Los países del Golfo e Irán: entre la ceguera y la alucinación

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En una entrevista con la revista estadounidense The Atlantic, Ashton Carter, secretario de Defensa de los Estados Unidos, culpó al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) de no oponerse con la suficiente firmeza a Irán en el ámbito regional.

Carter declaró: "Vemos a Irán en todas partes, pero no vemos una presencia firme de los países del Golfo".

En contraposición a su observación, hay muchos artículos en la prensa estadounidense y europea que afirman lo contrario; el analista Carol Giacomo escribió esta semana en el New York Times refiriéndose a que existe "una obsesión de Arabia Saudita que sindica la presencia de Irán en todos los acontecimientos conflictivos de la región". Sin embargo, otros estados del Golfo sufren de ceguera y no ven el peligro que encarna Irán y es ese desbalance lo que fractura la idea de unidad del bloque de los países del CCG.

Sesión del Consejo de Cooperación del Golfo Reuters 163

Lo concreto es que la realidad muestra un poco de ambas cosas; los países del Golfo se encuentran en un estado de confrontación ante múltiples frentes con Irán y ello se ve claramente en lo que es la financiación y el apoyo logístico y militar de la dictadura siria de Basar Al Assad, a quien Teherán ayuda a combatir a la oposición desde hace cuatro años.

En la crisis de Yemen, Arabia Saudita y sus aliados del Golfo están librando su guerra más importante de los últimos tiempos contra los aliados de la Republica Islámica de Irán que tomaron el poder por la fuerza y mantienen como rehenes a varios miembros del gobierno anterior.

Además de Yemen y de Siria, hay otras regiones donde la tensión ha ido creciendo con la ayuda iraní, incluyendo Libia y Líbano.

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Sin embargo, cuando el Secretario de Defensa norteamericano, Ashton Carter, culpa de pasividad a los estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), acentúa su visión de forma explícita respecto de la presencia de Irán en cada lugar de la región donde hay problemas a través de los socios de Teherán. Esto incluye a Hezbollah, una poderosa organización chiíta libanesa que se sostiene con los fondos y las armas iraníes, a la Yihad islámica palestina sunita, al Hamas en Gaza y al extremismo chiíta de oposición religiosa en Bahréin. También al grupo Ansar-Allah, fundado por los iraníes y alineado con Hezbollah en el norte de Yemen y operando actualmente en las fronteras mismas de Arabia Saudita, además de otras muchas organizaciones iraquíes que trabajan para Irán como Asa'ib Ahl al-Haq y Hezbollah en Irak.

Irán siempre ha estado activo en causar disturbios en la región con la intención de exportar la revolución islámica -del chiismo- que instauro el Imán Khomeini y no ha ocultado su apetito por deglutir regímenes de países sunitas desde el comienzo de las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Occidente.

Sin embargo, contrariamente a lo que sugiere la declaración del Secretario Carter, la escalada de tensión no requiere elevar el grado de confrontación con Irán. Ciertamente, la gestión de la crisis con Irán hoy en día no es nada fácil pero requiere de mayor firmeza y mucha sabiduría para sortear los problemas que ella plantea.

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Mientras tanto, Israel y los países del Golfo rompen ciertos recelos históricos ante el avance de Irán en la región y el Ministerio de Exteriores israelí confirmó este viernes la próxima apertura de una misión diplomática en Abu Dabi. No se tratará de una representación bilateral, ya que Emiratos Árabes Unidos (EAU) sigue sin reconocer al Estado judío, sino que ese paso es auspiciado por la ONU en su área de la Agencia Internacional de Energía Renovables (Irena), con sede en la capital emiratí.

De esta manera Israel logra contar con su primera misión diplomática permanente en el Golfo, después de establecer oficinas comerciales en Qatar y Omán hace más de veinte años, tras los Acuerdos de Oslo con los palestinos, aunque luego ambas fueron clausuradas, al igual que las representaciones en Marruecos y Túnez, a raíz del estallido de la Segunda Intifada palestina en el año 2000.

De allí que hasta el momento solo en dos países árabes hay abiertas embajadas israelíes: Egipto, país con el que se establecieron relaciones tras el tratado de paz de 1979, y Jordania, tras el acuerdo bilateral de 1994. La actividad de la legación abierta en Mauritania en 1999 se halla congelada desde la guerra de Gaza de 2008-2009. Pero es un acto que manifiesta claramente un paso adelante entre países que integran el consejo de Cooperación de los países del Golfo para con el Estado de Israel de cara al avance de la Republica Islámica en la región.