Caballos, cerdos, perros y gallos son algunos de los animales obligados a pelear de acuerdo con la "tradición" de una minoría étnica llamada Miao, en Guizou, China.
Si bien sus defensores reivindican esas prácticas, se trata de una opinión que no todos comparten. En ocasión, del primer proyecto de ley de protección animal presentado en 2004, el 77% de los habitantes del gigante asiático se pronunció a favor de medidas legislativas para detener la masacre.
El concepto es tan cruel como sencillo: llevar animales a enfrentarse en un duelo a muerte, por la única razón del entretenimiento. Los escenarios de las sangrientas peleas suelen ser arenas o estadios, incluso, donde la multitud congregada alienta la barbarie y anhela el peor desenlace.
De acuerdo con la organización People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), los animales utilizados en peleas "son típicamente mantenidos a la intemperie, encadenados y con poco o ningún refugio. Se los droga, golpea y mantiene hambrientos para provocarles un estado agresivo".
Si bien este tipo de contiendas es ilegal en China, la corrupción, la falta de controles y la popularidad de esa "tradición" hacen que se mantengan. Es un fenómeno extendido a otras regiones asiáticas además de China, como Indonesia o Corea del Sur.
"Ningún animal merece ser abusado o asesinado para 'entretener'. Por favor, ayuda a terminar con estos crueles 'deportes' no asistiendo ni promoviendo esos eventos", recomienda PETA. En Asia, estos deportes gozan de buena salud, reúnen a miles de espectadores para cada contienda y son defendidos por sus organizadores, dado que, según ellos, "representan una parte importante de la cultura local".
En China, las peleas entre animales no son la única forma de maltrato. En la ciudad de Yulin, por ejemplo, miles de perros y gatos son sacrificados para el consumo humano, con el pretexto de celebrar el solsticio de verano.
A mediados de este año, agrupaciones y organizaciones defensoras de los animales lanzaron en las redes sociales la campaña #StopYulin2015, para poner fin a la matanza. Famosos, como el británico Ricky Gervais o los estadounidenses Ian Somerhaldere y Pamela Anderson, se sumaron a la iniciativa que cosechó miles de firmas a través de todo el mundo.