¿Por qué tantos argentinos reclaman un cambio? Permítanme sugerir una causa: el egoísmo político kirchnerista, endogámico y autoglorificador que todo lo acapara y todo lo quiere volver suyo. De la misma manera que este Gobierno desoyó a gran parte del país, se burló y ninguneó a opositores de manera sistemática. La utilización de esa técnica de desacreditación del otro que el kircherismo ha impuesto como forma de vida en nuestro país se presenta con mayor intensidad y virulencia en el Congreso de la Nación. Uno de los tantos casos me tiene como protagonista.
Comprobé con sorpresa que el Senado dio media sanción a una ley venida del Poder Ejecutivo que apunta a actualizar los mínimos a regular por honorarios profesionales que quedaron fijos desde el año 1994. Y se propone una unidad móvil denominada JUS. Representa un incentivo para que la Justicia funcione de manera más efectiva y expedita. Considero que es una ley absolutamente necesaria. Pero me causa cierto malestar, ya que presenté ese proyecto en el Congreso hace un año y tres meses. Fue tratado en la Comisión de Justicia y exhibió solidez legislativa. ¿Por qué no prosperó y fue llevado al recinto? No lo sé. Al parecer, el Poder Ejecutivo pensó que era una buena ley. Pero en vez de promover el proyecto de un opositor, le dio una vuelta de tuerca. Lo hizo suyo. No sea cosa que alguien ajeno al Gobierno piense en el bienestar de los argentinos. No sea cosa que una ley necesaria provenga de algún disidente.
Lo sucedido con mi proyecto de ley es una anécdota caracterizadora del "modelo". Si llega a Diputados, lo apoyaré con convicción. La actitud del kirchnerismo es una muestra del modus operandi unilateral y cerrado, de un Gobierno que abusó de la mayoría parlamentaria e hizo propias algunas leyes importantísimas, sin dar crédito a sus creadores disidentes. Otro ejemplo es la asignación universal por hijo. La idea fue planteada con anterioridad por adversarios políticos. Este Gobierno no puede permitir que otros le hagan sombra al proyecto. Y eso cansó al pueblo.
Afortunadamente, muchos argentinos no votan a un ídolo en medio de ensoñaciones líricas, sino que eligen a quien proponga, con respeto y sin imponer dogmas anacrónicos, mejorar las condiciones de desarrollo del país. Un Gobierno corrupto que despilfarra el erario público con propaganda destinada a dividirnos no tiene chances de producir el desarrollo. Para la mayoría, una década de intentos disciplinados de instalación de nuevos próceres, con impuestos injustos, devaluación y maltrato hacia los disidentes fue demasiado. Muchos argentinos están pidiendo que alguien ayude a cicatrizar la inmensa grieta; están bajando el pulgar a la continuidad de ese escenario de fisura social y desestimación del otro. La prueba extrema es el ostracismo al que han condenado a su propio candidato.
Afortunadamente, el pueblo es una construcción dinámica que puede corregir su rumbo cada cuatro años. El 25 de octubre rechazó a quienes le mintieron en la cara sobre muchas cuestiones y se creyeran sus propias mentiras. No tengan dudas de que el pueblo volverá a gritar "¡Basta!" el 22 de noviembre. Los argentinos debemos recuperar la fraternidad que el kirchnerismo se llevó.
El autor es diputado nacional por Córdoba (UCR)