Analía Franchín: "Me fascina la convivencia, pero el matrimonio me da mucho miedo"

La filosa periodista, pareja de uno de los empresarios más poderosos de la Argentina, habló con Infobae sobre los desafíos de la maternidad, su relación con el dinero y la actualidad de los famosos

—Tremenda. Cuando sos madre más grande, sos más hinchapelotas, más pesada, estás más encima. Quiero estar en todo. En este momento estamos haciendo esta nota, no lo fui a buscar al colegio y ya tengo un nudo. Madre culposa.

—Todo. Me encanta, me fascina la hora del baño, ponerle el pijama limpito y encremarlo de pies a cabeza. Lo estoy haciendo un metrosexual de chiquito.

—No es que renuncié, no me dan ganas sencillamente de otras cosas. En mi casa ya me están reclamando que es momento de que me vuelvan a dar ganas de todo. Pero si vos me preguntás el momento de placer absoluto, es tirarme en la cama con mi hijo a ver una peli; ese momento yo no lo cambio por nada.

—No. Me puedo sentir desbordada, porque tiene mucho carácter. No pretendo menos de un hijo mío, me tiene muy en jaque. Capaz será la venganza que me tocó de los hombres, por todo lo brava que fui.

—Tengo, como toda mamá, el cliché de que mientras sea feliz y no lo lastimen... Pero soy capaz de todo. Si lo lastiman, soy capaz de pisarla con el auto. No me importa nada. Hago un gran trabajo y voy a gente especialista en el tema para no trasmitirle todo esto a él, ni ser posesiva. De a poco, muy de a poco, lo voy logrando.

—Me encantan. Capaz ahora no las hago todas, ni algunas, pero me crié haciendo todo. Desde muy chica mi mamá siempre nos enseñó a hacer todo lo de la casa, entonces soy como muy obsesiva con la limpieza, porque yo lo sé hacer. Con Santiago del Moro, en Pop Radio hicimos un concurso de la plancha, porque yo desafiaba a cualquiera a planchar; plancho las camisas como nadie. Me gusta, entonces en mi casa estoy muy pendiente, elijo los productos para limpiar tal cosa y si yo no estoy, enseño cómo hacerlo.

—Me gusta cocinar. Anoche hice una sopa de choclo riquísima y una terrina de zanahoria. Mi casa se convirtió en mi refugio, nunca me pasó antes. Elijo mucho tener una cocina cálida, que te encante, tomarte un mate. Sí, soy re de eso y soy una nona, no me saco el pijama jamás.

¿No estás así en tu casa, producida divina?

—¡Por favor! (risas). Yo ahora llego a mi casa, me hago un rodete, me saco el maquillaje, tengo que estar en pijama.

—Yo tendría otro, pero en mi casa me echan. Ya me dijo: "Yo ya cerré la fabrica, con cuatro. Si con este no me das bola, imaginate si tenés otro. No".

—Básicamente lo conocí a él con sus tres hijos. Era el combo que él traía y entendí que cuando agarrás a alguien que viene en segunda vuelta, agarrás el combo entero; no podés separar las papas y la mayonesa, porque estás frita. A mí me dio como un shock de madurez. Enseguida nos fuimos a vivir juntos y sus tres hijos vivían con él, así que hice de madre y esposa inmediatamente. Llevarlos al colegio, al médico, ocuparme de sus cumpleaños. Con todo lo bueno y malo que trae irte a vivir con tres chicos preadolescentes, después adolescentes y hoy ya jóvenes. Creo que él lo valora mucho a eso.

—No me casé.

—No soy fan del matrimonio. Me fascina la convivencia y el haber formado una familia, el matrimonio en sí me da mucho miedo.

—Me agarra como claustrofobia. De hecho, estuve a punto de casarme con otra persona, tenía la iglesia contratada y todo, pero hice la gran novia fugitiva.

—Sí, claro, me la recontra imagino. Él tiene una energía hermosa. Fue re lindo encontrarlo y si me preguntás en qué me cambió a nivel económico, sigo siendo la misma. No dejo de laburar, porque no me gusta. No soporto tener que pedirle a mi marido plata para ir al supermercado a comprarme toallitas. "Che, se viene tu cumpleaños. ¿Me das plata que tengo que ir a comprarte un regalo?". No, yo básicamente ahorro y a lo que más destino eso es a los regalos que le hago para el cumpleaños y para navidad. Necesito sentir que en algo también puedo proveer. Si compro ropa para mi hijo, tengo que pagar la mitad. Voy al súper el día que están las ofertas y si tengo que ir a dos distintos, lo hago.

—Sí, absolutamente. Mi mamá nos enseñó a hacer de todo y yo no me podía tomar un taxi cuando tenía 18 años, porque entonces con eso me perdía de comprar un kilo de milanesas. Me quedó mucho eso en la cabeza.

—Me doy los gustos, pero te voy a contar esto: hace poco estuvimos en Nueva York, a mí me gusta comprar mucho por internet y compro, en una página de allá, zapatos, carteras, jeans... Ahora que nos fuimos y yo viajé unos días antes, me llevé una caja de zapatos y carteras que sabía que no iba a usar y que allá las podía vender. Si no, me daba culpa pensar en qué había gastado.

—No, para nada (risas). De hecho, a veces, cuando me compro cosas usadas, me dice: "¿Es necesario?". No me molesta para nada, la esencia de Floresta no me la sacás.

—Sí, yo soy filosa por naturaleza. Tengo un serio problema, que es que no tengo mucho filtro. Algunos me dicen: "Uh, debés ser re brava", y el que me conoce de verdad sabe que soy brava, que tengo mucho carácter.

—La verdad es que no soy mala, sé que no soy mala. Soy brava, soy picante, soy ácida. Me divierto mucho cuando hago el pasando revista en Twitter, porque soy súper irónica. Pero también lo soy conmigo, voy a ser la primera en que si me veo un defecto, digo: "Por favor". Yo misma me cargo y digo que tengo papada de pelícano.

—Siempre, absolutamente siempre.

—Lo mismo, cuando estamos yendo me dice: "Anita, por favor, tené cuidado con lo que decís". Creo que es mi parte divertida, pero soy brava también cuando me enojo. Tengo mucho carácter; a veces me gustaría tener un poco menos.

—No me llevo bien con ninguno de los dos, pero el chupamedias, el obsecuente, me saca de quicio. Al envidioso, hasta lo puedo llegar a entender.

—Sí, es mi hermano, pasamos fines de semana juntos y vacaciones.

—Fue una montaña rusa nuestra relación. Teníamos una química muy buena al aire y fuera del aire cada uno hacía su historia. Tuve muchas peleas; la última vez que tuvimos un encontronazo lo llamé y nos juntamos a tomar un café, con una charla que me parece que nos debíamos.

—Nos cruzamos en un evento muy triste, no dio para las palabras, porque era la muerte de un compañero y después tuvimos una charla telefónica bastante interesante y profunda. Creo que quedamos bien.

—Sí, claro.

—Fui al Patinando... a hacer el gran papelón de mi vida. Un bochorno. No podría haber persona que patine peor que yo, un horror.

—Porque me gustaba, me gustaba la guita que me pagaban.

—¿Te puedo pasar esa pregunta? ¿A mí o a los proveedores?

—A mí me pagaron. Sé de gente a la que le deben, que son pares de él, gente alta.

—Absolutamente, me parece un desastre.

—Me parece tremendo que quien más debe proteger a ese hijo es quien más lo desprotegió. Yo fui la peor, pero siempre me cuidé y si vos te mandaste una cagada, tenés que asumir la responsabilidad, porque le negaste a tu hijo durante dos años la identidad, que es lo más sagrado que tiene un ser humano, además de la libertad. Además, le hiciste creer a otra persona que tenía un hijo, ¿cómo te arrancás el amor? Es sumamente doloroso. Y, ¿cómo le decís a ese chiquito: "¿Sabes qué? Esos dos años que creíste que era tu papá, no es"?

—Uy, Dios, ninguna.

—No. En conducción, claramente, re podría ser Vero Lozano, y no es que quiero hacer la comparación de Vero con Susana, por favor. Pero me parece que esas mujeres que han hecho tanto teatro, películas nacionales, esa cosa de diva, de tanta luz, porque Susana irradia eso. No hay ninguna, ninguna, ninguna.

—Sí, explosiva, me encanta; pero no es Susana.

—Me es difícil, porque yo claramente sé cosas que no se dicen en los medios. Tengo buena relación con Claudia hoy. Me dolió mucho cuando a Guillermo [Cóppola] nadie lo apoyó, mientras que hoy sí. Guillermo va a decir siempre que Claudia es impecable, lo piense o no lo piense. Él tiene una cantidad de documentos y cosas que... Si los llegara a mostrar, se resuelve todo lo del juicio de Diego y Claudia en un minuto.

—Que sea Claudia sí. Repite el patrón él: "Me dejaste, hiciste tu vida, chau". Yo lo viví con Guillermo, yo estaba presente el día que Diego lo llamó y le dijo a Guillermo un 24 de enero: "Voy a salir a destruirte". Guille me dijo: "No, no lo va a hacer". Y yo le dije: "Sí, lo va a hacer".

—Si hablamos de amores patológicos... La he visto mucho a Luciana sufrir por Martín. No digo que Martín le haga algo malo, quiero decir que sufrió con la situación. Yo le dije a Luciana que, para mí, se equivocó muchísimo en hacer esto público. Para mí es pecado salir a hablar mal de un ex.

—No, para mí no es un latin lover en absoluto. Yo puedo quedarme en una isla y aparecer Matías Alé con un coco de arriba de un árbol y salgo corriendo.

—Bueno, porque él también tiene una cosa como de impulsivo, de decirles a todas que se va a casar. Que se haya casado a cinco meses de terminar una relación es un poco mala leche. No hay necesidad de hacerle tanto daño a una mujer.