Flacas y con parásitos, extenuadas por éxodos más largos para reproducirse y con los ciclos migratorios alterados por el aumento de temperatura de la aguas: las ballenas, clave para el ecosistema marino, también sufren el impacto del calentamiento global.
"Se les ven los huesos, enfermas, con parásitos, y eso antes nunca lo veíamos", dijo a la AFP la bióloga ecuatoriana Cristina Castro, mientras observa el edén de estos mamíferos, los más grandes del mundo, frente a Puerto López, 295 km al suroeste de Quito.
A este punto del trópico, las ballenas llegan desde la Antártida para tener sus crías.
Los rituales de apareamiento se repiten en otras zonas costeras de Latinoamérica, como en Cabo Blanco en Perú o Bahía Málaga en Colombia, y también en Puerto Pirámides, en el Atlántico argentino. En todos se nota el impacto del cambio climático.
Con aguas más calientes, disminuyen las fuentes de alimentación, lo cual las hace menos propensas a reproducirse. La mayor temperatura del océano también las confunde, modificando la duración y alcance de sus migraciones.
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