"Me gusta mucho el fútbol. Camino al estadio había mucha gente, el ambiente era bueno y esperaba ver un partido bonito. Pero fue una pesadilla", relató Antoine Menassa en diálogo con iInfobae América/i. Su velada rozó la tragedia. Fue parte de una noche de terror en la capital francesa.
Antoine, nacido hace 27 años en París, hijo de una mexicana y un libanés presidente de la comisión económica en la Unión Cultural Libanesa Mundial, sintió al ingresar al Stade de France que no lo revisaron mucho. No se quedó tranquilo cuando cruzó el control para ver a la selección de Francia enfrentar a la de Alemania.
"Había mucha seguridad afuera, pero sentí personalmente que no revisaban bien al público para entrar al estadio. La gente pasaba muy rápido. A mí me palparon poco. Por ejemplo, tenía una bolsita donde pongo mi celular y no me la hicieron abrir. Mi amigo traía paquetes de dulces que no se los quitaron. Siempre que voy a ese estadio hay colas bien grandes para entrar, pero esta vez lo sentí más rápido", confesó.
Tras ingresar con sus amigos por la Puerta L (los ataques ocurrieron en los ingresos J y D), se ubicaron detrás de una de las porterías. Todo iba bien. Cantaron el himno francés y alentaron al equipo de Didier Deschamps hasta que escucharon dos fuertes explosiones.
"De repente oímos una explosión, como un fuego artificial. Unos minutos después se escuchó la segunda. No sabíamos de qué se trataba. Pero nadie se alarmó porque el partido siguió. Creo que fue una buena decisión para no generar pánico. Si se hubiera detenido, la gente se hubiera puesto más nerviosa", explicó.
Al finalizar el partido, felices por el triunfo 2-0 con goles de Giroud y Gignac, las sonrisas se les borraron con un extraño anuncio en los altoparlantes del estadio: "Cuando se acabo el partido, una voz anunció al público que había incidentes en París y alrededor del estadio. La gente que irse inmediatamente, pero la seguridad la volvió a meter adentro."
Ahí comenzó el calvario de Antoine, invadido por la incertidumbre, la presión de tener que avisarle a su familia que se encontraba bien y el miedo al enterarse de los atentados en los distintos puntos de la ciudad.
"Sólo pensaba en volver a casa. Era como una presión, un estrés. El corazón me latía rápido. Recibía muchísimas llamadas y mensajes de amigos y familiares. Mi padre quería que le hablara cada cinco minutos para decirle que todo estaba bien. Dios era mi única seguridad en ese momento", recordó.
Como se conoció a través de las imágenes, mucha gente ingresó al campo de juego, pero él y sus amigos se quedaron sentados en las tribunas porque tenían "miedo de seguir a la gente nerviosa que no sabía qué hacer".
Tras 40 minutos dentro del Stade de France, la Polícia dio aviso para la evacuación. El regreso a casa también fue duro. La gente se movilizaba en masa, pero Antoine y sus amigos preferían andar solos, porque consideraban que la multitud era sinónimo de peligro.
"El viaje de regreso fue la continuación de la pesadilla. Ya sabíamos lo sucedido en Le Bataclan y teníamos miedo de que sucediera otra cosa. Los transportes públicos estaban cerrados. Hablamos con la gente para ver cómo iban a volver porque los taxis no llegaban hasta el estadio. Finalmente conseguimos un tren y llegamos a salvo", describió.
iLEA MÁS:/i
div class="embed_cont type_freetext" id="embed97_wrap" rel="freetext">