La tradición orfebre del Taller Pallarols se remonta hacia mediados del siglo XVIII. Al ingresar al atelier de Juan Carlos Pallarols esa herencia se respira, ese saber preciado de un oficio que fue transmitido de generación en generación y se condensa hoy en su figura. Su pasión por lo que hace demuestra, sin más, por qué es desde hace 33 años el maestro a cargo del diseño de los bastones presidenciales.
Para crear la nueva pieza, que consagrará la asunción del nuevo presidente el 10 de diciembre, el orfebre recorrió durante once meses las 24 provincias argentinas para que miles de ciudadanos de todo el país aporten su granito de arena en la confección. En total, el bastón recibió más de 2,5 millones de "golpecitos" que quedaron impresos en su empuñadura de 90 centímetros. "La gente lo abraza, lo besa, llora, le pide cosas. Más que una obra civil, parece una obra religiosa", señaló a Infobae con emoción.
La intervención popular convirtió al objeto en una obra colectiva. "Siempre nos valemos de un cincel y un martillo, pero el trabajo mayor, y por lo que me llaman el "changarín" del bastón, es por mi intención de que participen los ciudadanos de todo el país. Así logré en estos once meses que tantos golpecitos dados sobre ese bastón lo transformaran en una verdadera obra de arte popular".
La nueva pieza es de madera urunday y plata, procedente del sector argentino de la cordillera. Esa preocupación por imprimirle al bastón un fuerte sello nacional no es nueva y hasta le llegó a causar problemas al artista. En 1983, Pallarols se focalizó en diseñar un bastón "criollo", lo cual le valió no haber sido aceptado por el equipo de Ceremonias y Protocolo del entonces presidente Raúl Alfonsín, que tenía en mente uno de tipo europeo. Sin embargo, el maestro contó a Infobae que el ex mandatario radical siempre prefirió el bastón diseñado por él antes que aquel otro "más pretencioso".
Si bien a partir de entonces sus diseños siguen aquel modelo "criollo" de 1983, Pallarols hizo un par de excepciones. "Menem me pidió, cuando murió su hijo, si podía copiar un solcito muy pequeño que sacamos de un cuaderno del colegio primario y grabarlo en el bastón. Lo hicimos". También tuvo una variante con Néstor Kirchner. Según contó, la directora de un colegio de arte, conocida de la familia Kirchner, le llevó unas pinturas "que se usaban para las cuevas de las manos, que tenían que ver con la actualidad, pero también con los pueblos originarios. Entonces, le pusimos tres piedritas de esas en unos agujeritos del bastón. Fue otra de las pequeñas travesuras que realicé".