La expedición comienza con una navegación de 45 minutos y con la promesa de conocer una de las playas más exóticas del mundo. Un santuario de aves, donde se destaca el piquero patiazul (que sólo habita aquí y en Islas Galápagos). Una de las experiencias más enriquecedoras y sorprendentes de México.
Un paraíso para los amantes del ecoturismo ya que todo aquí es agreste y en permanente contacto con la naturaleza más virgen, descubriendo peces multicolores, rayas, delfines, tortugas y la más variada vida marina. En verano es común avistar ballenas no tan distantes de la orilla.
Para acceder a Playa Escondida, también conocida como Playa del amor, hay que nadar equipados con salvavidas y patas de rana, los aproximadamente 14 metros de distancia que separan a la embarcación de la boca de entrada al paraíso.
Se debe ingresar justo en el momento en el que la marea baja, de lo contrario se corre el riesgo de chocar la cabeza contra las afiladas puntas de las rocas. Los guías especializados indican cuándo y acompañan y asisten a los visitantes permanentemente. Tras el muro, la playa dentro del cráter natural a cielo abierto es el tesoro del Parque Nacional Islas Marietas.