Desde hace dos años, la lucha contra el cáncer encontró un nuevo idioma, una revolucionaria vía para poder combatir una de las peores pesadillas de la humanidad. Después de décadas de búsqueda y frustraciones, la ciencia descifró enigmas y cambió el escenario por completo: el recurso de los agentes externos para intentar eliminar las células cancerígenas se topó con la solución en el propio sistema inmune.
Uno de los mayores responsables del nuevo hallazgo es un catalán, que hace 20 años abandonó Barcelona para mudarse a Estados Unidos, que decidió sumergirse en el melanoma, uno de los ámbitos más temidos por los oncólogos, debido a la velocidad de su ataque y a la escasa efectividad de los métodos de terapia tradicionales.
Antoni Ribas es el director del Programa de Inmunología del Centro de Cáncer Jonsson, de la Universidad de Los Angeles (UCLA), y el líder del grupo que creó un fármaco histórico para la medicina: el pembrolizumab.
La clave de este medicamento es que le quita los frenos al sistema inmune para que éste pueda atacar al cáncer.
El pembrolizumab anula los efectos de las moléculas PD-1 y su ligando PDL-1, que permitían a las células enfermas esconderse del propio sistema inmunológico.
Los resultados fueron tan optimistas como evidentes: un 30% de los pacientes terminales de melanoma metastásico lograron prolongar considerablemente su esperanza de vida y sin efecto secundario.
El fármaco ya fue aprobado para tratar el melanoma en Estados Unidos, varios países de Europa, Australia, Corea del Sur y Perú, y recientemente también recibió la homologación otra vez en Estados Unidos para el tratamiento contra el cáncer de pulmón.
Hoy, la inmunoterapia se convirtió en la "vedette" de cualquier congreso o reunión de oncología en el mundo. Marcó el rumbo a seguir. Y Ribas, que acudió a Buenos Aires para asistir al Congreso Interamericano de Oncología (IAOC), concedió una entrevista a Infobae en la que dio detalles de esta revolución en la lucha contra el cáncer.
i–¿Cuál fue la evolución de la inmunoterapia hasta llegar a este punto?/i
–La inmunoterapia contra el cáncer es un tema que la medicina ha tratado durante 100 años. Los médicos han intentado hacer lo mismo que con las enfermedades infecciosas: vacunar, intentar estimular al sistema inmune. Y eso en su momento no funcionó demasiado. Pero nosotros sabíamos que la solución estaba ahí, que el sistema inmune humano podía reconocer y atacar al cáncer. El problema a resolver no era atacar al cáncer, el problema era que nuestro sistema inmune estuvo siempre desarrollado para que actúe contra las amenazas de afuera, las bacterias y los virus, no lo que viene de dentro.
i–¿Y cómo dieron en el camino correcto?/i
–Lo de la inmunoterapia es como las películas de James Bond. Cuando empieza la película, él está en un spa en Suiza. Lo tienen ahí sin que haga nada, porque si le permitieran matar, se llevaría el mundo por delante. Tener el sistema inmune activado es como tener a James Bond activado. Entonces, cuando ya se sabe cuál es el enemigo, ahí se le dice a Bond "ve y ahora actúa". El problema es que, cuando se llega al tumor, el villano es inteligente, se puede proteger y se esconde. La molécula que permite esa protección es la PDL-1, el ligando del PD-1. Por eso, haber probado el éxito de los bloqueantes del PD-1 ha marcado un antes y un después.
i–¿En qué tipos de cáncer encontraron resultados positivos?/i
–Lo que sabemos es que en un 30% de melanomas, en un 20% de pacientes con cáncer de pulmón, en un 80% de pacientes con el linfoma de Hodgkin. Y son respuestas duraderas, porque el sistema inmune tiene memoria.
Ahora tenemos una posibilidad realista de que pacientes con cáncer metastático puedan tener una respuesta a la enfermedad. Todavía es una proporción baja de la mayoría de cánceres, pero hay evidencias de que funciona ya en 15 cánceres distintos, y en la actualidad estamos tratando como mínimo 30 tipos diferentes. Hay altas respuestas en la inestabilidad microsatelital del colon, con un 60% de éxito, el carcinoma de células de Merkel en la piel, con un 70%...
i–¿Qué representa la inmunoterapia en la lucha contra el cáncer?/i
–Yo creo que claramente es el futuro en la lucha contra el cáncer. Ahora es fácil decirlo. Hace cuatro años la gente me decía "el sistema inmune es incapaz de hacer algo así", pero ahora sabemos que lo puede hacer. Además, con este método se puede responder con muy pocas toxicidades, ya que no hace caer el cabello, no da náuseas ni vómitos, y en el 90% de los pacientes no hay efectos secundarios.
i–¿La comunidad médica toma conciencia de la magnitud de su avance?/i
–En todos los congresos y reuniones de especialistas es el tema que más se habla y el que predomina. La inmunoterapia es complicada. La intentamos identificar y explicar de forma simple, pero en la respuesta inmune pasan muchas cosas. Y lo que a los oncólogos se les enseñó en la carrera de medicina ya no tiene nada que ver con la inmunoterapia que conocemos ahora. La mayoría de cosas que yo aprendí en mi carrera no tenían relación alguna. La comunidad tiene una necesidad urgente de que los médicos sepan de esto.
i–¿Usted intercambia en sus tratamientos la inmunoterapia con terapias tradicionales?/i
–Ya en el melanoma estamos usando muy poca quimioterapia. En los últimos años he tratado a unos 400 pacientes y puedo contar con mis dos manos a los que les he dado quimioterapia. Hay ciertos cánceres en los que la quimioterapia hace que el tratamiento funcione aún peor. De hecho, los oncólogos no querían trabajar el melanoma. Había que ser bastante loco para tratar el melanoma porque veías paciente tras paciente que iban mal, muchos jóvenes se enfermaban y eso te afectaba demasiado. Era un tumor que daba mala fama a la oncología médica y ahora se está convirtiendo en el tumor del que el resto de los oncólogos quiere aprender.
El fármaco fue aprobado en Estados Unidos para el tratamiento de melanoma y cáncer de pulmón
i–¿Tiene algún tipo de desafío social en esta búsqueda?/i
–Un desafío que es muy importante para mí es el acceso de los pacientes a los fármacos. Sé que es un fármaco caro (cada dosis cuesta unos 7.000 dólares). Pero es caro para una persona y barato para la sociedad. Tenemos muchas cosas que no funcionan bien y se promocionan como que funcionan mucho. Aquí tienes un grupo de pacientes que pasan de tener una sentencia de muerte con un cáncer a estar viviendo una vida normal. ¿Cómo se le puede poner un precio a eso? Y esto es sólo con un fármaco. Yo creo que vamos a curar pacientes. Los que estamos siguiendo ahora llevan tres, cuatro y algunos cinco años... yo no les digo aún que están curados, pero puede ser que algunos lo estén.
i–¿Y cuál es su principal objetivo médico ante este escenario?/i
–Es aprender por qué no todos los pacientes responden al tratamiento. Yo sé que no es algo casual. No es que a los beneficiados les ha tocado la lotería. Es que hay algo distinto entre el sistema inmune y el tumor que hace que funcione y eso todavía lo tenemos que aprender. Sólo es estudiar más. Ahora estamos haciendo estudios sobre el genoma al principio y después del tratamiento. En un 20% de los que funcionó una primera vez, el tumor volvió a aparecer. Entonces, debemos ver si cambió algo en el sistema inmune o en el cáncer. No tengo ninguna duda de que esto lo vamos a descifrar y nos va a llevar a un nuevo fármaco para adjuntar. El objetivo es poder personalizar este tipo de tratamientos.
i–Si pudiera aconsejar a la nueva camada de oncólogos, ¿qué camino deberían elegir?/i
–Yo me acuerdo ir a las clases de inmunología y me hablaban de unas células que hacían esto o lo otro, y era todo lo contrario. Nos hacían estudiar en formas de listados, sin entender lo que realmente sucedía. Ahora estamos entrando en un momento de entender cómo funciona todo. Eso nos está permitiendo saber qué hay que hacer para que la medicina funcione mejor. Mi recomendación a los oncólogos jóvenes es que sigan sus instintos. El aprender biología y aplicarla a pacientes es lo que nos ha hecho avanzar.