Sin duda, se cumplieron las formalidades de un debate entre presidenciables; no obstante, la estructura misma del debate y el escaso tiempo para el desarrollo de las exposiciones o de las preguntas y respuestas, facilitó la común estrategia de ambos contendientes, de "hacerse el oso" ante preguntas o comentarios incómodos del otro.
Por una parte, Macri eludió sistemáticamente el tema de la devaluación y el ajuste, así como su oposición a las nacionalizaciones de YPF, Anses y Aerolíneas o las relaciones con el FMI planteadas por Scioli. Por otra, Scioli reiteró varias veces que no se debatiera sobre un gobierno que termina -como si él no lo hubiera integrado por más de diez años- y con esa respuesta intentaba eludir ciertas realidades: la devaluación efectiva y la inflación de estos últimos años; sus dificultades con el sistema de salud o para cumplir con los días de clase en la provincia; las mentiras estadísticas sobre inflación y pobreza; su pertenencia a una fuerza política con Aníbal Fernández, Milagro Sala, Carlos Zannini y similares; aunque al mismo tiempo reivindicaba políticas positivas del gobierno que termina y que Macri supuestamente va a eliminar.
Por lo demás, ambos evadieron determinados temas que hacen a los grandes lineamientos de un proyecto: por ejemplo, se eludió el tema de energía. Se sabe que la supuesta nacionalización de YPF supone el control de no más del 8% del total de la producción de petróleo y gas y ninguno mencionó que casi el 60% del déficit fiscal que se agudizó en 2014 y 2015, se debe a los irracionales subsidios que el Estado otorga a las petroleras. Para que no sufran, mientras el precio internacional es de 45 dólares el barril, somos el único país en el mundo que les reconoce a 77 dólares/barril: un monto que ronda los 8.000 millones de dólares anuales. Scioli acusa a Macri por su intención de nombrar como Ministro de Energía a un ex ejecutivo de Shell; como si el actual presidente de YPF, Miguel Galuccio, no fuera un ex ejecutivo de Schlumberger con sede en Londres.
Si para muestra basta un botón, temo que, más allá de las promesas, sus respectivas historias con los 90 no se han saldado y eso se nota, aunque se hagan los osos.