García, de 35 años, fue ejecutado mediante inyección letal. Su ejecución es la undécima de este año en Texas, estado que aplica la pena capital más que ningún otro. De hecho, en las próximas semanas están agendadas tres ejecuciones más.
El reo no presentó apelaciones de último minuto, y la Corte Suprema de Estados Unidos se había negado a revisar su caso en marzo. Fue declarado muerto a las 6:26 de la tarde, hora local.
Evidencia presentada en el juicio realizado en el año 2000 y el testimonio de un acompañante identificaron a García como el líder de un grupo de cuatro hombres involucrados en el homicidio y robo ocurridos en setiembre de 1998 contra Hugo Solano afuera del complejo de apartamentos donde vivía la víctima. El asesinato y una serie de delitos violentos adicionales vinculados a García convencieron al jurado de que debía ser sentenciado a muerte.
El preso, quien tenía 18 años de edad en ese momento, ya había realizado un robo de automóvil con uso de violencia junto a dos primos y un tercer hombre la mañana del 17 de setiembre de 1998 cuando vieron a Solano ingresando a su camioneta para ir a trabajar. Familiares de Solano dijeron que el hombre de 36 años, quien realizaba trabajo misionero cristiano en Guadalajara, México, se había mudado a Houston con su esposa unas semanas antes para que sus hijos pudieran educarse en Estados Unidos.
Eleazar Mendoza, quien se declaró culpable de robo agravado y fue sentenciado a 55 años de prisión, testificó que García se aproximó a Solano y le apuntó con una pistola. Mendoza dijo que García ordenó en español a Solano que entregara su dinero y que le disparó cuando se negó.
Durante su gira por Estados Unidos, el papa Francisco pidió ante el Congreso la abolición de la pena de muerte. Su pedido de clemencia no logró salvar a la presa Kelly Gissendaner, pero sí suspendió la ejecución de Richard Glossip en Oklahoma. Hasta el momento, no trascendió si también envió una carta para interceder a favor de García.