En épocas donde su mediatización es escasa, el holandés Johan Cruyff volvió a las primeras planas del mundo porque juega su partido más duro. A los 68 años, le diagnosticaron un cáncer de pulmón que conmocionó al deporte. Colgó las botas en la década de los '80 y no se desempeña como DT desde el 2012, pero su vínculo con el fútbol es eterno.
Era la estrella del Ajax que ganó seis títulos de Liga y tres Copas de Europa (actualmente conocida como Champions League) en los '70. Luego brilló cinco temporadas en el Barcelona, dónde ganó una Liga y tres Balones de Oro (1971, 1973 y 1974). Con la selección de Holanda, fue finalista de la Copa del Mundo que Alemania organizó y ganó en 1974.
Todo lo logró a pesar de su adicción al cigarrillo. Tal era su vicio que en su época de jugador, que siempre fumaba en los descansos del partido, en el túnel antes de salir al campo o en los autobuses que lo trasladaban a los estadios. En sus primeros años como profesional, intentó ocultarlo. Pero con el correr del tiempo no le importó que la gente supiese que fumaba. Se sentía intocable. Era el mejor futbolista de su época.
Un talento omnipresente dentro del campo
Aficionados, especialistas y colegas coinciden en que Cruyff fue uno de los mejores futbolistas de la historias. Sus títulos y reconocimientos lo avalan. Pero, quienes tuvieron la posibilidad de verlo jugar, no sólo lo destacan por los trofeos obtenidos. Fue el alma y el motor principal del 'fútbol total' impuesto por el Ajax y la selección de Holanda en los '70. Era una mezcla de genio y rebelde.
Su aporte como futbolista también cambió la forma de jugar. Tenía un regate eléctrico y limpio, y cambiaba de ritmo, en una época donde los futbolistas eran más estructurados y predecibles. Aprendió a jugar en la calle, lo que luego se transformó en un rasgo distintivo de su estilo.
Debutó profesionalmente un 15 de noviembre de 1964, con 17 años. A la temporada siguiente, Rinus Michels sustituyó a Buckingham en el puesto de DT (como años después lo sustituiría en el Barça), lo que sería un excelente aporte a la vida deportiva de Cruyff. Se consolidó como jugador bajo las ideas de Michels, que rompió con la hegemonía del Catenaccio italiano.
Cruyff era el mejor intérprete de ese fútbol intenso, atrevido, vistoso y efectivo. Había tres elementos fundamentales: el fuera de juego, la presión ofensiva y la posesión del balón. La apuesta calzaba a la perfección con un futbolista como Cruyff, porque ocupaba distintas posiciones a lo largo de un mismo partido. Era impredecible.
En 1973 fichó por el Barça después de abandonar el Ajax de forma tempestuosa. Michels ya había emigrado a Cataluña dos años antes. Su vínculo jugador-entrenador continuó más tarde en Estados Unidos. Luego Cruyff volvió a Holanda, donde ganó dos Ligas consecutivas con 34 años. El Ajax no quiso renovarle el contrato y, como represalia, se fue al eterno rival. Con Feyenoord, ganó Liga y Copa antes de retirarse.
El perfeccionamiento del 'fútbol total'
Tuvo su primera experiencia en el Ajax, donde ganó dos Copas, pero su revolución fue en el Barcelona. En 1989, ya como DT del Barcelona, comenzó a poner de moda los "rondos", un ejercicio donde los jugadores hacen un círculo y uno de ellos se coloca en el medio para intentar recuperar la pelota.
Demostró que se podía ganar con pausa en la elaboración. Su equipo creaba la jugada con paciencia, movía el balón hasta encontrar el hueco oportuno y desgastaba al contrario.
Su auge como entrenador fue en 1992, con el denominado 'Dream Team' que ganó la Copa Europa. Ese equipo fue la semilla del Barcelona de Guardiola, quién era el volante central de la formación. Su incondicional gusto por el buen trato del balón, lo llevó a arropar a Pep con varios futbolistas de perfil parecido.
El Barcelona empezó a engranar. Koeman aseguraba la posesión desde la primera línea. Guardiola tenía estupendos socios como Eusebio y Laudrup. Stoitchkov y Begiristain, desde la línea de cal, nutrían a un ataque que no tenía un '9' puro. Así nació la famosa idea del 'falso 9'.
Cruyff, el único 'crack' dentro y fuera del campo
Su éxito y su aporte como jugador puede ser comparado con los de Alfredo Di Stéfano, Pelé y Diego Armando Maradona. Incluso el brasileño y el argentino fueron campeones del mundo, algo que Cruyff no logró en el Mundial '74. Pero ninguno de ellos logró igualarlo en los banquillos. Pelé ni siquiera lo intentó. Y los méritos de Di Stéfano y Maradona como técnicos no son comparables con su talento en el campo.
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En sus años como entrenador, Cruyff tuvo que ser intervenido a corazón abierto en 1991, tras sufrir una insuficiencia coronaria en fase aguda. Luego de pasar por el quirófano, se puso en la lucha de dejar de fumar. Sustituyó el cigarrillo por caramelos para calmar los nervios durante los partidos del equipo blaugrana.
Incluso protagonizó una campaña publicitaria en contra del tabaco. "En mi vida he tenido dos grandes vicios: fumar y jugar a fútbol. El fútbol me ha dado todo en la vida y, en cambio, fumar, casi me lo quita", era su lema en esa publicidad. Al fútbol jamás le quitarán la influencia de Cruyff.