La plaza del barrio Los Químicos, en las afueras de Córdoba Capital, es además de un lugar de encuentro y esparcimiento una cancha de fútbol. Allí juega de local el Deportivo Argüello, el equipo de los chicos del lugar.
El conjunto fue fundado y es dirigido por Mariana Díaz, una madre de seis hijos que en abril de 2014 decidió poner en marcha este proyecto para ayudar a los niños más necesitados de la zona y sobre todo "darles el amor de madre que muchos necesitan", contó.
"Quería buscar algo que entretuviera a los chicos y lo único común era el fútbol, compré dos pelotas y empezamos a entrenar con 10 nenes, hoy ya somos 74 con ocho elegidos para el seleccionado Mario Alberto Kempes para representar a la liga", explicó a Infobae.
Deportivo Argüello participa en cinco categorías en la Liga Cordobesa, una competencia con 14 equipos de diferentes lugares de la ciudad; entrenan en la plaza del barrio, donde armaron una cancha de 7 y una de 11, y allí juegan los partidos de local.
"Armé el club porque quería ayudar a los chicos que están en calle, que tengan un tiempo para disfrutar de un poco de su infancia, alejarlos de la droga y darles el amor de madre que muchos necesitan", contó Díaz.
Para la entrenadora el objetivo se está cumpliendo. "Que venga una madre y que te diga que su hijo no sale los sábados porque el domingo juega me pone orgullosa y me da fuerzas", contó.
"El trabajo no es nada fácil, como DT por qué yo estoy aprendiendo junto con ellos, entrenamos martes, jueves y sábados, y jugamos los domingos. Pero me gusta y lo disfruto junto a mis hijos, es todo más fácil", agregó.
Díaz además de enseñarles a jugar al fútbol quiere que los chicos estudien. "Yo pido las libretas de notas y tienen sanciones sino estudian, les hablo mucho del colegio. Algunos estudian de noche por que trabajan de día juntando cartones", explicó.
Mariana tiene la ayuda de dos papás, José y Ezequiel, que forman parte de su equipo de trabajo, y luego de varios meses de jugar sin camisetas (cambiaban el color de la remera cada partido) una fundación les regaló casacas rojas.
"Lo único que quiero es que aprendan a pararse adentro del campo y que sepan el valor de sus propios sueños, yo el mío lo hice realidad armando el equipo"; concluyó.