La eterna disputa entre perros y gatos dejó grabado en el inconsciente colectivo un prejuicio que, a fuerza de repetición, casi se toma como cierto: los perros son demostrativos, se conectan con sus amos, son cariñosos... y los gatos no.
Sin embargo, un estudio científico reciente de la Universidad de Oakland (en Rochester, Michigan) estableció que los felinos domésticos sí tienen un cierto grado de empatía y, de hecho, puede entender reacciones emocionales humanas e inclusive hacer algo al respecto.
Moriah Galvan y Jennifer Vonk, especialistas en psicología cognitiva, psicología experimental y comportamiento, hicieron una serie de pruebas con gatos y sus dueños, y con los mismos gatos ante extraños. Se sometió a los animales a todos los animales a los mismos estímulos: gestos de alegría y gestos de enojo, tanto en la expresión facial como en el lenguaje corporal; primero en silencio y luego incorporando palabras o diálogos.