Los adultos de hoy tienen que esforzarse más que aquellos de hace treinta años para mantener el mismo peso, aun si comen lo mismo (no sólo la misma cantidad de calorías: también la misma distribución de proteínas, grasas e hidratos de carbono) y realizan la misma cantidad de ejercicio. La publicación académica Obesity Reasearch & Clinical Practice publicó el estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de York en Toronto, Canadá, que lo prueba.
"Además de la dieta, otros factores pueden colaborar con el aumento del índice de masa corporal (IMC) a lo largo del tiempo", se lee en las conclusiones de "Secular differences in the association between caloric intake, macronutrient intake, and physical activity with obesity" ("Diferencias seculares en la asociación entre ingestión calórica y de macronutrientes y actividad física con la obesidad").
El estudio estableció que entre 1971 y 2008 hubo un aumento de entre el 10% y el 14% en la ingesta calórica y de carbohidratos, mientras que la de grasas y proteínas decreció entre un 5% y un 9 por ciento. Pero más allá de la generalidad, el estudio comparó que a idéntica cantidad de calorías y macronutrientes (misma proporción de carbohidratos, grasas y proteínas) e idéntica actividad física, entre 1988 y 2006 el IMC aumentó en 2,3 kg por m2.
"Hay varios elementos en los estudios académicos que han mostrado que promueven el aumento de peso con independencia del aumento del consumo dietario y mejoran la capacidad de guardar grasas de cuerpo", dijo a Infobae Jennifer L. Kuk, profesora de la Facultad de Salud de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, coautora del estudio. A partir de esa pista, los investigadores encontraron que en el nuevo milenio es más difícil mantener el peso que hace 30 años.
"El aumento de la obesidad a lo largo del tiempo se había visto en ratas de laboratorio genéticamente idénticas a las de décadas atrás, alimentadas con la misma dieta y sometidas al mismo ejercicio. El aumento en el peso corporal se ha visto también en animales salvajes, primates del zoológico y en mascotas", agregó.
El lado oscuro de los químicos y los medicamentos
Los autores analizaron la información sobre dieta de 36.400 estadounidenses entre 1971 y 2008 y la información sobre actividad física 14.416 entre 1988 y 2006. Al relacionar los datos, descubrieron que una persona que en 1988 consumiera lo mismo y realizara la misma actividad física que una de en 2006, tendría un índice de masa corporal inferior en 2,3 puntos.
En algún momento del camino al nuevo milenio, las condiciones de vida se alteraron de tal modo que el cuerpo humano en los países desarrollados (y acaso en los demás) es hoy un 10% más pesado que hace 30 años. El hallazgo revela que la epidemia de obesidad en lugares como los Estados Unidos van más allá del problema de la dieta y el ejercicio, aunque siguen siendo las factores centrales.
Entre los otros factores que hacen más difícil que los adultos se mantengan en forma se destacan los químicos en el ambiente y en los alimentos: los pesticidas y las sustancias que hacen posible el envasado de los alimentos, al igual que las hormonas y los antibióticos por los cuales las carnes se volvieron más accesibles a una proporción amplia de la población, alteran los procesos hormonales y el modo en el cual se regula el peso.
Hay una relación inversa entre índice de masa corporal y horas de sueño por noche
También la aparición o la masificación de drogas desde los antidepresivos a los anticonceptivos. El Prozac, conviene recordar, es de 1988; hoy los antidepresivos son una de las familias de drogas que más se recetan en los Estados Unidos, y muchas de ellas provocan aumento de peso.
Por último, todos esos factores producen cambios en los microorganismos que viven en el cuerpo humano e influyen el metabolismo. Por ejemplo, los antibióticos que se consumen en la carne alteran la composición del microbioma, y su efecto es acumulativo.
—¿Cuáles podrían ser las razones principales de sus hallazgos?
—La respuesta breve es que no sabemos por qué vemos estas diferencias, pero que probablemente se trate de una combinación de factores como los químicos en los alimentos, las drogas recetadas y el cambio en el microbioma humano, y también de otros que nos quedan pendientes de descubrimiento. Algunos están en el estudio que fue la inspiración para el nuestro, "Colaboradores putativos al aumento secular de la obesidad".
Menos sueño, alimentos alterados y temperatura controlada
Ese estudio antecedente, "Putative contributors to the secular increase in obesity" ("Colaboradores putativos al aumento secular de la obesidad"), es un trabajo que el profesor Scott W. Keith publicó con otros autores, cuando estaba en la Universidad de Alabama en Birmingham, en el International Journal of Obesity. Plantea que si bien los dos factores centrales del aumento de peso en la población de los Estados Unidos son la falta de actividad física y ciertas prácticas de fabricación y venta de alimentos (omnipresencia de la comida rápida, aumento del tamaño de las porciones y empleo masivo del jarabe de maíz de alta fructosa, entre ellas), hay otros elementos que contribuyen de modo creciente.
El primero, la falta de sueño: hay una relación inversa entre índice de masa corporal y horas de sueño por noche, por cambios metabólicos. En las últimas décadas, el promedio de horas de sueño por noche descendió de más de 9 horas a más de 7 horas entre los adultos.
El segundo: las sustancias disruptoras del sistema hormonal, que aumentan la adiposidad, como el PCB que ganó presencia en el medioambiente, o el éter difenil polibrominado que se incluye en la cadena alimenticia y se excreta en la leche materna, cuya presencia en el cuerpo humano se ha multiplicado.
El tercero es la capacidad de regular el frío y el calor del ambiente, por lo cual las personas no gastan energía para mantener la temperatura corporal. Cada vez más el aire acondicionado y la calefacción estimulan la acumulación de grasa. En los últimos treinta años, el promedio de la temperatura de los hogares estadounidenses en invierno subió de 18ºC a 24,6ºC.
Otros factores son los cambios en la predominancia de la etnia, los cambios en el promedio de edad y los componentes genéticos. Por supuesto, también la interrelación de todos esos factores.
Kuk continuó: "Muchos químicos en los envases de los alimentos y en el medioambiente están vinculados a la obesidad por medio de distintas vías que todavía no comprendemos del todo. En breve, o bien influyen en las formas de almacenamiento o bien aumentan la ingesta de alimentos. Esto también se aplica a los medicamentos recetados".
En el estudio de Keith y otros se mencionan ciertos fármacos que aumentan el peso: los antipsicóticos, los antidepresivos y los estabilizadores del ánimo; también las medicaciones para la diabetes y la hipertensión arterial, los esteroides, los anticonceptivos y los antihistamínicos. La mayor parte de esas medicaciones se introdujo, o aumentó su consumo, en las últimas tres décadas.
Kuk también habló de la influencia de los cambios en el microbioma, la comunidad de microorganismos que viven en el cuerpo humano: "El microbioma produce sustancias que influyen en el metabolismo. Los cambios en las bacterias intestinales pueden causar un efecto dramático en el peso".
Factores pendientes: productos ilight /ie internet
Kuk, miembro de la Red Canadienese sobre Obesidad y de la Sociedad Canadiense sobre Fisiología del Ejercicio, es investigadora en temas de obesidad y sus riesgos de salud asociados; su trabajo ha analizado la influencia de la actividad física con enfoque clínico y también epidemiológico. Detalló el modo en el que trabajó el equipo de investigadores.
—¿Cómo se pudieron establecer dietas comparables, o indicadores mensurables en la industria cambiante de los alimentos?
—Se utilizaron registros alimentarios en todas las encuestas. En cada encuesta se utilizó un enfoque simple para obtener las calorías totales incorporadas, y en detalle el consumo de grasas, carbohidratos y proteínas.
—¿Cómo trabajaron con factores de salud y culturales como el consumo de tabaco, mucho más extendido en la década del 80?
—En efecto, hicimos ajustes por diferencias en el consumo de tabaco en nuestro modelo estadístico, del mismo modo que hicimos ajustes que reflejaran las diferencias en educación y características étnicas.
Kuk mencionó el estudio de Keith y otros, que entre los factores menos explorados que contribuyen al problema del aumento de peso contemporáneo incluyó la disminución del tabaquismo: la nicotina tiene un efecto supresor del apetito.
Explicó: "Con las estadísticas que empleamos, los modelos predicen el peso corporal si el tabaquismo, la etnia y la educación no fueran diferentes de un año a otro. Por ejemplo, para un estatus equis de tabaquismo, una etnia y una educación determinadas, el peso corporal era tal en 1971 y tal otro en 2008. Otra forma consistió en tomar un caso de una persona no fumadora, de etnia blanca y con una educación secundaria de 1971 y compararla con una persona no fumadora, de etnia blanca y con una educación secundaria de 2008.
—¿Lo hicieron también con factores como los productos dietéticos, el sedentarismo derivado de internet, los hábitos laborales?
—No hicimos ajustes por diferencias en esos factores, que pueden ser parte de las causas por las cuales vemos estas diferencias en cómo las calorías y la actividad física se relacionan con el índice de masa corporal (IMC). No estoy segura de que existan pruebas fuertes que indiquen que estos factores sean particularmente importantes. Ahora bien: dicho eso, tampoco tenemos pruebas que sugiera que carecen de importancia.
—¿Se podría considerar que el cuerpo es hoy más eficiente porque necesita menos energía, o existe una ineficiencia en la incapacidad de mantener un peso saludable con menos esfuerzo?
—Ser más eficiente en el almacenamiento de energía es un mecanismo de supervivencia. En la historia humana no ha existido otro punto en el cual esta ventaja se haya convertido en una desventaja. En lo que respecta a mantenerse delgado con menos esfuerzo, existen estudios que prueban que los mayores beneficios de estar delgado se obtienen con la realización de actividad física aún en cantidades triviales.