de Barovero en el complemento. Bastante más discreto fue lo de Tevez, apagado en todo momento.
A los 20' del segundo tiempo Loustau echó a Gino Peruzzi (decisión exagerada) y 13' más tarde a Daniel Díaz, por un presunto exceso verbal. Dichas circunstancias terminaron de descontrolar a los comandados por Arruabarrena, impotentes por el bajo nivel y desquiciados contra la persona del juez.
Sin la inteligencia necesaria para mantenerse afuera del marco violento, Jonatan Maidana ensayó un cabezazo contra el iApache/i y se sacó de encima con furia al ingresado Andrés Chávez, activando una batahola generalizada que no dio lugar a una batalla campal por la intervención celestial del Papa Francisco. Loustau expulsó a Pisculichi, que había sido reemplazado e invadió para torearse con Marcelo Meli.
Los minutos finales transcurrieron envueltos en una máxima tensión, ya sea en el verde césped como en los ánimos de los espectadores. Los jugadores se comportaron de manera inapropiada, además de dejar evidentes deudas con sus respectivas performances, y deberán de una vez por todas tomar consciencia de la necesidad de bajar los decibeles para no seguir aplacando el enfrentamiento más apasionante de Argentina.
-Estadio: José María Minella
-Árbitro: Patricio Loustau