Uruguay es el país en el que más personas se sienten representadas por el congreso en América Latina. Así se expresó el 45% de los consultados en el Informe 1995 - 2015 de Latinobarómetro.
Segundo está Nicaragua, con apenas 36 por ciento. Tercero, Venezuela, con 31 por ciento. Comparten el cuarto lugar los únicos que quedan en los que al menos tres de cada diez personas tienen una valoración positiva del Parlamento: República Dominicana y Honduras, con 30 por ciento.
El Poder Legislativo de menor representatividad es el peruano, con 8%
El Poder Legislativo de menor representatividad es el peruano, con 8 por ciento. Sólo un poco más arriba están Brasil y Paraguay, con 13 y 14 por ciento. Después, México y Costa Rica, ambos con 17 por ciento.
La pregunta que se impone viendo estos datos es por qué, más allá de las diferencias entre los países, es tan bajo el grado de confianza que tienen los latinoamericanos en sus congresos.
"El alto nivel de desaprobación no es solamente un problema latinoamericano. Hoy en día, ocho de cada diez estadounidenses desaprueban la actividad del Congreso. Creo que esta debilidad crónica tiene que ver con una tensión profunda de las democracias modernas: los votantes premian a los líderes que adoptan posturas principistas y confrontativas, pero esperan luego que los políticos en el Congreso sean capaces de formar consensos y adoptar políticas innovadoras. El problema es que los políticos que nos gustan en televisión no son necesariamente buenos para la negociación", respondió Aníbal Pérez-Liñán, profesor de ciencia política y miembro del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, consultado por Infobae.
El politólogo Ernesto Calvo, profesor de la Universidad de Maryland, también señala que es un fenómeno global. Pero advierte que la pregunta por la representatividad puede ser un poco engañosa.
"El alto nivel de desaprobación no es solamente un problema latinoamericano"
"La tasa de aprobación del Congreso en Estados Unidos es de 10 o 15%, más baja que en América Latina. Pero si se le pregunta a los estadounidenses si se sienten representados por los legisladores de su distrito, la visión positiva es 30, 40 o 50 por ciento. Si la pregunta genérica es si se sienten representados por los políticos, la respuesta va a ser no, pero si es en relación a los que votaron, la respuesta va a ser distinta", explicó Calvo a Infobae.
"Los congresos son criticados por todos. Cualquier miembro de la oposición dice que funcionan mal, pero que si su partido estuviera a cargo lo harían mejor. Los oficialistas también critican su funcionamiento, pero porque los opositores traban. Cada uno privatiza para su grupo los beneficios de la representación y socializa para todos las críticas y los problemas. Nadie defiende al Parlamento como institución", agregó.
Crisis de representación
Si bien es cierto que la baja representatividad de los poderes legislativos no es un atributo exclusivo de América Latina, también lo es que en la región hay algunas características particulares que conspiran contra un mejor funcionamiento.
"La principal debilidad de los congresos latinoamericanos -dijo Pérez-Liñán- es que, en general, adquieren una posición subalterna frente al Poder Ejecutivo. Esto no significa que necesariamente sean parlamentos débiles, pero son usualmente reactivos, con poca iniciativa. Los congresos tienen poca capacidad técnica y un limitado control sobre las acciones del Ejecutivo, y en general carecen de información".
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