El ají picante: clave para tratar el cáncer

Tiene efectos curativos gracias a la capsaicina, compuesto que le otorga su sabor intenso y que muchos científicos ya identificaron como un componente efectivo en la cura de esta enfermedad

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Todavía no hay respuestas concretas sobre el tratamiento y la cura del cáncer, sin embargo, la ciencia ha dado grandes pasos en las nuevas medicinas oncológicas, con resultados cada vez más eficientes. Este progreso no es menor, teniendo en cuenta que los distintos tipos de cáncer ocupan siempre un lugar dentro de las primeras diez causas de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

En este escenario, aparece el ají como protagonista. La capsaicina es el componente de los ajíes y otros pimientos que le otorga ese sabor picante y de ardor tan característico pero, desde hace un tiempo, está en la mira de la ciencia porque podría acercar a los médicos un paso más hacia la eliminación de esta enfermedad mortal.

En 2006, un grupo de investigadores realizó pruebas científicas en ratones para comprobar que esta sustancia destruye e inhibe el crecimiento de células de cáncer de próstata sin dañar las células sanas. De hecho, hasta redujo el tamaño de los tumores de los ratones afectados a una quinta parte del tamaño de los ratones no tratados. Sin embargo, los médicos no pudieron explicar por qué.

Cómo actúa la capsaicina

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Recientemente, investigadores del Instituto Indio Madras de Tecnología descubrieron el proceso que causó este efecto en las células de cáncer de próstata. Los autores del estudio, Ashok Kumar Mishra y Jitendriya Swain, señalaron que esto ocurre porque la capsaicina se une a las membranas de las células cancerosas para destruirlas en un 80 por ciento de los casos.

Este componente pertenece a la familia de moléculas llamadas vaniloides, conocidas por producir la muerte de las células cancerígenas. Lo que sucede es que literalmente se pegan a las proteínas de las mitocondrias -las partes encargadas de la respiración celular- y aniquilan la célula. Este fenómeno se llama apoptosis o muerte celular y sucede regularmente en nuestro cuerpo en el proceso de desechar células viejas pero las células cancerígenas evaden este proceso y se hacen inmortales.

Lo sorprendente de este proceso es que no tocan ni dañan las células sanas porque poseen una composición bioquímica completamente diferente.

Cómo incorporar el picante en la dieta

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Todos los descubrimientos recientes señalan que el consumo de alimentos picantes es altamente recomendable para reforzar la prevención del cáncer, sin embargo, siempre se destaca una dieta saludable y balanceada.

Muchas hortalizas tienen este componente pero "cuanto más pique, más capsaicina contiene" y por ende más eficiente resulta. Además, la importancia de consumirlos crudos para que conserven sus propiedades.

Algunos de ellos:

Salsa Tabasco: esta salsa comercial está hecha con una gran variedad de pimientos picantes del estado mexicano del mismo nombre, además de vinagre y sal, eso significa grandes cantidades de capsaicina.

Comino: es mucho menos picante, pero también la contiene. Podría ser la solución para los que no soportan tanto ardor en los alimentos.

Curry: es uno de los ingredientes principales de la cúrcuma que le da color amarillo y que contiene pequeñas cantidades de este compuesto.

Otro dato es que la capsaicina se refuerza con la cafeína de forma sinérgica, esto quiere decir que al combinarlas aumenta la capacidad de prevención del cáncer y además queman grasas.

Sin embargo, la ingesta de capsaicina todavía es un problema porque, para lograr el efecto anticancerígeno deseado, una persona de aproximadamente 90 kilos debería ingerir 400 miligramos de capsaicina, es decir diez ajíes enteros por semana, y lo más probable es que un paladar promedio no lo soporte. Por esta razón los expertos médicos quieren averiguar cómo procesarla para convertirla en un medicamento en cápsula, más práctica para un humano.

Actualmente tiene otras aplicaciones médicas, por ejemplo, las cremas anestésicas y analgésicas para tratar la tensión muscular y la psoriasis, lo que abre la posibilidad de utilizarla para el tratamiento de cáncer de piel también.