, por sus siglas en inglés), crecerá sin su madre, asesinada en el teatro Le Bataclan, donde mil quinientas personas habían concurrido el viernes pasado a ver a Eagles of Death Metal.
Dos días después de lo ocurrido, Antoine pudo sentarse frente a su computadora y escribir una carta. Pero no cualquier carta. Una carta abierta a los terroristas de ISIS, los mismos fundamentalistas que le quitaron la vida al "amor de su vida". A la madre de su pequeño Melvin.
Hélène fue la primera persona señalada como "perdida" a través de las redes sociales. Su destino sería descubierto horas después, el sábado por la noche, cuando se supo que no había sobrevivido a la sanguinaria acción de los yihadistas en el ahora tristemente célebre teatro parisino.
En el mensaje escrito en su perfil de Facebook, Antoine descargó su desazón y tristeza contra los verdugos de su esposa. Pero aclara: "No tendrán mi odio". A continuación, la carta completa publicada el lunes por la noche:
El viernes por la noche, ustedes robaron la vida de un ser humano excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrán mi odio.
No sé quiénes son y no quiero saber. Son almas muertas. Si este Dios por el cual ustedes matan indiscriminadamente nos creó a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi esposa habrá sido una herida en su corazón.
Por eso, no. No les daré el regalo de odiarlos. Están pidiendo eso, pero responder odio con odio sería darles la misma ignorancia con la que están hechos.
Quieren que tenga miedo, para ver a mis compatriotas con desconfianza, para sacrificar mi libertad por seguridad. Han perdido. Este jugador sigue jugando.
La vi a ella esta noche. Finalmente, después de muchas noches y días de esperar. Ella estaba tan hermosa como cuando salió de casa la noche del viernes, tan hermosa como cuando caí enamorado sin esperanza hace doce años.
Por supuesto que estoy devastado de dolor, admito esta pequeña victoria, pero será efímera. Sé que nos acompañará cada día y eso nos encontrará a nosotros en este paraíso de almas libres al que ustedes nunca tendrán acceso.
Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo.
No tengo más tiempo para dedicarles, tengo que unirme a Melvil, quien se está despertando de su siesta. Tiene apenas 17 meses. Comerá sus comidas como de costumbre y después jugaremos como siempre, y toda su vida este pequeño niño te amenazará sólo por ser feliz y libre. Porque no, no tendrás tampoco su odio.