De camino antes de ir a Punta del Este o simplemente paseando por la histórica ciudad de Montevideo, hay buenos lugares donde comer exquisiteces de todo tipo. Ofertas hay para cada bolsillo, más refinadas, al paso, en un carrito, frente al río y hasta en bodegones. Los mariscos, el pescado, sus famosos chivitos, la carne asada y las frankfurter, todas son opciones válidas para darse una buena panzada al otro lado del Río de la Plata.
Recorriendo su barrio histórico, el puerto o las zonas más alejadas hacia el norte hay variedad de sitios para el almuerzo, la cena o un infaltable trago mirando el atardecer sobre el río. En esta nota destacamos las paradas clave, desde el puerto hasta Carrasco, para un recorrido gourmet con los mejores sabores de la República Oriental.
Sobre la Rambla 25 de Agosto, en la ciudad vieja, este paseo es obligado. Luego de dar la clásica recorrida al centro histórico o si recién desembarcamos del Buquebus, este punto es parada obligada. Todos los caminos conducen allí. Mucho mejor ir de día para aprovechar este paseo gastronómico y cultural donde conviven restaurantes con artesanos, músicos y pintores ofreciendo lo suyo también. Es pintoresco en todo sentido, por sobre todo, su antigua estructura de hierro que recuerda a nuestras terminales de trenes. La mayoría de los restaurantes allí ofrecen parrillada típica, con choto (chinchulín), pamplonas y boniatos asados que nunca pueden faltar. Uno de los mejores sitios sin duda es El Palenque, especializados además en pescados a las brasas. Tiene una carta muy extensa y su plato estrella es la merluza negra. Hay que consultar si están sirviendo ese día, la preparan excelente en una plancha especial de cromo. Viene con salsa que mejor pedirla aparte para disfutar el sabor sin condimentos. Es un plato único y costoso, pero vale la pena.
En la vieja ciudadela se encuentra el teatro nacional más importante de Uruguay, toda una obra arquitectónica que siempre conquista al visitante. Esta situado en diagonal a la Plaza Independencia, la principal. Tiene en su interior el restaurante Rara Avis con tres salones, Chivas Bar, Preludio y Rouge. Este último el más elegante como para una cena especial y con música en vivo. La propuesta es un poco más refinada, de cocina mediterránea con toques modernos. Es un ambiente muy tranquilo que ofrece además servicio de té para la tarde. En su planta baja, donde está la cava es mas barato al mediodía.
También cerca de Plaza Independencia, en la esquina de San José y Ciudadela, el Bar Tasende califica de imperdible. Es un típico bodegón antiguo con columnas de hierro, paredes de ladrillos y mesitas de mármol, que ofrece minutas. De refinado nada, sin mantel, con servilletas de papel y donde lo que manda es la pizza con un buen chopp de cerveza. Lo mejor del lugar es la "pizza al tacho", llamada así porque no lleva salsa, es toda blanca, con muchos quesos diferentes bien crocantes. Eso sí, no apta para hipertensos.
La Pasiva, a un costado de la Plaza Matriz, sobre Peatonal Sarandí, también es un clásico. Esta cadena de chiviterías tiene rica comida, precios buenos y porciones abundantes. Allí los chivitos son de lo mejor, al igual que las húngaras (salchichas) a la plancha o los súper panchos. Es un lugar que nunca falla y según dicen éste local es el mejor de todos.
Expreso Pocitos en Av. Brasil y Benito Blanco, muy cerca de la rambla, ostenta una tradición de un siglo haciendo sándwiches calientes y cortados. Ofrece además otras minutas y servicio de cafetería (el café en vaso es su sello). En un lugar muy típico que parece detenido en el tiempo donde siempre hay grupos de veteranos que pasan horas conversando. Es un sitio para ir con amigos y hacer la pausa necesaria durante el paseo costero.
A la vuelta de centro comercial más grande de la ciudad, La Perdiz es de lo mejor. Imposible no verlo con su color azul tan llamativo, queda en Guipúzcoa 350 y sin reserva es muy difícil encontrar lugar ya que es muy demandado por su buena cocina. Los precios son altos y la especialidad son los mariscos en todas su versiones. Ideal para ir en grupo, tiene buen ambiente y la atención es muy personalizada, ya que te recomiendan lo mejor del día y nunca falla.
El Italiano es el mejor paraje para hacerse de las delicias de mar. Queda al lado de la pescadería y por la gran cantidad de gente que lo solicita nos damos una idea de cuan bueno es. Los fines de semana es un clásico, hay que ir temprano porque las esperas son larguísimas. Los platos son muy abundantes y la estrella es la "sinfonía de mar", una montaña de fritura con todas las variedades posibles, ideal para compartir en grupo.
Este barrio lo tiene todo en pocas cuadras, en su avenida principal Arocena, donde se reúne toda la propuesta gastronómica. Hay lugares muy refinados como Francis o rarezas como el alemán Dackel.
Este último reducto conquista con sus preparaciones típicamente germanas, papas, miel, cerdo, salchichas y los ahumados que hacen a su excelente cocina.
También el Bar Arocena es una buena opción, popular y muy concurrida. Por allí pasa gente de todo estilo y es que este lugar es donde se dice nació el chivito. Un bodegón antiguo que funciona desde los años '20 y está abierto 24 horas, porque siempre es hora de un chivito completo en pan tortuga. Y si es posible acompañado con papas fritas.
El recorrido termina aquí y no queda más que darse una vuelta por el magnífico Hotel Carrasco, restaurado con la elegancia que lo caracteriza. Para el postre, la heladería Las Delicias sobre la misma avenida a unas cuadras, es el toque dulce perfecto. El lugar donde se juntan la tradición y las cremas heladas bien hechas.
La lista puede ser mucho más extensa y es ahí donde invito a mis lectores a dejar sus sugerencias para hacer un segundo recorrido guiado por sus paladares.