Racionalidad administrativa y eficacia en la gestión

El Gobierno de Mauricio Macri encara, entre otros temas, la superpoblación de empleados públicos y el excesivo gasto público. Aunque siempre el sector público fue excesivo, el número de empleados públicos se ha incrementado desde 2003 en forma considerable, lo que grava el gasto público. Como un problema adicional, es notoria la existencia de empleados o contratados que no cumplen funciones (los llamados popularmente "ñoquis"), por la avalancha de designaciones y contrataciones de último momento hecha por el Gobierno saliente. El excesivo gasto público, que tiene varias facetas, está también influido por la cantidad de personal innecesario en la función pública.

Una de las características positivas que ha invocado el equipo de Cambiemos es su racionalidad administrativa y la eficacia en el gestión. Ambos elementos deberían contribuir a la solución parcial de los dos problemas señalados. Una serie de decretos recientes del Poder Ejecutivo no parece dar una buena señal en ese sentido.

Los decretos 219, 220, 221, 222, 223, 224 y 225 se refieren a designaciones dentro del Ministerio de Turismo; enumeran los cargos y los nombre a los funcionarios que han de ocuparlos. Contemplan dos secretarías: la de Turismo y la de Tecnología, Innovación y Calidad Turística. Y cuatro subsecretarías: Subsecretaría de Coordinación, Subsecretaría de Desarrollo Turístico, Subsecretaría de Promoción Turística Nacional y Subsecretaría de Calidad Turística.

Uno de los elementos que ha invocado el equipo de Cambiemos es la eficacia y la racionalidad administrativa. Una serie de decretos recientes del Poder Ejecutivo parece ser un paso en sentido contrario. Los decretos 219, 220, 221, 222, 223, 224 y 225 del 2015 se refieren a designaciones dentro del Ministerio Turismo; enumera los cargos y nombra a los funcionarios que han de ocuparlo. Contempla dos secretarías, la de Turismo y la de Tecnología, Innovación y Calidad Turística y cinco subsecretarías: Subsecretaría de Coordinación, Subsecretaría de Desarrollo Turístico, Subsecretaría de Promoción Turística Nacional, Subsecretaría de Calidad Turística y Subsecretaría de Innovación y Tecnología.

Un ministro, dos secretarios y cinco subsecretarios parecen excesivos para una actividad como el turismo. Con más razón, cuando ninguna de las funciones especificadas como su competencia en el decreto 13/2015 muestra alguna originalidad sobre las competencias clásicas que muestra el sector.

El turismo ha pasado por diversas estructuras orgánicas. Ha sido conducido por funcionarios con el nivel de subsecretario, en alguna oportunidad, en otras, por funcionarios con el nivel de secretario y desde hace tiempo su conducción está a cargo de un funcionario con el nivel de ministro.

La discusión sobre qué nivel es el adecuado está abierta y es materia opinable. No siempre que el funcionario responsable tenga el nivel de ministro facilita la gestión para el sector. Usualmente responde a satisfacer las inquietudes relativas de los sectores que integran el turismo más que a darle funcionalidad. Lo que más importa es establecer sus políticas, que deben estar estrechamente vinculadas con los objetivos nacionales.

Cualquiera sea la decisión sobre ese nivel, la estructura que ese grupo de decretos organiza parece excesiva y poco funcional. Por ejemplo, no ubica al sector del turismo social como competencia específica de ninguna de esas reparticiones concretas, con títulos demasiado ambiguos.

España siempre ha sido, por su historia, una guía para la discusión. Allí, el turismo como actividad se integra en un mismo ministerio conjuntamente con Energía e Industria. Específicamente, el funcionario a cargo del sector tiene nivel de secretario y de él dependen cuatro directores: Técnico, de Cooperación y Competitividad, de Desarrollo y Turismo Sustentable y de Análisis de Información Turística.

El Ministerio de Turismo de Brasil tiene dos secretarías: de Programación y Desarrollo y de Políticas de Turismo, a la que se agrega Embratur.

En México, uno los países que más visitantes recibe, el turismo está a cargo de un secretario, del cual dependen tres subsecretarios: de Innovación y Desarrollo Turístico, de Calidad y Regulación, y de Planeamiento y Política Turística.

Es difícil entender la funcionalidad de un Ministerio de Turismo, estructurado sobre las bases de esos decretos, conformado por tantas secretarías y subsecretarías, con áreas difíciles de entender y que seguramente requerirán, en su organigrama, el armado de un esquema acorde, empleados y presupuesto. No parecería un buen ejemplo de racionalidad administrativa.

El autor es presidente del Inter American Institute for Democracy.