A los largo de la frontera norte de Siria, hay algo más que bombardeos y grupos terroristas. Rojava, como se conoce esa región del Kurdistán, aparece como una anomalía en el tablero de Medio Oriente.
Mientras los sangrientos atentados en París han puesto la atención sobre ese lado del mundo, Melike Yasar recorre Latinoamérica explicando de qué se trata lo que ella misma define como una "revolución de las a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" mujeres/a".
Las kurdas llegaron a los diarios occidentales por enfrentar con valentía al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), arrebatando incluso varias ciudades del control de los yihadistas y poniéndole un freno a su avanzada en el norte de lo que estos definieron como su califato. Para ellos, "no se trata de un Estado ni tiene nada que ver con el islam".
"El Estado Islámico no es un Estado ni tiene nada que ver con el islam"
Pese a la proeza militar, Melike insiste en que hay mucho más allá de las armas. "El aspecto militar es el 10% de la lucha de las mujeres kurdas. El 90% restante consiste en la lucha por crear un sistema basado en la liberación femenina", y aclara que ella y sus compañeras saben que "las mujeres y las armas no combinan bien".
Un paréntesis en la historia: Kurdistán, el país que fue borrado del mapa
La reivindicación nacional kurda tiene casi un siglo: después de la Primera Guerra Mundial, Medio Oriente sufrió una profunda reconfiguración de fronteras sellada en el acuerdo Saykes-Picot, entre Inglaterra y Francia. En ese período, el Kurdistán fue dividido en territorios que hoy quedaron dentro de Siria, Irak, Turquía e Irán.
Antes de la partición ocupaba una región estratégica, tanto por su ubicación geográfica, en la Mesopotamia, en medio de los ríos Tigris y Éufrates; como por la cuestión histórica, ya que fue en ese lugar donde nació la civilización humana.
Por eso, a lo largo de cuatro países, esta minoría étnica de 30 millones de personas, unida por su propia lengua y por una cultura común, pelea por su "autodeterminación".
La Primavera Árabe y una nueva etapa
Durante su exposición, Melike Yasar no puede evitar referirse a la llamada Primavera Árabe, posiblemente el hecho político más importante de la región en la última etapa. Aunque no niega su importancia, se muestra decepcionada por los resultados.
"Los levantamientos populares contra dictaduras históricas generaron esperanzas en amplios sectores en Medio Oriente. Lograron derrocar a los dictadores en la mayoría de los casos y, sin embargo, nuevas dictaduras surgieron y tomaron el poder". El problema, según Yasar, fue que esos movimientos populares "no lograron plantear una alternativa".
"En los países en los que tuvo lugar la Primavera Árabe se han incorporado al Código Civil leyes mucho más regresivas que las que existían antes"
"Ahora vivimos un retroceso", explica decepcionada. "La situación de las mujeres, por ejemplo, es peor que la que existía antes de la revolución. De hecho, en los países en los que tuvo lugar la Primavera Árabe, ahora se han incorporado al Código Civil leyes mucho más regresivas que las que existían previamente".
Un ejemplo es la extensión de los matrimonios forzados con niñas. Pese a que en muchos de estos países esta práctica siempre formó parte de una tradición, hoy esa tradición fue incorporada a los Códigos Civiles.
Las mujeres y el Medio Oriente
Por todo esto, en el contexto de la emergencia del extremismo religioso, las guerras civiles y los levantamientos populares, la región se ha convertido en un territorio hostil para las mujeres. Probablemente por eso es que la experiencia de la ciudad de Rojava resulta tan llamativa. Y allí las mujeres no sólo juegan un rol, sino que son las protagonistas.
"En la actualidad, el movimiento kurdo ha desarrollado un sistema que integra también la ideología de la liberación de la mujer". La joven de 31 años, en alemán y sentada junto a una traductora, explica lo que para ella fue un proceso de "reflexión ideológica" dentro del movimiento kurdo, que duró al menos 15 años y que desembocó en lo que es hoy Rojava.
En un principio no fue fácil para los hombres aceptar que las mujeres tuvieran sus propias milicias o que desarrollasen sus propias estructuras dentro de la sociedad. Pero muchas de las mujeres que se unieron a la guerrilla kurda a partir de mediados de los 90 no sólo se involucraron por la lucha nacional, sino que lo hicieron escapando de las estructuras patriarcales, de la opresión de género, o de atrocidades como los casamientos forzados.
"Las sociedades de Medio Oriente están estructuradas de forma feudal y, en ellas, la religión musulmana tiene una influencia preponderante", explica Yasar. De ahí la dificultad. "No era lógico, al comienzo, que las mujeres se manifestaran políticamente".
Un Estado sin Estado: el confederalismo democrático
Lejos de cualquier religión y de las ideas conservadoras dominan la región, la peculiar experiencia kurda tomó cuerpo en Rojava bajo el nombre de
Según Yasar, en el norte de Siria, muy cerca de la frontera con Turquía, ha nacido un nuevo paradigma para todo Medio Oriente.
"A la gente le cuesta pensar una sociedad sin Estado, aunque la existencia de la sociedad es previa al Estado. Tampoco la sociedad fue siempre patriarcal; antes existía el matriarcado y la vida se organizaba alrededor de las mujeres", detalla la kurda.
La historia se remonta a 2011, cuando en el comienzo de la Guerra Civil, las organizaciones kurdas del norte de Siria definieron que pese a su histórico reclamo nacional, no lucharían por un Estado propio. Junto con otras comunidades que habían padecido a los gobiernos de los Al Assad al igual que ellos –como la árabe, la turcomana y la asiria–, los kurdos inauguraron un sistema confederativo en territorios que, como consecuencia del conflicto, habían quedado fuera del control gubernamental.
"Este sistema ha nacido en medio de la guerra (siria), y en la actualidad se ha desarrollado un régimen autogestivo que es un ejemplo en la región y en el mundo entero", explica con orgullo la representante del movimiento. "Escuelas, centros de salud y todo tipo de instituciones surgieron allí y están siendo gestionadas de forma colectiva por los comités del movimiento kurdo".
Para defender ese sistema de Al Assad y de ISIS es que miles de hombres y mujeres se apostaron armados en las rutas. Más tarde, el confederalismo democrático se amplió y fue proclamado en tres cantones de la zona.
Para Rojava, entonces, el avance de ISIS y la continuidad de la guerra implican un riesgo latente contra su existencia. Sin embargo, no está claro cuál será su futuro cuando Bashar al Assad -o eventualmente, el gobierno que lo suceda-, intente restablecer el control sobre los territorios perdidos en la convulsionada Siria.