Los 20 vs. los 40: lo mejor y lo peor de las décadas centrales de la vida

A los 20 se diseñan los proyectos. A los 40, se concretan. El análisis de los especialistas para vivir cada etapa a pleno

Guardar
Shutterstock
Shutterstock

Se encuentran tan lejos pero a la vez comparten tantas similitudes. La ilusión del inicio de la independencia personal se contrasta con ese momento de la vida en que es necesario ver dónde se está parado y hacia qué lugar corregir el rumbo. La frescura de los 20 contra la madurez de los 40, con todas sus celebraciones y preocupaciones.

¿Con cuál quedarse?

Definitivamente, se trata de dos etapas pilares en la vida de cualquier persona. Dos momentos de responsabilidad y definiciones, y que podrán decidir el rumbo de la vida.

"Hacia los 20 comienza a terminar esa revolución biológica llamada la adolescencia. La realidad nos impone salir al mundo y eso es lo que nos angustia. Empezar a construir una vida es muy difícil", dijo a Infobae el licenciado en psicología Gervasio Díaz Castelli, "A los 40, en general uno ya tiene el universo afectivo, económico y laboral armado. Muchas veces, lo que uno ve no termina de satisfacerle y ahí es cuando se instalan las crisis. Es primordial aprender a convivir con ellas".

Por su parte, el psicólogo Fabio Lacolla, analizó también para Infobae: "En la primera etapa se sufre por la libertad y porque todo parece lejos. En la segunda, porque el 'tic tac' del tiempo se va escuchando con más nitidez. Las herramientas para poder salir adelante en ambos casos se llama proyecto de vida. En una porque se diseña y en la otra porque hay que llevarlo a cabo".


 Shutterstock 162
Shutterstock 162

Cuando la juventud no alcanza

Cuando el haberse asentado en los 20 permite creer en un principio de madurez es justo cuando entra en escena la denominada crisis del cuarto de vida. La autoexigencia y las responsabilidades pueden formar un combinación muy nociva si no se poseen las herramientas para manejarlas o si no se pide ayuda a la hora necesaria.

"En la adolescencia predominan las acciones y la impulsividad por sobre el pensamiento, pero para empezar a armar un proyecto de vida, hay que pensar antes de hacer, justamente", analizó Díaz Castelli.

El Doctor Oliver Robinson, de la Universidad de Greenwich, en Londres, asegura que estos contratiempos aparecen recién en la entrada de los 25 y llegan de la mano de la independencia progresiva de los padres.

"Es una realidad. Es muy común en esa edad caer en fases de depresión o de ansiedad. Los chicos piensan que si no resuelven todos sus problemas en ese lapso, su vida estará encaminada al fracaso y no es así. Tienen que hacer un trabajo interno muy fuerte", dijo el especialista.

Shutterstock
Shutterstock

Robinson dividió la crisis veinteañera en cuatro fases: En la primera, los jóvenes tienen la sensación ilusoria de sentirse atrapados, tanto en un trabajo como en una relación. "Puedes escaparte de ellas, pero sientes que no lo vas a hacer nunca".

En la segunda, empieza a construirse una sensación de que el cambio es posible. Hay subidones emocionales y uno empieza a moverse en terrenos acordes a sus preferencias.

La tercera fase es básicamente la construcción de una nueva vida y la cuarta es el momento de asentar todos los cambios y ponerse a disfrutar de los objetivos logrados.

La vida por delante

Una vez que los jóvenes logran convivir con los miedos y el temor al fracaso, el horizonte parece interminable. Hoy se disponen de todas las herramientas para poder escoger el camino que uno quiera y todo está al alcance de la mano.

Damian Barr, autor del libro "Juntémonos: guía para sobrevivir a la crisis del cuarto de vida", explicó: "Todo se trata de manejar la ansiedad. Una vez que lo logran, se pueden comer el mundo. Se trata de gente que nació en la era de internet. Ya no necesitan a aprender a usar la tecnología. Y en la red, tenés toda la información sobre lo que quieras, todo al alcance de la mano. Es un mundo de posibilidades".

La crisis de la mediana edad, también llamada crisis de los 40 es casi un lugar común en la vida del ciudadano común. Ese momento de retrospección, balance y mirada hacia el futuro puede generar un descalabro.

El deterioro físico, el cada vez más creciente temor a la muerte, el inicio de la autonomía de los hijos y en las mujeres el añadido de la fase final de su capacidad reproductiva convierte a los 40 en una fase de decisiones trascendentales.

Los 40 imponen una reflexión profunda sobre el hecho de estar vivo

"El espejo muestra algunas cosas que el paso del tiempo deja caer y algunas personas sufren por la letanía del reloj biológico", explicó Lacolla a Infobae.

A su vez, Calvin Colarusso, integrante de la Sociedad Psicoanalítica de San Diego, aseguró: "Debemos aceptar la naturaleza transitoria de la vida. Sin olvidar que el propio desarrollo no se termina".

Nunca es tarde

Colarusso diseñó un plan para poder salir de la crisis y disfrutar de los 40:

  • dir="ltr">

    Cuidar el cuerpo

  • dir="ltr">

    Mantener los vínculos sociales

  • dir="ltr">

    Darles lugar a intereses e inquietudes

  • dir="ltr">

    Aceptar nuevos desafíos

 Shutterstock 162
Shutterstock 162

"Aquel que logra superar las transformaciones propias, la separación de los hijos y los pequeños duelos, no sólo va a escaparle a la crisis, sino que va a renovar constantemente las aspiraciones en su vida", dijo Vivian Diller, psicóloga neoyorquina y columnista en el Huffington Post.

"Con seguridad, los cuarentones son más capaces de sentirse orgullosos de la época en la que viven. Para los veinteañeros, el paso del tiempo no es ningún problema", detalló Lacolla.

Todos los especialistas coinciden: siempre hay tiempo de arreglar las cosas. Se tengan 20, 40 o 60 años, la vida es y será una sola y no queda más remedio que vivirla... y disfrutarla.