Manuel Cuesta Morúa, historiador y fundador del partido Arco Progresista de a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" Cuba/a, de orientación socialdemócrata, está convencido de que el cambio político argentino tendrá efectos en el fortalecimiento del estado de derecho y la institucionalidad en los países latinoamericanos y también en la transición de su país hacia la democracia, una transición que espera será gradual y negociada, no traumática.
Además de su activismo en favor de una apertura política democrática en Cuba, integra el Comité Ciudadanos por la Integración Racial, que lucha por poner fin al persistente racismo, rémora cultural de tiempos coloniales, increíblemente vigente tras más de 50 años de una revolución de discurso igualitario.
Por estas actividades, ha sido perseguido y reiteradamente encarcelado por el régimen, la última vez en forma "preventiva", por el intento de organizar una cumbre paralela a la de la Celac en La Habana en 2014.
Infobae dialogó con Cuesta Morúa, de visita en Argentina para participar de un panel organizado por el Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina) sobre el impacto regional de las elecciones, en el que disertó junto al analista Héctor Schamis.
—Usted es uno de los referentes de la oposición en Cuba, milita por un cambio en ese país, y ahora está de visita en el nuestro en el preciso momento en que se produce un cambio aquí. ¿Han estado siguiendo el proceso electoral argentino? ¿Creen que tendrá algún impacto en Cuba?
—Sí, lo hemos estado siguiendo, entre otras razones por una deuda, porque desde Argentina, en ciertos sectores, siempre ha habido interés por lo que acontece en nuestro país. En mi caso particular, estoy bastante informado, hasta donde puede estarlo un extranjero, acerca de cómo se han movido las fuerzas políticas acá, y creo que hay un cambio histórico, más allá de que sea para bien o para mal, después de 12 años de gobierno casi de una familia, y después de varias décadas en que la alternancia era entre el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, surge una tercera fuerza. Eso indica que hay una nueva dinámica en Argentina y es interesante porque eso se emparienta un poco con Cuba. Hay una nueva dinámica en Cuba. Nosotros llevamos 56 años sin ninguna alternancia...
—...y con el gobierno de una sola familia...
—... sí, de una sola familia. Luego creo que es importante este cambio histórico porque en América Latina hay muchas cumbres sobre la pobreza pero ninguna sobre debilidad o fortaleza institucional. Ni una que establezca las relaciones entre debilidad institucional y pobreza. Y yo creo que es importante esta elección por los énfasis que hace el partido de Mauricio Macri en la importancia del Estado de derecho, en las instituciones democráticas. Es importante en este ciclo que comienza que haya países que parece que van a ser un poco más responsables en relación con el estado de derecho, las elecciones democráticas, y eso tiene un impacto definitivo para Cuba, aunque nosotros estemos un poco distantes en la cultura y en el tiempo.
"Cuba es el único país dentro de la Celac que olímpicamente desprecia el estado de derecho y las libertades fundamentales"
—Usted hacía referencia a las cumbres, y en los últimos años gobiernos latinoamericanos que se definen como progresistas, bolivarianos o socialistas del siglo XXI han creado incluso nuevos ámbitos como Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), etcétera. ¿Cómo definiría la actitud de estas cumbres respecto del régimen cubano, que es la última dictadura en el continente?
—No creo que hayan sido muy responsables, por lo menos la Celac, que pretende marcar la distancia entre la relación norte sur, entre Estados Unidos, Canadá y América Latina, buscando nuevos referentes para América Latina, la actitud no ha sido la más positiva, de ninguno de los gobiernos. De hecho nos extrañábamos porque el estatuto de la Celac, que es un nuevo espacio de concertación de los gobiernos de la región, comienza con una cláusula democrática que dice que todos sus Estados miembros están comprometidos con los derechos humanos y las libertades fundamentales; sin embargo todos se han saltado la torera, como se dice en España con el tema de respetar esto, y Cuba es el único país dentro de esta institución nueva que olímpicamente desprecia el estado de derecho y las libertades fundamentales. En el 2014 por ejemplo, cuando se hizo la cumbre de la Celac en La Habana, creíamos que iba a haber un alumbramiento sobre este tema. Sobre todo porque había sectores al interior de Cuba, de la sociedad civil y de la oposición democrática, que estaban impulsando para impulsar una coherencia entre las políticas gubernamentales y las instituciones que, me gustaría insistir, son una de las grandes debilidades de nuestra región.
—El presidente electo, Mauricio Macri, dijo que va a pedir que se aplique la cláusula democrática a Venezuela, esto en el caso del Mercosur. ¿Le solicitarán ustedes que haga lo mismo en la Celac?
Definitivamente lo vamos a hacer. De hecho, somos un grupo de cubanos que vinimos a un seminario sobre sistemas democráticos electorales y de partidos, y muchos estamos agrupados en Cuba en los que se llama Mesa de Unidad de Acción Democrática y enviamos una carta antes de las elecciones celebrando el proceso democrático y expresando nuestro apoyo y solidaridad con este evento. Creo que sí, que en su momento, respetando los tiempos de la instalación, vamos a demandar que el gobierno de Argentina, el gobierno de Macri, haga honor a la cláusula del Mercosur y de la Celac, y vamos a tomar contacto con algunos diputados del PRO, con los que yo en particular he tenido relación, para tratar de hacer llegar esto a las puertas del gabinete de Macri, a fin de empezar una nueva relación, porque creemos que el gobierno de Macri puede trabajar con otras naciones, como Costa Rica o la misma Uruguay, en la dirección de fortalecer el estado de derecho y la democracia en una época global, en la que todos los países quieren trabajar en concertación insertados en un bloque mayor.
—El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, un acontecimiento que tendrá efectos transformadores en Cuba, fue leído por algunos presidentes de la región, y Cristina Kirchner en particular, como una victoria del régimen cubano. ¿Fue realmente una victoria o más bien una muestra de debilidad?
—Yo pienso que fue una muestra de debilidad. La otra lectura implica en algún modo un desconocimiento de la propia narrativa del gobierno cubano. Al final, el gobierno cubano se da cuenta de que: uno, no puede vencer al imperialismo; dos, tenía necesariamente que depender de una relación mayor con un vecino tan cercano; tres, el 20 por ciento de la población cubana viven en los Estados Unidos; cuatro, al final de la historia, el gobierno cubano viene a demostrar que su modelo ha fracasado. Pero yo sí creo que hay una victoria y que a mi modo de ver es importante administrar, sobre todo para los que pretendemos un cambio en Cuba, y la victoria del gobierno cubano es la de no haber sido derrotado humillantemente, porque la lógica de los Estados Unidos sí ciertamente era aplastar, destruir, al gobierno cubano o a la familia de los Castro, y esto no sucedió. No haber sido derrotados humillantemente sí es una victoria, pero al final el país se tiene que abrir, y siguiendo un modelo distinto del que el gobierno quiso implementar en 1959. Pero creo que es importante que este proceso haya sido de modo diplomático porque eso va a tener influencia en la forma y los tiempos de la transición.
—¿Y cómo imagina usted esta transición de un régimen que –conviene recordar— es de partido único y no reconoce libertades tan elementales como la de asociación y expresión, hacia una homologación de su sistema político con el resto del continente?
—Creo que va a ser una transición gradual. Hay dos maneras de hacer las cosas: a través de una revolución, que muchos no la quieren, yo no la quiero, y otra es a través de un proceso de negociación, gradual. Apostamos por una transición institucional y creo que hay una oportunidad para eso. En el 2018, se plantea un relevo generacional [N.de la R: Raúl Castro anunció que se retirará en febrero de ese año] y, al mismo tiempo, un nuevo sistema electoral en el país. Un grupo de cubanos estamos trabajando ahora en un proyecto que llamamos "Otro 18" tratando de que el 2018 signifique otra cosa, sobre todo en el sentido de la pluralidad democrática y política. Por primera vez en 56 años, el gobierno se plantea una movida en el ámbito político, porque anunció que hará una nueva ley electoral para este proceso. De manera que hay una confluencia que a mi modo de ver puede garantizar lo que yo llamo un diálogo institucional, que es lo mejor que puede suceder en Cuba porque se trata de establecer instituciones y reglas de juego claras para la participación de la mayoría, de modo que los tiempos pueden acelerarse o no pero el 2018 es un buen momento para definir ese parte agua entre el pasado y lo que puede ser el futuro en términos políticos.
—¿Está cambiando algo en el plano económico? Porque la alta dependencia del empleo estatal puede verse como una dificultad para que los cubanos puedan rebelarse contra la opresión política...
—Hay una mayor participación de la ciudadanía en lo que se puede llamar la pequeña empresa, no la mediana, pero sí la pequeña, y eso libera a las familias, a los ciudadanos, de las ataduras del Estado, tanto institucionales como mentales. Creo que eso va a influir y ya está influyendo en el proceso de mutación de la sociedad. Ahora mismo muchos sectores de la sociedad civil encuentran una capacidad mayor de recepción en la ciudadanía, en comparación con lo que pasaba hace 5 ó 6 años y esto es muy importante para el proceso de democratización. El gobierno se niega a abrir un poco más la economía, a modernizarla en el plano que todos estamos demandando pero en todo caso la dirección es ésa justamente.
—¿Hay algo que desee agregar?
—Sí, que esperamos que la sociedad argentina nos ayude y nos acompañe en este proceso. Y que seguiremos trabajando porque en Cuba haya otro 18.