Según los testimonios de los residentes, recogidos por el comunicado de Human Rights Watch, el ataque más mortífero tuvo como blanco una vivienda del pueblo de Gantu en la que vivía la familia Assaf, vinculada con un comandante local del Ejército Libre Sirio (ELS).
Este bombardeo, realizado el pasado 15 de octubre, causó la muerte a 46 miembros de esa familia, entre ellos 32 menores de edad y doce mujeres, por lo que sería catalogado como "crimen de guerra".
"Toda la familia estaba escondida en un refugio construido en el sótano de la casa", según el activista Abu Mohamed, citado por HRW, que mientras ayudaba en el rescate dice que solo veía "resto de extremidades y escombros".
"Rusia debe garantizar que toma todas las precauciones para proteger a los civiles y que los civiles pueden abandonar la zona si quieren sin ser atacados por los bombardeos rusos o sirios", dijo el subdirector de HRW para Oriente Medio, Nadim Hury.
Estos bombardeos fueron parte de una amplia campaña de las aviaciones rusa y siria contra un enclave del norte de Homs que está bajo el control de grupos armados opositores y en el que viven unos 50.000 civiles.
En su nota, la ONG subrayó que aún en el caso de que el blanco del ataque fueran los comandantes rebeldes, se causó un "daño desproporcionado e indiscriminado" a los civiles, que supone una violación de las leyes de la guerra.
Rusia comenzó su campaña de bombardeos en territorio sirio el 30 de septiembre pasado, en su primera intervención militar directa en este país desde el estallido del conflicto en 2011.