Cristina Vázquez tiene 33 años y hace 7 que está en prisión. En 2010, la Justicia de Misiones la condenó a prisión perpetua por el asesinato de su vecina. Sin embargo, familiares, testigos, y profesionales del derecho sostienen que la joven es inocente y que fue sentenciada injustamente, en un juicio repleto de irregularidades y sin pruebas en contra.
"Nos llegó la causa el año pasado. Era el paroxismo de las prácticas penales pésimas. Se construyó una culpabilidad que no existe", definió Indiana Guereño, directora del Observatorio de la Asociación de Pensamiento Penal (APP) que colabora con la defensa de Vázquez.
Todo comenzó el 27 de julio de 2001, cuando Cristina tenía 19 años. Durante la noche de ese día, su vecina Ersélida Dávalos de Insaurralde (79) fue asesinada a golpes en su casa de barrio El Palomar, en Misiones. La empleada doméstica encontró el cuerpo sin vida, tendido sobre un charco de sangre. La mujer murió con el paso de las horas entre la 1 y 2 de la madrugada. La habían matado a martillazos con el objetivo de robarle su dinero y joyas.
Vázquez vivía en la misma cuadra que Insaurralde. No tenía ninguna relación con ella, pero en 2002 la policía misionera la detuvo junto a otras dos personas más: Omar "Kolynos" Jara - un hombre con antecedentes de robo- y su pareja, Cecilia Rojas. Según la APP, la razón para apresarlos se fundó en en torno al testimonio de una vecina, quien sostuvo que Jara andaba vendiendo las joyas de la anciana. Rojas era conocida de Cristina y desde allí se la vinculó como cómplice del homicidio.
Cristina tiene coartada para defender su inocencia. Una amiga suya, Celeste García, y su padre, Pedro Oyhanarte, señalaron ante la Justicia que Vázquez durante la noche del crimen y al día siguiente estaba en Garupá, a 8 kilómetros de la escena. Ambas amigas estaban juntas en la casa de García, que es también un hogar de niños, y se preparaban para ir a bailar a Posadas. En el juicio oral, otros vecinos avalaron esta versión.
Aunque al inicio del juicio se dictó la falta de mérito para los imputados, luego volvió a fortalecerse la hipótesis original. Los aportes de la defensa no convencieron a los jueces. Así fue que en mayo de 2010, el Tribunal Penal 1 de Posadas sentenció a los tres implicados a cadena perpetua por el delito de "homicidio calificado criminis causa". Dos años después, el Tribunal Superior de Misiones confirmó la pena. La causa está desde febrero de este año bajo revisión de la Corte Suprema de Justicia.
El Observatorio de la APP presentó un amicus curiae (amigo del tribunal) ante el máximo tribunal donde se enumeran el conjunto de irregularidades de la causa. Guereño sostuvo a Infobae que la "investigación se sesgó en imputar a estas tres personas sin pruebas científicas ni rastros de ADN que los involucre".
"La propia sentencia dice en varios apartados que no hay pruebas directas sobre los culpables. Todo se construyó en base al testimonio de una mujer (la de las joyas) que nunca volvió a declarar en la causa. El fallo formuló la culpabilidad en base a prejuicios: se usan frases que califican a Cristina Vázquez de tener un estilo de vida promiscuo y marginal, de ser adicta a las drogas, o que es una persona mentirosa que no terminó el secundario. La juzgaron moralmente en vez de condenarla en base a lo que haya hecho", amplió.
En el amicus, la ONG consignó que hubo a lo largo del proceso un rosario de violaciones de los derechos y garantías procesales, como la falta de imparcialidad de los jueces que impusieron la condena, o imprecisiones sobre cómo Cristina habría participado del crimen. También se incumplieron los principios de inocencia y de ser juzgada en un plazo razonable, y la falta de una perspectiva de género sobre la que finalmente se constituyó la arbitrariedad de la condena.
Desde el Observatorio de la APP consideran que hubo mal desempeño de los jueces e "impericia en la investigación". Entre otros aspectos, sostienen que no se siguió la pista del electricista, quien estuvo trabajando en la casa de Insaurralde y que testigos aseguran que "salió raudamente" de ella a las 9 de la noche, el momento en el que se habría producido el asesinato.
"No se siguieron otras líneas de investigación, como la de la persona que estuvo trabajando allí o los familiares de la mujer. Misiones tiene una triste historia de condenar sin pruebas suficientes a prisión perpetua. Para determinar la más alta pena, se debe aumentar el rigor probatorio para que no haya dudas que el imputado es el culpable y en la causa eso no ocurrió. Es una pésima manera de trabajar que agarra perejiles y hace que personas inocentes vivan situaciones horrendas", sostuvo Guereño.
Mientras Vázquez espera que la Corte Suprema le traiga una buena noticia, las productoras de cine independiente Magda Hernández y Gabriela Cueto, de Mitai Films, preparan un film sobre su historia. La iniciativa nació por impulso de Hernández, quien era amiga de la misionera. En 2007 forjó la amistad con ella cuando la chica aún estaba en libertad y trabajaba de mesera en un restaurante de Recoleta. Entonces Cristina era buscada por la Policía y fue encontrada a raíz de unas escuchas telefónicas realizadas por la ex SIDE.
La producción está en marcha, pero aún sigue a la espera del financiamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). La película recoge los testimonios de Cristina en el Instituto Correccional de Mujeres de Posadas, además de comentarios de sus padres, amigos, abogados y peritos que trabajaron en la causa.
Recientemente, la Defensoría del Pueblo de la Nación también ofreció su colaboración en el caso para verificar las condiciones de detención en las que se encuentra Cristina Vázquez.
Con la suma de todos estos apoyos, los allegados y defensores de Cristina tienen la expectativa de que, esta vez, la Corte Suprema revise la sentencia y garantice un debido proceso judicial.
"Ella está trabajando en el penal y estudiando, pero está desesperada y contando los días. Lo más tremendo es no saber cuando esto se termina y que se tarde años para que se resuelva. Cristina va a seguir gritando su inocencia", concluyó Guereño.