París después de los atentados: la gente volvió a las calles

A 48 horas del peor ataque de la historia reciente de Francia, la sociedad demostró que vivir es la mejor manera de vencer al miedo. En un domingo soleado, cientos de personas salieron a pasear rodeadas de fuerte presencia policial

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 Camila Naveira 163
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Salió el sol en París. La imagen del domingo en la ciudad luz contrasta con la del sábado, un día frío y nublado en el que muy poca gente se animó a poner un pie en la calle. Esta vez, está despejado y parece casi primavera. A menos de 48 horas de los siete atentados que dejaron 132 muertos, París volvió a sentirse París, prueba de que vivir es la mejor manera de vencer al miedo.

Si bien los principales puntos turísticos estaban cerrados, plegados al duelo decretado a nivel nacional y también por razones de seguridad, tanto turistas como parisinos decidieron abandonar sus casas y salir a pasear a la vera del río, tomarse un café en la vereda o simplemente caminar.

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En los alrededores de la simbólica catedral de Notre Dame, las personas se agolpan frente a las vallas para tomar fotos mientras la policía vigila el lugar. "Esta mañana estaba lleno, aunque suele haber más gente. La catedral estaba abierta, pero para rezar", cuenta a Infobae Carolina, una argentina de 25 años que dejó Buenos Aires para mudarse a París en septiembre pasado.

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Según explica, decidió cambiar de ciudad por razones de seguridad. Ahora le cuesta creer que este atentado realmente haya pasado tan cerca. Pero es domingo y tiene que trabajar como guía en una agencia de turismo callejero. "Hoy salieron los tours, la gente ya no tiene tanto miedo", afirma.

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La presencia policial es fuerte. Es casi imposible hacer 100 metros sin cruzarse con un uniformado. A lo largo del Sena, se contraponen distintas postales: un grupo de diez agentes en la entrada de la estación del RER Saint Michel, un café con las mesas de afuera repletas; un patrullero que detiene a dos jóvenes negros en moto y varias parejas que caminan tomadas de la mano. En el aire, se nota que nadie ignora que hace pocas horas se produjo el ataque más mortífero de la historia reciente de Francia. Pero también se nota que es necesario volver a la normalidad, seguir adelante.

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Thierry es dueño de uno de los puestos ubicados a los costados del Sena que venden desde libros y cuadernos hasta lienzos y cuadros. Por lo general, quien atiende el local es un chico franco-venezolano, pero uno de sus mejores amigos engrosa la lista de las víctimas fatales del teatro Le Bataclan, entonces él lo reemplazó. "¿Por qué decidiste abrir igual?" "Porque hay que estar de pie y demostrar que vamos a seguir adelante", responde a Infobae y agrega: "Vivo cerca del barrio donde ocurrió lo de Charlie Hebdo y donde fueron los ataques del viernes. Esto me toca el corazón".

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El paseo del Sena no sólo está abarrotado, sino que también se ven pasar los buses y los barcos turísticos –todos llenos– a pesar de que el gobierno de François Hollande había pedido no abandonar los hogares durante el fin de semana. Los turistas también están instalados en la explanada del Louvre, aunque no puedan ir más lejos que eso. Ningún museo abrió sus puertas. Tampoco la Torre Eiffel ni los grandes espacios verdes, como los jardines de Luxemburgo y las Tullerías.

"Nos dijeron que tratáramos de evitar los lugares masivos, pero es inevitable", se justifica María, una docente mexicana de 30 años que llegó este mismo domingo. "Vimos mucha seguridad y nos advirtieron que tuviéramos cuidado, pero quisimos salir igual", asegura mientras sus amigos fotografían la torre.

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La diferencia con respecto al sábado es visible, no sólo por el color del cielo. La gente se anima a sonreír en las calles y la dama de hierro parisina está iluminada, cuando los dos días anteriores se vistió de luto y quedó a oscuras. El lunes está previsto que se asista a la jornada laboral y a clases como un día normal. Las autoridades decidieron, además, que el miércoles no se suspenda el partido amistoso entre Francia e Inglaterra.

Como cuando fueron los atentados de enero pasado, el mensaje de la sociedad es claro: no dejar que el miedo o la paranoia ganen. Y con cautela –tampoco hay que olvidar que en la zona de République, donde se improvisó un altar en memoria a las víctimas, hubo una falsa alarma que este domingo provocó una corrida–, de a poco el clima de desolación comienza a quedar atrás y París empieza a recuperar su pulso.

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