En un mundo donde la ansiedad está a la orden del día y la necesidad de controlarlo todo rige el día a día de muchas personas, la vorágine "controladora" llega a límites impensados, casi irracionales, como querer tener dominio sobre un esfínter que no es el propio.
Por irrisorio que parezca, es en lo que incurren muchos padres a quienes pareciera que algo de este proceso tan largo y particular afecta directamente su ansiedad. ¿Por qué estarán tan apurados por que sus hijos dejen los pañales? Basta con que el pequeño llegue a los dos años para que se instale el tema, y ni hablar si llega el verano...
Si bien la época de calor facilita la tarea a los padres, ya que es más cómodo para no lavar tanta ropa, por ejemplo, lo cierto es que el control de esfínteres es un proceso fisiológico y madurativo, que poco tiene que ver con las condiciones climáticas o con una edad igual para todos los niños.
"Suele ocurrir que durante el proceso existen momentos en que 'se escapa', pero a veces si llega el verano y se fuerza al niño a dejar los pañales, lo que pasa no es que se escapó sino que verdaderamente el niño aún no está controlando esfínteres, y eso es independiente de la época del año", aseguró sobre el apuro de los padres la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), para quien "si se sacaron los pañales antes de tiempo, es probable que haya episodios de enuresis o encopresis, sobre todo ante algún hecho que altere al pequeño emocionalmente, y si perdura esta situación, no está de más y no es un retroceso volver a poner los pañales, aunque siempre se debe evaluar cada situación particular".
Según la especialista en maternidad y crianza, poco se observa en qué etapa está el niño y si está o no en condiciones de dejar el pañal "porque socialmente se impuso que los dos años es la edad para iniciar el proceso". Incluso –agregó– "la mayoría de los jardines aún insisten en la condición de entrar a sala de tres sin pañales, lo cual fuerza a las familias a tener todo el verano al chico desnudo, haciéndose pis y caca encima, o persiguiéndolo con la pelela para que cuando llegue marzo hayan logrado el objetivo". Objetivo adulto, por cierto.
"El control de esfínteres no es cuestión de voluntad, es como apurar a una oruga a convertirse en mariposa"
Muchas veces la frustración llega cuando, luego de haber logrado el chico de alguna manera el control de esfínteres, empiezan las clases y "oh, casualidad", vuelve a hacerse pis o caca encima.
"Venimos de la escuela en la que se creía que el control de esfínteres es una cuestión de hábitos, educación y una cuestión de aprendizaje. Y lo cierto es contrario a lo que se cree, este proceso es lento y con idas y vueltas", destacó Ruda, quien enfatizó: "Al ser un proceso madurativo, acelerarlo es contraproducente".
Para ella, "suele exigirse al niño, perdiendo de vista que el control de esfínteres no es cuestión de voluntad".
"Es como apurar a una oruga a convertirse en mariposa", ejemplificó la especialista. Y analizó: "Si un niño está aprendiendo a caminar y nosotros en vez de acompañarlo lo agarramos de la mano y lo hacemos caminar forzosamente, en realidad vamos a lograr que este niño se sienta cada vez más inseguro y hasta podemos retrasar el proceso. Un empujoncito para ayudarlo puede terminar en alguna caída que al niño lo asuste y viva este proceso con temor e inseguridad. En cambio, si dejamos que experimente y vaya probando a su ritmo acompañándolo, sosteniéndolo y, sobre todo, mirándolo, probablemente se sienta más seguro y se anime a caminar cuando de verdad sienta que puede hacerlo, ya que, en definitiva, a nadie le gusta frustrase. Del mismo modo ocurre con el control de esfínteres. Lo único que podemos hacer como padres ante este proceso es esperar, observar, contener y acompañar".
¿Cómo? "Principalmente confiando en sus capacidades. Observando a nuestro hijo sin caer en comparaciones. Sabiendo que este proceso cuenta con etapas diferenciadas y que no hay un tiempo estipulado para cada una, que varía según cada niño y que el hecho de que sea verano sólo favorece a la comodidad de los padres", señaló Ruda.
Tras asegurar que "es importante saber que el control de esfínteres nocturno es más lento que el diurno, al igual que el control del pis ocurre primero que el de la caca, al punto de que muchos niños van al baño a hacer pis y sin embargo piden el pañal para hacer caca", la especialista remarcó que "no hay motivo alguno para negar este pedido".
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