Los obispos de todo el mundo votarán la aprobación del informe que luego entregarán al papa Francisco. El texto es el resultado de tres semanas de debates sobre la familia, cuyo resultado podría decepcionar al ala menos conservadora de la Iglesia debido a la falta de avances en temas como el divorcio y la homosexualidad.
Los 270 "padres sinodales", en representación de los obispos de todo el mundo, escucharán primero la lectura del documento final tras la incorporación de las modificaciones. El texto, con cerca de 90 párrafos numerados, debe ser adoptado por una mayoría de dos tercios.
"Es un texto moderado, aceptable para todos", adelantó el viernes el cardenal hindú Oswald Gracias. Para algunos obispos y cardenales del ala conservadora es un informe "confuso", mientras para otros, del ala progresista, es "tímido".
Los dos sectores no lograron ponerse de acuerdo sobre el acceso a la comunión de los divorciados que se vuelven a casar, si bien la mayoría de los participantes acogieron con satisfacción que el tema fuera debatido.
En manos del papa
Una vez votado, el documento será entregado al papa Francisco quien decidirá cómo emplear el texto, si publicarlo o utilizarlo como base para un documento papal. El informe es un mensaje o más bien un conjunto de reflexiones dirigidas al papa "y no un mensaje para el mundo", explicó uno de los portavoces.
Francisco decidió convocar dos sínodos sucesivos sobre la familia --en octubre de 2014 y octubre 2015-- para instar a la iglesia a actualizarse ante los cambios que vive la familia moderna. Francisco quiere animar a la Iglesia a "evaluar los tiempos y cambiar con ellos, permaneciendo firmes en el Evangelio", explicó el viernes en una misa.
"La sabiduría cristiana es precisamente conocer estos cambios, conocer los diversos tiempos y conocer los signos de los tiempos", explicó el Papa, que aboga también por una descentralización de la iglesia, de manera que los obispos y sacerdotes puedan juzgar caso por caso.
Una iglesia que no juzga, que no reprocha
La gran mayoría de los participantes reconoció que la iglesia debe renovar sus gestos, sus mensajes y sobre todo su actitud. "Es el comienzo de una nueva iglesia", sostiene el obispo belga Luc Van Looy. "Se acabó la época en que la iglesia católica juzgaba y reprochaba e inició la era de la acogida, que escucha", aseguró.
A diferencia del sínodo de 2014, el tema de la homosexualidad no fue abordado, sobre todo debido a la oposición de los conservadores, en particular de los africanos. El pedido de un mayor papel de la mujer dentro de la iglesia suscitó fuertes diferencias entre los obispos. Paralelamente buena parte de los padres sinodales reconocieron los sufrimientos que padece la mujer dentro de la familia por la violencia y lamentaron que millones de ellas tengan que criar a sus hijos solas, sobre todo a causa de las olas migratorias.