Salió el sol en París. La imagen del domingo en la ciudad luz contrasta con la del sábado, un día frío y nublado en el que muy poca gente se animó a poner un pie en la calle. Esta vez, está despejado y parece casi primavera. A menos de 48 horas de los siete atentados que dejaron 132 muertos, París volvió a sentirse París, prueba de que vivir es la mejor manera de vencer al miedo.
Si bien los principales puntos turísticos estaban cerrados, plegados al duelo decretado a nivel nacional y también por razones de seguridad, tanto turistas como parisinos decidieron abandonar sus casas y salir a pasear a la vera del río, tomarse un café en la vereda o simplemente caminar.
En los alrededores de la simbólica catedral de Notre Dame, las personas se agolpan frente a las vallas para tomar fotos mientras la policía vigila el lugar. "Esta mañana estaba lleno, aunque suele haber más gente. La catedral estaba abierta, pero para rezar", cuenta a Infobae Carolina, una argentina de 25 años que dejó Buenos Aires para mudarse a París en septiembre pasado.
Según explica, decidió cambiar de ciudad por razones de seguridad. Ahora le cuesta creer que este atentado realmente haya pasado tan cerca. Pero es domingo y tiene que trabajar como guía en una agencia de turismo callejero. "Hoy salieron los tours, la gente ya no tiene tanto miedo", afirma.
La presencia policial es fuerte. Es casi imposible hacer 100 metros sin cruzarse con un uniformado. A lo largo del Sena, se contraponen distintas postales: un grupo de diez agentes en la entrada de la estación del RER Saint Michel, un café con las mesas de afuera repletas; un patrullero que detiene a dos jóvenes negros en moto y varias parejas que caminan tomadas de la mano. En el aire, se nota que nadie ignora que hace pocas horas se produjo el ataque más mortífero de la historia reciente de Francia. Pero también se nota que es necesario volver a la normalidad, seguir adelante.
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