Es hora de que Horacio Verbitsky explique sus vínculos con la dictadura

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Hace unos meses, Horacio Verbitsky escribió: "La categórica manifestación del brigadier Rubens Omar Graffigna de que nunca tuvo relación alguna conmigo, que jamás escribí ninguno de sus discursos ni tuve relación alguna con sus antecesores en la Fuerza Aérea, confirma la absoluta falsedad de la acusación difamatoria en mi contra".

Esta aseveración es la parte central de la estrategia con la que pretendió tapar el sol con su mano.

Es extraño que quien nos tiene acostumbrados a descalificar hechos y argumentos simplemente desacreditando a la fuente pretenda defenderse usando, ni más ni menos, a uno de los comandantes en jefe de la Junta Militar acusado de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Si fuese Verbitsky, alcanzaría con esto. Pero para que no queden dudas preferimos ahondar y demostrar las mentiras de la operación montada por el "Perro" en el diario Página 12 y en los medios de comunicación donde tuvo oportunidad de atacar el libro de investigación Doble Agente que revela sus vínculos con sectores del proceso militar, aún antes de que la editorial tuviera los originales. ¿Extraño no?

1. Jamás en el libro sostuvimos que Graffigna y Verbitsky se conocían. Por lo tanto la desmentida solo sirve para aquellos que no leyeron el libro.

2. Graffigna sostiene que nadie le escribió sus discursos y encontramos (parte se reproduce en el sitio Plazademayo.com) cantidad de carpetas conteniendo borradores y cartas entre Güiraldes y Graffigna en donde consta el proceso de elaboración de los discursos y la discusión de su contenido. Es decir, el comandante miente; sí le escribían los discursos Güiraldes y el brigadier Pedrerol con la colaboración de Verbitsky.

3. En la página final de las memorias donde figuran los registros de contratos y pagos a Verbitsky, se da cuenta del destino de los 50 ejemplares publicados en base al texto encargado al "Perro". El primero de ellos, según indica la documentación pública archivada en distintas bibliotecas estatales, fue a parar a manos del Comandante en Jefe de la Aeronáutica, es decir Graffigna.

La otra estrategia de Verbitsky es negar o disminuir al mínimo la influencia y poder del comodoro Güiraldes durante la dictadura, alegando que no podía protegerlo porque era apenas un "cuatro de copas" durante el Proceso.

Llegó incluso a criticar a su hijo Pedro por insinuar que su padre estaba ligado al proceso. "Es insólito que yo deba defender el honor de los Güiraldes de las ofensas de su hijo", sostuvo en una entrevista en la revista Noticias en mayo de este año cuando trataba de desmentir sus contratos con la Fuerza Aérea.

En nuestro libro reproducimos profusa correspondencia y escritos que dicen exactamente lo contrario. Pero lo que definitivamente muestra la estrategia insostenible de Verbitsky es un libro que él mismo escribió después de la guerra de Malvinas y que editó a meses del inicio de la democracia.

En primera edición de La última batalla de la tercera guerra mundial, de editorial Legasa, año 1984, página 44, el autor narra lo que sigue:

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....Pero un ejemplo ayudará a entenderlo. Un ganadero y militar retirado, cuyos abuelos poseyeron mas de 90.000 hectáreas en un partido de la provincia de Buenos Aires, recurrió al jefe del área de seguridad con jurisdicción sobre el municipio para solicitarle, con aplomo de patricio acostumbrado a mandar, el relevo del intendente. El coronel lo recibió saliendo de la ducha y envuelto en la toalla.

-Yo no puedo reemplazarlo porque eso depende de la gobernación. Pero si me espera que me vista, vamos con el camión y lo chupamos-dijo.

-No, gracias, no es para tanto -contestó el reclamante- quien mirando por el espejo retrovisor de un Torino verde si no lo seguían, regresó a su despacho en la Capital, desde el que asesoró políticamente a los tres primeros comandantes en jefe de su fuerza durante el Proceso, y participó en alguna de las campañas internacionales en defensa de la dictadura desmintiendo que aquí se violaran los Derechos Humanos.

Caso extremo, este oficial superior sufrió en carne propia la perversión que negaba, cuando un comando de otra fuerza secuestro y asesinó a una hermana de su esposa.

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Demás está aclarar que se refiere al Comodoro Güiraldes, quien -además de manejar un Torino verde durante esos años y venir de una familia patricia propietaria 90 mil hectáreas en la zona de San Antonio de Areco- sufrió en carne propia la muerte de su cuñada, Elena Holmberg, a manos de un grupo de tareas que respondía al almirante Emilio Masera.

Pero la confirmación de la importancia y veracidad que el propio Verbitsky da a este documento, que echa por tierra toda su defensa y lo muestra como mendaz es que eliminó todo el párrafo citado, en la reedición de ese libro que la Editorial Sudamericana publicó en el año 2002. En esa época, la versión de que había colaborado con la Aeronáutica ya había tomado cuerpo en algunos círculos. Es una táctica que años después replicó al borrar del archivo de Página12 las notas críticas contra Jorge Bergoglio cuando fue nombrado Papa.

Tal vez sea hora de que Horacio explique su verdadera historia durante los terribles años de la dictadura y nos permita reconstruir una imagen suya menos perfecta, pero más humana.

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