Las sociedades están envejeciendo. En Europa se estima que la tasa de personas mayores de 65 años en relación a las de entre 18 y 65 aumentará del 25% actual al 50% en 2060. En nuestro país, según datos del Banco Mundial, la población adulta mayor pasará de 10,4% de la población total a 19,3% en 2050 y 24,7% en 2100. Las cifras que brindó a Infobae el neurólogo y neurocientífico Facundo Manes hablan por sí solas.
"Frente a este tema, uno de los elementos de mayor consideración en el proceso de envejecimiento es el potencial (o no) deterioro de las capacidades cognitivas. Distintos estudios indican que los individuos con niveles más altos de estimulación cognitiva, afectiva y social pueden enlentecer o actuar como antídoto al proceso de neurodegeneración asociado a la edad", insistió el rector de la Universidad Favaloro y presidente de la Fundación Ineco para la investigación en Neurociencias.
Es que, pese a lo que se cree, retirarse del mercado laboral a los 60 años y pasar el resto de la vida relajado, por más atractivo que resulte, para mantener el cerebro activo no es el mejor plan. La evidencia creciente muestra que permanecer activo laboralmente en la vejez es bueno no sólo para una estable situación económica, sino también para la salud y la agudeza mental.
A medida que los avances médicos extienden la duración de la vida humana -y el número de años, activos y saludables- crece el debate entre científicos, economistas y políticos sobre cuál es la edad óptima para dejar de trabajar. El mensaje es cada vez más claro: no hay que dejar de trabajar tempranamente.
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