La bibliografía lo ubica como el primer fundamentalista islámico moderno y ser la génesis atroz del Estado Islámico, el grupo que el viernes 13 de noviembre asesinó a 132 personas en una serie de atentados en París. Se trata de Muhammad ibd Abd Al-Wahhab, fundador del sangriento "wahabismo" una rama radical del Islam que comenzó su expansión en el siglo XIX en a href="URL_AGRUPADOR_163/arabia-saudi-a1681" rel="noopener noreferrer" Arabia Saud/aita.
Al-Wahhab basó su "éxito" en la alianza tejida con una poderosa dinastía árabe comandada por Muhammad Abd Saud, cuya familia le daría hasta hoy el nombre a su país. Su acuerdo fue ideal para el momento que vivía ese territorio. Juntos sembraron terror entre las tribus beduinas y tenían como objetivo la lucha contra los otomanos, a quienes consideraban no-musulmanes. El desafío al Imperio fue su mejor motor para crecer en "la pureza" del Islam.
Este sunita nació en 1703. Sus radicalizadas enseñanzas sobre la religión fueron causa suficiente para que fuera expulsado de su pueblo en 1740. Fue a partir de entonces que encontró refugio en las manos de Muhammad Abd Saud, quien encontró en él algo nuevo y revolucionario que le serviría para conformar su poder territorial.
Esa "pureza" fue la que los llevó a condenar de manera radical todas las enseñanzas introducidas al Islam a partir del siglo X. Pero además conforma la base intelectual del actual fundamentalismo seguido por Al-Qaeda y los terroristas del Estado Islámico. Esas enseñanzas son todavía las que adopta la mayoría de los saudíes. Todos sunitas, como Al-Wahhab.
Pero para entender el wahhabismo y sus derivaciones reñidas con la civilización, debe tenerse en cuenta un factor clave para el Islam: no sólo la lectura del Corán, sino las enseñanzas que emergen de la Sunna, la tradición, la biografía y las enseñanazas de Mahoma. La Sunna está compuesta por los textos Sira y Hadith.
Es la Sunna la compilación de las enseñanzas y las palabras del profeta. Y lo que hizo renacer Al-Wahhab mientras luchaba contra el Imperio Otomano, a quienes consideraba infieles. Uno de los principios que hizo extender por todo Arabia fue el de la doctrina del takfir, aquella por la cual tenían el poder de condenar a aquellos musulmanes que según ellos no cumplían con los mandatos del Islam.
Entre los mandatos que despreciaban estos sunitas wahhabistas figuraban el tributo a los santos, las peregrinaciones a tumbas y mezquitas, las promesas, el culto a los árboles, la colocación de lápidas en el último destino de los muertos y demás objetos de adoración. Todas prácticas inaceptables para este movimiento extremista, a cuyos actores se les debería aplicar la sharia, la ley fundamental del Islam.
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